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HoSeok's Pov

A la mañana siguiente me desperté aún abrazado a Yoongi. Observé detenidamente su rostro.

Sus ojos cerrados, expresión neutra y labios entreabiertos.

Tenía ganas de besarle desde el principio, pero nunca me había atrevido por si se despertaba y quería que nuestro primer beso fuese el mejor beso que jamás recibiría.

Aunque igual ese primer beso nunca llegaría...

Acaricié su rostro suave y delicadamente con el dorso de mi mano y él respondió con una leve sonrisa.

—Yoonie~... despierta... —susurré de forma dulce.

El mayor soltó pequeños balbuceos, propios de un bebé, y a mí me hizo gracia. Solté una pequeña risa contenida.

— ¿Qué has dicho? — acaricié su pelo, aún sonriendo.

— Que tengo hambre... — dijo el mayor con voz ronca por estar recién levantado.

Miré la hora y me di cuenta de que eran pasadas las 13:00 h y, por tanto, era hora de comer.

— Se nos ha hecho tarde, hemos dormido demasiado... Aún quedan espaguetis de ayer, ¿Te apetece? — asintió aún medio dormido. — Entonces vamos arriba, tortuguita~.

Ambos nos levantamos de la cama después de un largo rato luchando de nuevo contra el sueño. Nos vestimos y bajamos a la cocina.

— ¿Dónde están todos? — preguntó el mayor.

— No lo sé, no tengo ni idea de dónde pueden estar. Además no han dejado ni una nota, ni un mensaje... nada. — Serví los espaguetis en platos y los metí al microondas para calentarlos.

— Ah vale... — dicho esto, se sentó en una silla a esperar para comer y siguió tarareando esa canción.

— ¿Qué cantas? — pregunté, estaba muerto de curiosidad.

— ¿Uh? — se sonrojó. — N-Nada...

— Venga, Yoonie~... llevas toda la semana cantando esa canción. Dime al menos el título, por favor... — junté mis manos a modo de súplica.

— B-bueno, vale... ¡Pero no te rías de mí! — contemplé su sonrojo y asentí.

—Te prometo que no me reiré de ti. —Alcé mis manos con las palmas abiertas.

— Se llama "Dueña del morbo"... — me miró mordiendo su labio.

Negué con la cabeza haciendo un gesto de indiferencia.

— ¿No la conoces? — preguntó sorprendido y volví a negar. — Es que... tiene una letra muy...

— ¿Muy...?

— Muy verde... — Se sonrojó de nuevo.

— Siempre te oigo tararear, pero nunca cantar... ¿te importaría? — Hice un puchero intentando convencerle.

Suspiró.

— Bueno vale... —le rugieron las tripas. — Pero primero comemos, que me muero de hambre...

Sonreí y saqué los platos del microondas. Puse uno frente a él y otro frente a mí.

— Buen provecho — dijimos ambos a la vez para después comenzar a comer.

Por mi mente pasaba una pregunta: ¿Cómo debía de ser esa canción para que se sonrojara con solo nombrarla?

Terminó de comer antes que yo y sin decir nada más comenzó a cantar.

—Es la magia del sexo, y antes de que te corras voy a pedirte dos placeres: uno que me la comas, y dos que el seis le muerda la cola al nueve. — Cantaba concentrado, metiéndose mucho en el papel. A veces relamía sus labios y sus dientes o mordía sus labios.

Tragué duro y se me atravesó un espagueti en la garganta. Me levanté de golpe y fui al fregadero tosiendo. Bebí agua pero el espagueti no se movía, así que me metí los dedos en la garganta y agarré el espagueti. Tiré causándome una fuerte arcada que hizo que se me llenasen los ojos de lágrimas. Me quedé respirando aún apoyado en el fregadero y sentí sus brazos rodear mi cintura por detrás.

— ¡¿E-Estás bien?! Ha sido mi culpa, ¿no? Lo siento... lo siento, no volveré a cantar cosas raras mientras la gente come... — apretó su agarre y no pude resistir más.

Tenía que soltar lo que llevaba tanto tiempo intentando ocultar, y atenerme a las consecuencias. Si realmente quería tenerle entre mis brazos para siempre debía decírselo sin rodeos, debido a que su inocencia a veces no es tan buena...

— Me gustas... — hablé casi en un susurro.

— ¿Qué? Perdona, no te he escuchado... — frunció levemente el ceño.

— Llevo demasiado tiempo dándole vueltas... ¿decírtelo? ¿No hacerlo? A veces pienso demasiado... — seguía dándole la espalda.

— ¡Ay, caballito! No sé lo que me quieres decir... —rió algo nervioso.

— Que te quiero, estúpido... — me giré para mirarle. — Que te amo, que no paro de pensar en ti porque eres el centro de mi mundo... — bajé la mirada.

Aquí venía la tradicional bofetada que todos me daban. Si él también me rechazaba empezaría a pensar que tengo un problema y que por eso nadie me quiere...

Se quedó en silencio y bajó la mirada también, frunciendo levemente el ceño, como si estuviese asimilando todo lo que le había dicho. Me separé de golpe, nervioso.

— L-lo siento, y-yo... — tiré de mi pelo hacia atrás. — No debería haberte dicho nada de esto... — salí corriendo a mi habitación, dejándolo con la palabra en la boca.

Cerré la puerta y me tiré a la cama abrazando una almohada, luchando contra las ganas de llorar que cada vez iban a más. ¿Por qué tuve que decírselo? Soy un maldito bocazas que no para de meter la pata, y esa ocasión no era una excepción. Al menos me quedaba el consuelo de que no me había abofeteado... algo es algo, aunque ese algo siga rompiendo mi corazón poco a poco...

Escuché llamar a la puerta. Estaba claro que era él, puesto que estábamos solos en casa.

— Hobi, ¿puedo pasar? — hablaba en un tono suave y calmado.

— S-sí... — mordí mi labio intentando contener las lagrimas que amenazaban por caer por mis mejillas.

Pasó en silencio, con expresión neutra y calmada, y se sentó al borde de la cama, justo a mi lado. En ningún momento me miró, pero yo no pude apartar la mirada de él. Le vi entrelazar sus dedos y jugar con ellos, estaba nervioso.

— Yo... lo siento... — estaba atónito, ¿no iba a pegarme ni a rechazarme y encima me pedía perdón? — Soy un cabrón...

Vi como sonreía levemente de costado, pero no era una sonrisa de alegría, era triste y temblaba, hasta tal punto de dejar de sonreír y hacer una mueca.

Sabía que esto no acabaría bien...








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Enséñame a quererte... ~YoonSeok~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora