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22 de junio, 1930


La luz que entra por el espacio entre las cortinas golpea directamente contra la puerta del armario, dividiendo la habitación en dos. En el halo de luz puedo ver las pequeñas partículas flotando en el aire, y me pregunto si todo el mundo en donde vivimos no será más que otra partícula flotando ahí, tiene sentido de ser así. Es un mundo demasiado compacto, con un sol demasiado perfecto y una luna demasiado necesaria. Todo demasiado bien posicionado como para que sea real. Somos una partícula, somos nada flotando en el todo... y eso en lugar de asustarme; me conforta en sobremanera.

El peso sobre la cama varía, y antes de poder girarme a ver qué sucede, siento los cálidos labios de Frank besando sobre mi oreja, sus brazos rodean mi cuerpo y apoya su rostro contra el mío, mirando hacia donde mis ojos miran.

— Buenos días, dormilón —susurra con su voz siempre animada.

Me giro para poder encararlo perfectamente y al tiempo que me muevo, él cambia de lugar para quedar recostado sobre mi cuerpo, con su torso desnudo pegado al mío. Su rostro está a una corta distancia de mi rostro, y nos miramos a los ojos durante unos interminables minutos antes de recibir un beso suyo en los labios. Cierro mis ojos al recibirlo, y mis manos van de inmediato a su castaño cabello para presionarlo un poco más contra mí, temiendo que se aparte o que desaparezca.

— Buenos días —respondo, aunque un segundo beso apaga mis palabras.

Su cuerpo desnudo se remueve sobre el mío y lleva una de sus manos a frotar sobre mi entrepierna, con la delgada tela del pijama como barrera. Un jadeo ahogado escapa de mis labios, pero no replico nada. Y veo sus ojos inyectados en fuego sonreír junto a sus labios cuando un sonido vuelve a salir de mis labios, y siento el despertar de mi miembro bajo su mano.

— Bingo —dice él, mordiendo su labio inferior.

Su rostro enseña una sonrisa casi infantil, pero su lenguaje corporal es totalmente lo opuesto. Cuando termina de estimularme con su mano posa sus caderas sobre las mías y empieza a frotar su cuerpo con una intensidad que me quita el aliento. Sus manos están apoyadas sobre mi pecho y sus uñas dejan rojos trazos sobre mi piel desnuda. Vuelvo a abrir los ojos solo para encontrarme con los suyos que me miran fijo, y en cuanto lo invito a besarme, su rostro baja hacia el mío, y nos fundimos en un intenso beso. Aprovecho ese momento para cambiar las posiciones, girando para dejarlo atrapado contra la cama mientras llevo una de mis manos a bajar mi pijama para eliminarlos por completo, quedando en iguales condiciones que él. De sus labios brota un gemido cuando muerdo su cuello, y sigue emitiendo ese tipo de sonidos que, como él sabe, me vuelan la cabeza mientras mis manos viajan sobre su cuerpo, buscando llevarlo al límite antes de avanzar en el juego.

— Lo necesito, doc —susurra contra mi oído, haciéndome estremecer—. Lo necesito dentro...

Y eso es suficiente para hacerme perder la razón. Permito que él mismo se prepare con sus dedos antes de quitarlos de ahí, guiándome a su interior antes de terminar de entrar con un movimiento de mis caderas. Mis labios vuelven a cubrir los suyos para apoderarme de cada gemido, aun cuando sé que nadie nos está escuchando. Es todo tan íntimo, tan mío... no puedo permitir que nadie más disfrute lo que yo disfruto. Un nuevo beso nace entre nosotros, es frenético, tanto como sus uñas contra mi espalda o la forma ansiosa con que frota su cuerpo contra el mío para estimular su miembro preso entre los dos.

beyond ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora