Ha habido un beso.
O un par.
Es obvio que no es mi primer beso, a mis diecisiete años de edad, como tampoco es mi primer novio. Espera... ¿Estamos en una relación?
¿De novios o de qué?
El beso fue diferente, ni pasional, ni frío, ni suave, ni con amor. Fue como una noche de frío invierno sin mantas que ponerte encima, pasando frío, pero justo al lado de la estufa que te hace sentirte bien.
Es la metáfora más extraña que he escrito nunca, pero es lo que más se parece a ese beso.
Espero que se repita, creo.
Adiós.