Caminaba con paso apresurado por el campamento de Robb Stark, la guerra contra los Lannister era inminente, o eso era lo que decían los mensajes que habían llegado a Invernalia.
Apenas el primer cuervo llegó, tomó uno de los caballos y cabalgó hacía AguasDulces, donde se alzaban los blasones de la casa Stark , su ejercito.
Los soldados se inclinaban uno a uno con respeto y asombro ante su improvista presencia.
La Reina en el Norte.
—Dime que no es cierto.
Entró en la tienda donde se encontraba Robb junto a sus vasallos. Aquellas palabras brotaron por si solas de su garganta. Las miradas rápidamente se dirigieron a ella, la molestia era notoria, por lo que sabían que debían retirarse para darles privacidad.
Una vez solos se mordía el labio inferior nerviosamente, Robb la miraba atentamente mientras se acercaba y posaba sus manos en sus heladas mejillas.
—Tu madre a iniciado una guerra — esas simples palabras de parte de Robb la hicieron soltar todo el aire contenido en sus pulmones, que inconscientemente retenía, seguido de un sollozo.
Entonces las sospechas eran ciertas, su madre era quien había influenciado a Joffrey para asesinar a Eddard Stark. Los rumores sobre la relación incestuosa entre ella y... su tío Jaime.
—Irás a la guerra —susurró.
Era una afirmación, no una pregunta.
—Lo haré —levantó su mentón, sus ojos azules mantenían lagrimas queriendo salir.
Habían asesinado a su padre injustamente y retenían a sus hermanas Sansa y Arya en Desembarco del Rey contra su voluntad.
—Mi padre jamás habría permitido esto. Todo... está mal —murmuró sintiendo lagrimas por sus mejillas.
Él tomó sus manos e hizo que se sentara frente a la mesa.
—Tú no tienes la culpa de nada —lo miró asombrada —, sé que querías estar en Desembarco del Rey, junto a mis hermanas, para protegerlas, y yo no lo permití, pero de haber estado ahí, me habría vuelto loco por no tenerte.
—Robb...
—Tu hermano te habría hecho daño, incluso tu madre. No mostró piedad, no mostró misericordia por nadie, ni siquiera pensó lo que sus acciones traerían. Se acerca la guerra, y mi deber es guiarlos hacia la victoria. Todo el mundo habla de ti, y eso enfurece a Joffrey, dicen que tú eres la verdadera heredera al Trono de Hierro, la única hija legitima de Robert Baratheon.
Lagrimas silenciosas seguían cayendo por sus mejillas, las palabras de Robb le golpearon muy en el fondo, su propia familia la quería lejos, su propia madre. Su propio hermano, quien solo quería el Trono, quien solo deseaba ser Rey.
—Déjame ir contigo, soy la única que puede razonar con Tywin, yo...
—¡No! — la dura voz de Robb la hizo dar un brinco — ¿crees que dejaré que arriesgues tu vida?
—Robb, por favor...
—Son lo único que me queda aquí — apretó sus manos con las suyas —, no voy a perderte. Eres una Stark, mi esposa, mi Reina. No dejaré que arriesgues tu vida y la de mi hijo.
Mi hijo, había olvidado lo bien que sonaban esas palabras.
—No quiero perderte yo a ti.
El solo hecho de él yendo a la guerra, contra su propia sangre hacía que escalofríos corrieran por sus extremidades.
Se soltó de su agarre y pasó su mano suavemente por su mejilla, el juntó su frente a la ella dando un sonoro suspiro.
—No me perderás— murmuró sobre sus labios —, prométeme que regresaras a Invernalia, protegerás a nuestro hijo, guiaras a mis hermanos en mi ausencia... serás la Reina que amo que seas.
—Prométeme que regresaras a mi, a pesar de todo —con su pulgar limpió una lagrima silenciosa que cayó por su mejilla.
—Siempre, recuerda. Siempre volveré a ti.
Sellaron su acuerdo con un beso.
Beso que probablemente sería el ultimo que compartirían antes de su partida a la guerra.
Volvería a Invernalia sin él. Sería la Reina que espera que sea.
Sin pensar que sería la ultima vez que vería sus hermosos ojos azules, su radiante sonrisa.
Nuestro ultimo momento juntos.
Con vida.
¡Me lleva la jodida Boda Roja!
¡Me llevan los Lannister!
¡Me llevan los Bolton!
So...
La vida sigue, no para Robb, pero sigue.
Ba dum tss.