Capítulo Ocho
Estaba en el bondi re tranca palanca, tomando un buen café con leche de la máquina que compré de un kiosko, ya que mi vieja se fue antes al laburo y yo al ser bastante colgada, no llegué a desayunar.
Todo muy tranquilo hasta que se subió él. Lo vi mirar todo el bondi hasta que su mirada se cruzó con la mía. Esto hizo que viniera directamente hacia mí. Encima se puso frente mío, dispuesto a hablar.
En mi mente repetía todo el tiempo que el pibe estaba de novio, que era una boba por flashear cosas donde no había nada, también que me lamentaba ser tan enamoradiza.
Me hice la boluda y me puse los auriculares, mirando por la ventana el día nublado, para ignorar sus intentos de entablar una conversación.
Sin contar cuantas canciones escuché para tranquilizar a mi corazón que latía cada vez más rápido cada vez que lo veía tratando de hablar.
Me tenía que bajar.
Una vez que toqué el timbre, guardé los auriculares en mi mochila. En eso, el muy hijo de fruta vino a mi lado y me dijo:
— Por favor, no me ignores.
Lo miré. Era tan lindo, pero mi orgullo lo era todavía más.
Así que con cara de indiferencia, lo miré y bajé como si nada del bondi.
Y si, lo dejé en visto.
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El chico del bondi.
Novela JuvenilLucía no era una adolescente fuera de lo común. Lo que si la distinguía de la mayoría de sus compañeras, era que viajaba a la secundaria en colectivo. Esto hizo que mediante varios viajes, conociera a Theo, el chico del bondi. En una historia do...