Capítulo 34

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Diego

Iba en el coche de Andrés, un poco nervioso, hacía mucho más de un mes que no veía a mi padre, no tenía ni idea de como iba a reaccionar al verle.

- Eh tio, no te comas la cabeza - me dijo Andrés que me notó pensativo.

- Es que no sé que le voy a decir cuando le vea.

- Pregúntale por qué hizo lo que hizo, necesitas respuestas.

- Si, bueno...

- Todo irá ben, dime a qué hora te recojo.

- A las diez? 

- Me parece bien, me iré al centro de comercial o algo de eso mientras.

- Vale - le dije, ya habíamos llegado - muchas gracias.

- Ni se dan, hasta luego.

Y se fue, y yo estaba en frente de la puerta de mi casa, me decidí a abrirla. Nada más entrar, me dirigí al comedor donde deduje que estarían, y, efectivamente, allí estaban.

- Mira, tete, papá está aquí - dijo mi hermana.

- Hola hijo.

- Hola papá.

- ¿Que tal estás? 

- Clau, cariño, ¿por qué no nos vamos a la habitacion a jugar? - dijo mi madre.

- Vale mami - se fueron y cerraron la puerta.

- Estoy bien - le dije sentándome en el sofá que estaba justo en frente de él.

- Me alegro, me ha dicho tu madr...

- ¿Por qué te fuiste? - le interrumpí.

- Verás hijo... yo necesitaba alejarme un poco de todo, tomarme un respiro...

- ¿Y no podías haber avisado? - le dije en un tono más elevado.

- Lo siento...

- No papá, es que... - tenía la voz temblorosa, a punto de llorar - no cogías ni las llamadas ni nada.

- Me dejé el móvil en casa de tu abuela...

- ¿Y tu tampoco podrías haber llamado? - le dije, y ya me estaban cayendo un par de lágrimas que retiré en seguida de mi rostro.

- Lo siento muchísimo hijo, pero lo importante es que he vuelto, he vuelto para quedarme y no me volveré a ir.

- Espero - le dije y se levantó a abrazarme.

- Ahora cuéntame tú, ¿que ha sido de tu vida? - me preguntó - tu hermana me ha comentado algo de una chica...

- Será bocazas... si, bueno, es mi... novia aunque no oficialmente.

- Me gustaría conocerla algún día, dicen que es muy guapa - dijo guiñándome un ojo.

- Si... lo es, la más guapa.

- ¿Estás enamorado? 

- No lo sé, ¡y tampoco te lo diría! - me reí.

- Ay, bueno, bueno... que sepas que me alegro mucho.

- Gracias papá.


Seguimos hablando durante un buen rato de todas las cosas que habían pasado desde que él se fue, hasta que fueron las diez y Andrés me llamó. Subí al coche y al principio me quede callado.

- ¿No me piensas contar nada? - me dijo Andrés - ¿como ha ido? 

- Bien... muy bien de hecho.

- Me alegro nen.

- Yo también.

Le dije a Andrés que me dejara en el chalet de Paula, llamé al timbre, su abuela me abrió y ella estaba cenando. La saludé y me senté a su lado, su abuela me ofreció cena y no me pude negar, ay que, si no, me la metería en vena.

- ¿Como te ha ido con tu padre? - me preguntó.

- Muy bien, la verdad, no me esperaba para nada que iba a ser así - le conté - ah, por cierto, quiere conocerte.

- ¿En serio? - se rió - dile que se venga un día de estos, el día del espectáculo, por ejemplo, cenamos y luego pasamos un buen rato.

- Se lo propondré.

- Y tú, ¿como estás? 

- Bien también, ¿y tu Pau? 

- Bien, aunque no he hecho nada en toda la tarde a parte de pensar en como te iría con tu padre.

- Que niña - y la besé.

Cuando acabamos de cenar nos fuimos a la discomóvil. De camino Paula me preguntó que si sabía algo de Ángel o si había pasado y yo le dije que no, que Andrés no me había contado nada, pero suponía que si algo había pasado Rosi sería la primera en contárnoslo.

Llegamos, y allí estaban todos menos... menos Ángel.

- ¿Y Ángel? - le preguntó Paula a Hector.

- Ha preferido quedarse en el chalet viendo una peli.

- Allí esta bien - dije yo.

- También me ha dicho algo de que mañana se iría, que visto que aquí nadie le quiere...

- Si, ahora que me vaya de víctima. No te jode... - dije.

- ¿Que decís de una víctima? - apareció Rosi.

- Ángel, que mañana se va - le respondió Héctor.

- ¿Que? - y a Rosi se le borró la sonrisa de la cara, dio media vuelta y se dirigió a la puerta.

- ¿A  donde te crees que vas? - le gritó Paula.

- A que Ángel no se vaya - le contestó ella.

- Me voy con ella.

- ¿Para que? - le pregunté.

- Porque es mi amiga, y ese tío esta como una regadera.

- Te acompaño - le dije.

- Puedo cuidarme sola - me dijo.

- No lo dudo, pero como tu bien dices, está como una regadera.

- Si Rosi le quiere hacer recapacitar para que no se vaya, no creo que tu le vayas a ser de mucha ayuda.

- Ya bueno...

- Venga me voy , nos vemos en un rato - me besó y se fue.



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