12. Guerra

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Nara Shikaku era considerado el hombre más inteligente de Konoha. Era temido y respetado por sus enemigos por poseer la sangre más fría y desinteresada que hubieran visto en alguien. No era que a Shikaku no le importara nada en batalla, sino todo lo contrario, tenía claras sus prioridades y sus objetivos. A Shikaku no se le podía persuadir de nunguna forma posible. Muchos creían que no tenía escrúpulos... pero se equivocaban. Existía una persona a la que Nara Shikaku admiraba, protegía y amaba con todo su ser; su hijo.

Shikaku sabía que su primogénito era especial. Superaba con creces su famosa inteligencia y sobre todo, su fuerza. Sólo tenía un pequeño defecto. Shikamaru era excesivamente perezoso. No porque le faltara energía o sufriera una especie de exótico" transtorno mental, simplemente era que le faltaba motivación, un deseo, un objetivo que seguir... Sí, Nara Shikamaru era el mayor orgullo de su padre, pero también su más grande debilidad. El propio Sarutobi se lo dio a notar el día que le propuso ser el siguiente Hokage.

<<Es lo mejor que puedes hacer por tu familia...>> Dijo <<Puedes usar tu pocisión para motivar a tu muchacho, para adentrarlo de lleno al servicio de la ciudad y enseñarle que esto es lo mejor...>> Pero Sarutobi había errado en una cosa; a los Nara no se les subestimaba.

Un día, mientras Shikaku cavilaba sobre aceptar la oferta del Hokage a sabiendas de lo que eso implicaba en su totalidad, Yoshino, su esposa, le habló sobre un nuevo y raro comportamiento en su hijo. Seguía pasando sus mañanas en la corniza para tomar el sol mientras dormía, pero por las tardes salía de casa sin un lugar fijo al cual dirigirse para no volver hasta ya entrada la noche. Cada día se iba un poco más temprano y llegaba un poco más tarde. Y en varias ocasiones le había visto deambulando por las calles en compañía de un hombre de aspecto nada confiable. Había creído que se trataba de un licántropo por aquellos dientes afilados y ojos asesinos, pero no había dado muestras de cambiar su comportamiento durante la luna llena. Tenía miedo de que Shikamaru estuviera emtido en problemas. Luego escuchó que lo llamaban Zabuza... Y Shikaku lo supo. Las amistades de su hijo no eran nada adecuadas para un niño" de su edad.

Zabuza era buscado a lo largo y ancho del continente por ser un Cazador de Elite. Había terminado con varios clanes vampíricos y licántropos al matar a sus líderes con tanta facilidad que resultaba inverosímil. Había provocado guerras y desastres políticos que en la mayoría de las veces resultabanmal, muy mal para los humanos. Y eso sí le competía a él en lo profesional.

Los poderes más altos del Gobierno buscaban al Demonio de la Nablina por considerarlo más una amenaza para ellos que para sus gobernados.

Pero Shikaku no era tonto y ante una serie de interrogativas, debía aceptar que existía cierto grado de curiosidad y exitación por la posibilidad de que ese hombre peligroso" fuera el responsable de hacer vibrar el opaco corazón de su desinteresado hijo. Y queriendo averiguarlo, aceptó el puesto de Hokage.

Al principio, tanto Tsunade como Fugaku se veían tentados a imponer a su gente como ya antes se lo habían externado al propio Sarutobi, sin embargo, frente a la decisión de respetar la última voluntad del difunto Hokage y del resto de Clanes de Konoha, y por supuesto, ante la enteresa del afamado Nara Shikaku, ninguno de los dos tuvo más remedio que aceptar la supuesta democracia de la ciudad. <<Pudo haber sido peor...>> Susurró Tsunade un tanto molesta pero claramente convencida.

Eso era todo lo que se necesitaba para poder controlar a semejantes personajes de Konoha, según Shikaku quien no dejó de ver a los dos más poderosos a los ojos como uno más de sus iguales aunque se tratara de uno simple y humilde mortal que en realidad jugaba a ser tan poderoso como ellos. Hyuuga Hiashi esbozó una sonrisa engreída al ser consciente de la situación pero aún así, no pudo evitar sentirse admirado por el valor poco usual que un humano hubiera mostrado ante una sola de esas criaturas. Para nadie era desconocido que los vampiros y licántropos ejercían cierto tipo de control sobre los mortales. Uno solo de ellos hacía que toda una familia humana se postrara a sus pies con total sumisión tan sólo con su presencia. Pero ahora Nara Shikaku y antes, Sarutobi Hiruzen habían no sólo resistido esas presencias sino que también se impusieron ante ellas. Y para más asombro de las criaturas, lo hicieron ante vampiros y lobos al mismo tiempo. Como si de humanos, esos dos no tuvieran ni una célula en sus cuerpos.

La Habitación Sin FinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora