7. Lluvia

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Naruto miraba el camino detrás de él como si en cualquier momento viera aparecer a Sasuke llamándolo. <<No te tardes...>> Daba unos pasos y volvía a mirar atrás. <<Sasuke>>

Habían andado sin descanso desde el anochecer y a pesar de eso, ninguno parecía cansado. En especial, la vieja Chiyo, que con cada paso, su mirada volvía a brillar con emoción, hasta que no pudo contenerse más.

─Ahí está... el País de la Lluvia, el país que Namikaze Minato fundó. ─Reveló como un gran logro, señalando uno de los ríos más anchos y caudalosos del continente que también servía de frontera con el País del Fuego. Continuó la anciana─. En este lugar, está toda la herencia que tu padre dejó para ti, Kurama-sama... Lo que necesitarás para cumplir con tu destino...

Cuando llegaron a la orilla del río, dos encapuchados les salieron al paso.

─Bienvenida, Chiyo-baasama. ─Dijo el muchacho con una reverencia.

El acto resultó muy peculiar para Kiba, quien esperaba algo un poco más agresivo. El chico apenas unos años más joven que el licántropo miró detenidamente a los acompañantes de la anciana. Y a pesar de su mirada desconfiada, su actitud rayaba en la máxima educación.

─Estábamos esperandolos.

El otro hombre se bajó la capucha negra revelando su rostro; el de un anciano con barba y anteojos redondos.

─Pasen por favor. Hace un rato llegó Karin-sama, nos dijo que ustedes vendrían. Nuestro Señor los está esperando...

La vieja sonrió con un semblante aliviado. Miró a los jóvenes y el desconcierto que provocaron los dos hombres en ellos.

─Tazuna-chan e Inari-kun son los guardianes de esta parte del río. Se encargan de que ningún extraño paso ilegalmente por el puente hacia el país...

Hasta ese momento, una inmensa bruma cubría parte del río. Kiba ya había escuchado que en aquel místico país, todo el año llovía a causa de una extraña condición en su topografía, pero nunca se imaginó verlo con sus propios ojos.

El viejo y su nieto los escoltaron hasta la entrada del puente que quedaba por completo cubierto por la neblina que al mismo tiempo les servía de cortina para no ser vistos por posibles vigías de Konoha. Sólo tenían que seguir el camino y una vez estando del otro lado, estarían a salvo del peligro del País del Fuego.

Cuando Naruto pasó junto a Inari, llamó su atención la insignia de su túnica negra. Era una nube roja. El anciano también la tenía. De pronto, el rubio tuvo un recuerdo; una vez, un hombre con ese símbolo entró a La Habitación Sin Fin. <<No te asustes...>> Le dijo. <<Sólo quería conocerte...>> <<Te llamas Naruto, ¿verdad?>> Segundos después el hombre desapareció de la misma forma en que llegó; a través de un agujero negro que lo succionó.

Naruto era sólo un niño y nunca quiso hablarle de eso a Sarutobi. No sabía si era verdad o si había sido producto de su imaginación en medio de la terrible soledad en la que se crió por sí mismo. Y ahora, tenía curiosidad por saber qué significaba esa insignia. ¿Quién era ese hombre de un solo ojo? ¿Cómo logró entrar a una habitación completamente sellada? ¿Y por qué nunca regresó?

Estaba caminando con tanta incertidumbre en el corazón que llegó a la conclusión de que a pesar de estar rodeado de personas que decían apoyarlo, su soledad era la misma que tenía dentro de La Habitación Sin Fin, tan así, que incluso Sasuke se encontraba lejos de él.

Al bajar del puente, se dibujo la silueta de la ciudad; los múltiples rascacielos que se fundían unos con otros a la distancia haciendo una figura delineada como con espátula, la lluvia cayendo difuminando la imagen, y la gente caminando por las calles con una tranquilidad casi hipnotizadora.

La Habitación Sin FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora