The Truth » Jeon Jungkook ; BTS [Editando]

u n o

—¿¡Entonces qué es lo que quieres saber!?

—¡Tan solo quiero que me digas la verdad!

No tiene sentido ¿verdad? eso es por qué aún no conoces mi historia. Soy Marne Lia, o tan sólo Lia, así me llaman los pocos que considero mis amigos. Está bien, retomaré esta historia de un comienzo, para que empiece a cobrar un poco de sentido.

Todo esto empezó tal día como hoy, uno normal y corriente, yo me dirigía a hacer la que era mi rutina diaria. Estaba sentada en la silla de mi cocina, desayunado unas simples tostadas más secas que yo, acompañado de un delicioso zumo de naranjas y pomelo para no morir ahogada, que por su puesto no me había hecho mi novio. ¡Ay! No me había dado cuenta de mencionarlo antes, pero sí, tengo novio. Se llama Jeon Jungkook, llevamos dos años y medio de relación, exacto, llevamos el mismo tiempo que Cleopatra bajo tierra, puede que haya exagerado un poco... aunque para mi equivale el mismo tiempo, esto puede ser porque esta es mi relación más duradera que he tenido hasta el momento. ¿Cómo decirlo? Tengo un carácter bastante firme, vaya que sí, lo reconozco, soy una cabezota de primeras.

Para no irme por las ramas, después de acabarme mi delicioso pero escaso desayuno, fui a nuestro dormitorio, lo ordené y acabé por hacer la cama. Jungkook ya se había ido de viajes de negocio de nuevo, viaja continuamente, su maldita empresa hace que este menos en casa, que cuando viene su suegra. Por lo que nuestro pequeño y humilde piso que compartimos suele estar más bien vacío.

Me vestí y maquillé para salir al trabajo, me puse por último mi americana gris que cubría la camisa a rayas que llevaba puesta, me até mi castaño pelo a un coletero y ya estaba lista para acudir a ese gran edificio en el que trabajaba. "Trabajar" en un término relativo, soy la nueva y eso solo puede significar una cosa, ¡bingo! , soy la que les lleva el maldito café. Se creen que porque me doblen la edad, son superiores a mí, pero en verdad son unos completos incompetentes pero muy buenos lame culos  con el jefe.

Tras pisar el arcén de la acera, una brisa cortaba mis mejillas, me dio un escalofrío cuando me llegó el aire frío del invierno de Seúl.  Me di cuenta que había escogido mal mis prendas y que debería haber elegido algo más calentito que estos calcetines altos y sustituirlo por una bufanda cálida y abrigada. No tenía demasiado tiempo, por lo que, decidí ir tal y como estaba aunque muriera de hipotermia en el intento.

Dentro de poco será mí aniversario de mi 'archimudanzaalalocura' así es como he bautizado a la aventura de haber venido aquí, tan sólo tengo veinte años, que en el mundo laboral soy un bollito recién sacado del horno. Y la semana que viene hará ya tres años desde que me vine a vivir aquí y una de las razones por lo que he decidido poner ese nombre a esto es porque mis padres estaban poco o nada de acuerdo de que viniera aquí, es decir, mi relación con ellos es de cero a nula, no sé si hablo con claridad, vamos que no hablamos una mierda desde que estoy en Seúl.

Entiendo su preocupación de padres en aquel entonces, yo era una niña de diecisiete años, que iba a hacer un viaje de fin de curso de su promoción, y que de pronto estaba suplicando la estancia ahí sólo por lo que llaman ellos un 'capricho'de chico. Pero es lo que tiene cuando te mantienen en una burbuja constante, haciendo creer que todo es tan fácil como sacar buenas notas y cumplir las tareas y deberes del hogar. Y fue eso lo que pasó, esa burbuja en la que estaba metida, en la que me hacían creer en el mundo color de rosa, estalló.  Y evidentemente no me dejaron, pero en cuanto cumplí la mayoría de edad me perdieron de vista, y desde entonces el único contacto que he tenido con ellos han sido un par de mensajes en los que me suplicaban de mala gana que volviera. ¿Rebeldía? Yo creo que es más un acto de valentía, pero es lo que tiene cuando crees haber conocido el mundo, luego sales, ríes, te diviertes, lloras, te arrepientes, besas, amas, bebes, bailas... en definitiva experimentas y es ahí cuando te das cuenta que no has vivido nada, que te has limitado a hacer lo que te dicen por deber o por obligación.