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Si alguien me hubiese dicho que me escaparía por la ventana en plena noche seguramente me reiría y le tomaría por loco, ahora no estaba tan segura de ello.

Derek estaba detrás de mí esperando a que me agarrase a la rama del árbol para bajar, pero incluso la oscuridad podía hacer la caída todavía más temible, tenía miedo a las alturas desde pequeña y sin duda esto se le podría considerar terapia de choque.

—Un momento, iré a ver si he cerrado con el pestillo la puer...

—No seas miedosa —Interrumpió él con pesadez—Has ido a revisarla cuatro veces, sal de una vez.

Tomé una gran bocanada de aire, el corazón empezó a latir desbocado y escuché el suspiro de Derek.
Su mano acarició mi vientre y apartó el pelo de mi oreja.
—¿Crees que dejaría que te pasase algo? Si te caes me tiro contigo —Susurró para después sonreír con gracia.

Una sonrisa tranquilizadora que sin duda me calmó.
Puse un pie en el alféizar con ayuda del pelinegro y me agarré a la rama escuchando su leve crujido, por un momento me asusté sin embargo seguí avanzando hacia el tronco con los pies colgando y el alma apunto de irse de mi cuerpo.
Derek me acompañaba por detrás, saliendo unos pocos quejidos de su boca.
Mi respiración se equilibró al bajar por el tronco y tocar el césped mal cortado con las zapatillas.

—Joder, ¡Lo logré! —Susurré emocionada, extendí una sonrisa por todo mi rostro mientras veía a Derek bajar e indicar que echáramos a andar, me informó también de que tardaríamos bastante.
—¿Qué crees que hará Trent? —Murmuré mientras me miraba los cordones metidos por dentro de las zapatillas, llevábamos un buen rato caminando por tierra y las piedras haciéndome daño en los pies, miré a Derek con curiosidad y su perfil no me disgustó; no, para nada, su perfil era digno de fotografiarlo y adorarlo en un museo.
Se le veía la barba incipiente que seguramente tardaría poco en quitarse, una de las cosas que amaba era su mandíbula marcada al igual que su nuez que justo se movió al tragar saliva para hablar.
—Nos mandará a la mierda.

—¿Entonces para qué vamos?

Me observó con el ceño fruncido –O eso podía notar con lo poco que me dejaba ver la oscuridad–
—Para que te des cuenta de que esto es una estupidez, que tu amiga acepte que se ha quedado sin coche y aprenda a valerse por sí misma.

Cogí un poco de aire
—Lo sé, pero quiero ayudarla, siempre ha sido así y mi cabeza no me va a dejar en paz hasta que al menos lo intente. Tengo miedo, odio y asco mezclados pero al menos no podré decir que no lo traté de conseguir.

—Tu problema es que ayudas a la gente que no movería ni un dedo por ti —Susurró Derek— Pero tienes mi apoyo para esto, ternurita.

Le sonreí con gratitud y pasó un brazo por mis hombros, ya estábamos viendo las luces de las farolas que iluminaban la rotonda, fue muy buena decisión ponerla ya que así era más fácil acceder a los distintos caminos para llegar a todos los pueblos y a la ciudad.
Era de noche y no había muchos coches, eso era de agradecer.

—¿Seguro de que no está en las carreras?

Asintió.
—Suele ir los fines de semana, y aunque nos metamos más en su territorio si vamos a su casa, estaremos más seguros que en un lugar lleno de gente —Comentó, corrimos por unos segundos para atravesar la rotonda y vi el cartel de bienvenida del pueblo—. Gente loca por Trent, que mataría por él.

—¿No tienes fans?

—Claro, pero muy pocos. Desaparecí.

Fruncí el ceño.
—Desaparecer es lo más cobarde que puede hacer alguien que compite, puedes acabar desde lo más arriba hasta lo más abajo en cuestión de días. La fidelidad es el punto clave para que te quieran allí.

Llámame Derek [ANULADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora