-Jim -díjome Silver en cuanto estuvimos solos- si yo salvé tu vida, tú has salvado también la mía, y te ofrezco no olvidarlo. Ya noté al doctor urgiéndote para que te fugases; lo he visto de reojo, sí, señor, y 359
he visto que tú no has querido; lo he visto tan claro como si lo hubiera oído. Jim, esto debo abonártelo en cuenta. Desde que el primer ataque falló, éste es el primer rayo de esperanza que me llega, y eso lo debo a ti. Ahora bien, es ya tiempo de que nos pon-gamos en marcha en busca de ese tesoro, llevando pliegos cerrados, como quien dice; lo cual no es de mi gusto; pero, sea como fuera, tú y yo debemos mantenernos juntos, casi espalda con espalda, y yo te aseguro que salvaremos nuestros pescuezos, a despecho del hado y de la fortuna.
En aquel mismo instante un hombre nos dio voces desde arriba, gritando que el almuerzo estaba listo; por lo cual, sin más deliberaciones, llegamos cerca de la hoguera y nos sentamos todos aquí y allá, sobre la arena, haciendo los honores al bizcocho-, y, al tocino frito.
Habían encendido los piratas, una hoguera capaz de asar buey, entero y verdadero; y esa hoguera se había puesto tan ardiente, que no era posible acercársele sino por el lado que soplaba el viento, y eso con bastantes precauciones. Con el mismo espíritu de desperdicio, a lo que supongo, habían cocinado una cantidad de carne por, lo -menos tres veces mayor que la que necesitábamos y podíamos comer; 360
por lo cual uno de ellos, con una, estúpida risotada, arrojó a la hoguera todo cuanto quedó sobrante, al-zándose en gran manera el fuego con este nuevo pábulo. Nunca en mi vida he visto hombres más descuidados del mañana; "mano a la boca" es lo único que puede describir su manera de ser y obrar.
Con desperdicio de víveres y centinelas que se dormían, podían aquellos hombres estar buenos, quizás, para una escaramuza de momento o salir con bien de ella; pero era evidente que no servían en manera alguna para algo que se pareciese a una, campaña prolongada.
El mismo Silver, corriendo con su Capitán Flint posado su hombro, no tenía una sola palabra de reproche para su faltas,, de previsión y de cuidado. Y
esto me sorprendió tanto más cuanto, que me parecía que aquel hombre jamás sé había mostrado a ti: astuto y marrullero corno aquel día.
-¡Ah!, camaradas -dijo-: deben ustedes tenerse por muy felices con tener por capitán a este Barbacoa para que piense en vez de ustedes, con. esta cabeza que Dios le ha dado. Ya he dado, con lo que quería -prosiguió- . Estas gentes tienen, el buque;
¿en dónde?, aún no lo descubro; pero, una vez que demos con lucha, ya sabremos descubrirlo. Además, 361
muchachos, nosotros, tenemos los botes, es decir, les llevamos la ventaja.
Sobre este tema continuó disertando, sin esperar a que su boca estuviese libre de los tremendos bo-cados de tocino que llevaba a ella. Esto sirvió para restablecer la esperanza y la fe del los piratas; pero yo, en cambio, tornándome desconfiado, sentí re-bajarse mucho las que había cobrado, poco rato ha-cía.
-En cuanto a nuestro huésped -continuó-, me parece que no volverá a tener otra conversación con aquellos a quienes tanto quiere. Ya he recibido unas cuantas noticias, y gracias le dadas por ello; pero eso ya está hecho y pasado. Por ahora me llevo entre filas mientras dura nuestras busca del tesoro, pues e que el guarda caldo con nosotros es tanto como guardar oro mol por -lo que pudiera suceder", ¿no es verdad? Pero, una vez q tengamos el dinero y el navío, las dos cosas, y nos demos a mar como buenos camaradas, entonces, ¡qué!, nos despediremos del señor Hawkins, sí señor, y le daremos su parte, sin que quepa la menor duda, agradeciéndole todos sus servicios y amabilidades para con sus amigos.
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LA ISLA DEL TESORO
Klasyka( COMPLETA) LA ISLA DEL TESORO (Treasure Island) -Robert Louis Stevenson Este gran clásico de aventuras escrita por el escocés Robert Louis Stevenson, data de 1881 y ha sido fuente de inspiración en el cine, en la televisión, en la literatura, en có...