1 LE DISPARO A UN MURCIELAGO GIGANTE

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  Mira, a veces desearía que mis días fueran solamente lidiar con mis problemas escolares y personales. Nunca pedí que día a día me amenazaran de muerte incontables veces, por criaturas que creí que solo existían en mis libros de mitología. Es molesto.

Sí. Es cierto; Sé que tengo ciertos atributos que me ayudan a al menos aplazar mi rotunda muerte, pero a pesar de eso, morir siempre puede ser una de mis actividades diarias.

Tener ansiedad y déficit de atención ya es un problema. Nunca puedo concentrarme en algo en particular. Es como si mi mente estuviera hecha pedazos, y cada pedazo quiere algo diferente al mismo tiempo. Además, nunca puedo estar quieto. Soy una maquina de constante energía que nunca se acaba. Durante mi vida, me di cuenta a la mala que no era el niño mas obediente o mejor comportado que digamos.

Bueno, si van a leer mi historia, supongo que querrán saber cómo me veo. Seria extraño no conocer esa voz que cuenta una historia. Es tétrico.

De altura, mido alrededor de 1,70 metros, así que puedo ser considerado una persona de altura normal; es como estar en la línea entre la altura de un hobbit y un humano normal.
Hablando físicamente, puedo afirmar que cuento con una salud física muy favorable, destacando sobre todo mi complexión atlética y algo veraniega.

Para empezar, todo comenzó cuando fui al parque central de mi ciudad. Mi escuela había organizado un día de campo para celebrar su aniversario. Estaba algo emocionado debido a que el día de hoy hacia un clima perfecto. El sol iluminaba el día y las pocas nubes que había en el cielo hacían que la luz fuera cálida, no caliente. Comparando el verano y la primavera con otoño e invierno, es algo obvio que son más deprimentes las últimas dos.

Nunca supe porque tenía esta afinidad por el verano, el sol y los días hermosos del verano. Para mi, el verano era una temporada de oportunidades porque no había escuela, podías viajar y a pesar del ardiente Sol, la gente del mundo salía. Era la temporada de las oportunidades... o en mi caso, la oportunidad de morir.

Me encontraba ayudando a mis amigos a acomodar nuestro puesto de hamburguesas, donde estaríamos sirviéndolas a nuestros compañeros de escuela. Los demás habían traído puestos de actividades muy comunes para acampar, como tiro con arco, toros mecánicos y esas cosas.

—Solo faltan estas bolsas con el pan para terminar— Me dijo Roger, un tipo de cabello castaño y ojos verdes— Arion, ve por esas bolsas que contienen la carne.

—Claro, claro— Dije mientras tomaba las bolsas y las colocaba en la mesa. Comencé a prender el asador para empezar a cocinar la carne.

—Creo que necesitaremos más carne— Se acercó Esteban, cargando su muleta derecha.

Era un chico con cabello negro y barba. A pesar de nuestra algo temprana edad, él ya contaba con el vello facial de un hombre hippie adulto.

Él siempre ha tenido que usar muletas la mayoría del tiempo. Al parecer sufre de alguna enfermedad en las piernas que las debilita en ocasiones. Y digo en ocasiones, porque hay días en las que no las necesita.

—Vamos Arion, necesitare algo de ayuda.

Le dije a Roger que cuidara las hamburguesas que ya había empezado a asar y me dirigí con Esteban. Ambos caminábamos hacia el auto donde teníamos las bolsas llenas de carne.

—Es un día soleado, ¿no? — Me dijo de repente.

—Sí. Es el mejor clima que nos pudo tocar—Conteste.

—Claro...— Dijo de manera extraña.

Últimamente, a Esteban lo había notado algo raro. Podía sentir como si estuviera decepcionado; como si estuviera buscando a alguien. Antes suponía que era por la temporada de pruebas, pero hace días que terminaron.

ARION ELAINE: EL HIJO DE APOLODonde viven las historias. Descúbrelo ahora