1. Luna Llena

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La pálida luz de la vela tembló cuando la ráfaga de viento entró por la ventana de aquella habitación. Estaba en el último piso del edificio, el más alto de la ciudad, el mismo que en la lejanía se distinguía como sobrepuesto en la postal del Monte Hokage. La Habitación Sin Fin le llamaban por ser un lugar prohibido, lejano y sellado para todos en Konoha. La habitación que nadie pisaba, excepto el líder de la villa.

Las pesadas cortinas danzaron con la misma caricia. Se escuchó un murmullo austero. Algo cayó al suelo y un cristal se hizo añicos. La rutilante luz iluminó la mancha roja en la alfombra. Alguien se acercaba en el pasillo con pasos rápidos y alterados. <<El guardia>> Las garras de una mano se encajaron en la suave carne de la espalda y los afilados dientes desgarraron la piel del cuello haciendo brotar una nueva fuente de sangre al tiempo que luchaban por oprimir un gruñido doloroso.

─Oye, tú... ¿estás bien? ─Dijo la voz de afuera con desprecio cuando el visor de la puerta de acero se abrió.

Los dientes arrancaron la carne y tras masticar un poco, la criatura la tragó recogiendo con la punta de la lengua la sangre que corría por sus delgados labios. El viento volvió a soplar ahora con más rabia y el fuego de la vela se extinguió. Estaba sonriendo, el hombre lo supo a pesar de la desquiciante oscuridad. Lo supo por aquel par de ojos rojos tan intensos como el mismo olor a muerte.

─Maldita bestia... ─Susurró con indignación al escuchar que un cuerpo inherte golpeó el piso.

La criatura se lanzó a él hasta golpearse contra la magnífica protección que lo enjaulaba y haciendo retroceder al hombre por la impresión y el temor a verlo libre de la habitación sellada.

El ambiente se llenó de un rugido espectral que se extendió por toda la ciudad.

Ya era luna llena...

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El Hokage estaba muy atento a la situación fuera de su oficina, viendo el transitar de la luna como cada mes, igual que había hecho durante los últimos quince años. A la espera del llamado en cualquier momento, sabiendo que sólo era cuestión de tiempo para que lo inevitable sucediera. Lamentablemente, ya estaba acostumbrado a vivir en semejante estado de incertidumbre, porque él mismo se había condenado a vivir así.

<<Llegará el momento en que tenga que salir...>>

Ese pensamiento se hacía cada vez más frecuente y el temor a revelar la verdad, más fuerte.

Volvió su rostro a la pared frontal de la oficina. Los escudos de cada familia de la ciudad se dibujaban en ella rodeando a los dos más importantes; los Senju y los Uchiha. ¡Qué duro había sido mantenerse neutral entre esos dos bandos! Si no hubiera sido por sus propios aliados; los Nara, los Yuhi, los Shiranui... La mente y la voluntad del viejo Sarutobi Hiruzen se habría quebrado tiempo atrás. Aún así, se mantenía firme con el peso de la culpa sobre sus hombros, siendo consciente de que estaba por alcanzar su propio y lamentable límite. Y cuando eso sucediera, cuando la muerte por fin lo alcanzara, iniciaría una nueva guerra en la hermosa ciudad de Konoha.

─Por favor, cuerpo mío... déjame terminar lo que tengo que hacer para poder morir en paz... ─Musitó.

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El cuerpo de Hyuuga Hinata se estremeció al despertar súbitamente esa noche. Ante la calma en medio de la oscuridad, creyó que había sido un mal sueño. Una pesadilla donde un rugido ultraterreno estremeció a toda la ciudad. Su corazón se desbordaba por el miedo. <<Otra vez...>> Respiró.

La Habitación Sin FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora