La Habitación Sin Fin

9. Cadena

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A unos kilómetros de distancia, la onda expansiva golpeó a Hinata y a los demás, pero sólo Sasuke fue capaz de escuchar el rugido de Naruto. Sin pensarlo mucho, aceleró su paso dejando a los otros atrás, con rumbo a la ciudad de la Lluvia.

Cuando llegó a la orilla del río, ya podía ver la magnitud del infierno desatado en la ciudad. Conforme cruzaba el puente en dirección contraria a la gente que buscaba un refugio, sintió la misma presión atmosférica que unas noches atrás respiró en Konoha. No había duda, Naruto volvió a desplegar su enorme poder.

La silueta de la ciudad se dibujaba entre la bruma, un par de rascacielos cayeron sin sonido alguno y tan sólo unos instantes después, una nube de polvo y dos tremendas explosiones obstaculizaban sus sentidos. Se cubrió la cabeza para protegerse cuando sintió que el aire arrastraba consigo escombros de metal y piedra. La lluvia se detuvo por un segundo cuya claridad hizo que su piel se estremeciera; un grupo de monstruos peleaban embravecidos contra el Kyubi sin lograr contenerlo. El zorro los lanzaba por el aire sin ningún esfuerzo, mientras un gato de fuego azul se dedicaba a proteger a la gente en su evacuación.

Sasuke sabía que tenía que llegar con Naruto, tenía que acercarse al Kyubi a como diera lugar sin detenerse a pensar qué hacer después. Llegar a Naruto era lo único que movía su cuerpo.

Pasó entre las patas del gato de fuego, esquivó a una enorme babosa que emitía burbujas explosivas contra el zorro. Trepó una de las cinco colas de un caballo blanco que embistió a Kurama. Y cuando el monstruo cayó, Sasuke saltó para aterrizar en su hocico. Sus grandes ojos rojos ardían en furia y desespero, pero había algo más en ellos, un dolor sobrecogedor que lastimaba a Naruto.

Kurama se incorporó con más rabia, sus garras se alistaron para contraatacar al caballo, le lanzó un zarpazo a algo que parecía una libélula que sobrevolaba a su alrededor, sacudió de sus colas a un mapache y un mono que lo sujetaban, se lanzó por completo contra una tortuga de caparazón espinoso y luego fue contra el toro-pulpo.

Sasuke le gritaba por su nombre. << ¡Naruto, reacciona! >> Pero la estentórea voz de Kurama no le dejaba escuchar. << ¡Naruto! >> Al final, el zorro fue el único en quedar en pie. Y cuando pareció calmarse vio aquel oasis florar intacto. Lanzó otro rugido. El Uchiha sintió una nueva punzada de dolor emerger de la más profundo de su interior. << Eso es... >>

Un momento fue suficiente para leer la inscripción y comprender la causa que lastimaba el corazón que él, mejor que nadie comprendía, aunque sin saber por qué. Aquellas palabras eran el verdadero legado de sus padres y la tristeza le impedía comprender su verdadero significado.

Su Sharingan se activó obligando a Kurama a verlo y en un instante el zorro ya estaba dominado y la calma volvió a Amegakure.

─ ¿Ese chico es la Cadena de Kurama? ─Preguntó Yagura en su forma humana mientras auxiliaba a Fuu, que aún no lograba controlar del todo su propio poder y cada vez que hacía uso de él, corría el riesgo de salirse de control.

Chiyo miraba todo desde el Templo del Rey Tengu, junto a un grupo de personas que esperaban algo.

─Llegó justo a tiempo... ─Dijo la anciana sonriente─. Sasori, ve con Son Goku-sama y apoyen a Sasuke, él aún no sabe cómo suprimir el poder de Kurama-sama... ─Ordenó a su nieto, un joven pelirrojo de mirada distante y sobervia. Roshi caminó a su lado con más confianza hasta que volvió a transformarse en el mono de cuatro colas. Sasori subió a su hombro y juntos volvieron a la ciudad.

Cuando la conexión psíquica entre Sasuke y Kurama estuvo establecida, un ardor incontrolable apareció en la espalda del muchacho, parecido más a una quemadura a la altura del corazón. Sus piernas se doblegaron, iba a desactivar el Sharingan pero Sasori lo detuvo a tiempo.