Dolor de zapan

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 Capítulo Siete

 Me desperté con un tremendo dolor de panza que no aguantaba. Así que intentaba convencer a mi hermosa y comprensible madre para faltar al colegio, cosa que no pasó.

Entonces me levanté la cama con esa molestia y fui al baño a prepararme para salir. Y ya con el uniforme puesto y con la mochila en mi espalda, bajé a la cocina y me tomé el té de manzanilla que me hizo mamá.

Una vez fuera de casa, miraba como una pelotuda el cielo, que se veía nublado y de forma inmediata me puse de mal humor porque no agarré mi paraguas.

En eso de mirar al cielo, sentí que pisé algo blando y con un olor a... mierda.

Si, la vida me sonreía siempre.

Con ese olor característico al popo de perro, llegué a la parada del bondi justo a tiempo, ya que el colectivo estaba parado ahí. Al subir, en vez de ir a los últimos asientos, me senté en uno particular en la esquina.

Le recé a Dios, Buda, Satanás y hasta al Gauchito Gil para que el chico del bondi no subiera, pero como era el mejor día de todos, después de unas cuantas paradas, se subió.

Me vio y se dirige hacia a mí.

Agarré rápido los auriculares, los conecté a mi celular y justo cuando me estaba por hablar, me los puse, ignorándolo.

Porque me ilusioné al pensar que quizás podíamos salir juntos y seguir conociéndonos, pero él ya tenía con quien hacerlo.  

El chico del bondi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora