Capítulo 17

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El cuerpo tieso, el dolor de sus caderas que era opacado por el dolor de su estómago queriéndose comer a su hígado más los malditos rayos de sol que se filtraban por la ventana solo hicieron que el pobre omega despertara de un largo letargo que quién sabe cuánto duró, lo último que recordaba era que sintió un intenso calor y luego toda su vista se nubló, ¿cuánto tiempo había pasado realmente? Jamás supo cuánto duraba su celo en verdad, todo gracias a los medicamentos, ahora estaba tan perdido que no sabía si era la mañana siguiente o había pasado una semana entera entre las sábanas, pero abrió los ojos y su mente se iluminó.

Supo que nada de eso importaba cuando observó a su costado y pudo divisar el cuerpo de su alfa hermosamente desnudo y dormitando sobre las almohadas. Jeremy se sintió dichoso, un alfa había cuidado de su celo, un hermoso alfa quien ahora se encontraba a su lado y era su dueño. Sonrió porque sentía cada parte de su ser vibrar de felicidad y dicha, estaba seguro de que Owen empezaría a tratarlo de una manera diferente ahora que -oficialmente- se habían apareado durante el celo de ambos.

Y Jeremy se permitió observar al hombre dormitar, gruñía ligeramente y eso le hacía preguntarse si es que el celo del alfa ya había menguado como el del omega. Jeremy sintió un calorcillo llegarle a las orejas cuando pensó en complacer a su alfa en celo mientras que él no lo esté ¡Qué cosas pensaba! Pero... a pesar de eso, lo haría. Y una risilla se escapó de sus labios al imaginarse tal escena. Owen despertó por el sonido e instantáneamente arrugó la frente al encontrarse con los rayos de sol filtrados. A diferencia de Jeremy, el alfa sí sabía cuánto tiempo había transcurrido gracias a que la mucama se dedicaba a traerles lo necesario para sobrevivir y fueron casi tres días en los que estuvieron en esa habitación.

¡Vaya! Tres malditos días en los que solo se dedicó a llenar una y otra vez al chico omega. Ahora sí que se arrepentía de lo que había hecho. Su cuerpo ya no se sentía tan caliente e incluso parecía un poco más relajado, los músculos de su clavícula no estaban tensos y sentía que podía suspirar, quizás no se arrepentía tanto, solo se arrepentía de algo y ese algo se trataba de Jeremy. Por supuesto que Owen no quería hacer aquello, pero, a pesar de sus intentos, no lo pudo evitar ¿qué fue lo que desató el desastre? Quizás el hecho de que Jeremy deje de tomar las pastillas que la mucama le traía o quizás el hecho de que Owen lo hubiera hecho vestir con aquellas prendas tan provocadoras las cuales en ese momento se encontraban regadas por el suelo, rasgadas como si fueran simples harapos.

Owen se reincorporó sobre las sábanas​ y se frotó el rostro sin observar al omega quien se encontraba atento a cada acción de su alfa. El alfa miró la mesa de noche, ahí dentro estaba el arma ¿debía hacerlo? No, no lo haría ¿qué demonios estuvo pensando esa noche? Sabía que no podía asesinar a alguien como si fuese lo más mormal del mundo, menos si el asesinado era su propia pareja. Suspiró con pesadez y giró para ver a Jeremy... ¡ya sabía lo que sucedía! Era aquel niño que se encontraba allí, Jeremy era tan hermoso y tan atrayente que era imposible el hecho de odiarlo hasta querer asesinarlo, era incluso imposible su triste existencia ¿de dónde realmente había salido? ¿acaso un alfa tenía miedo a un omega?

—Owen... ¿T-te sientes bien? —susurró el chico cuando su alfa se alejó de él como si tuviera alguna enfermedad.

—Solo necesito un baño —Owen se excusó, ¿por qué no podía reaccionar ante aquella felina mirada? Sus sentidos se sentían taponados por la presencia de ese chico, a pesar de tener buenas razones, no podía odiarlo.

Y aunque quisiera darle la vuelta al tema unas mil veces, debía hacerse cargo de su trabajo luego de esos tres días de ausencia. Como pudo dejó sus pensamientos de lado y más ligero dejó que la lluvia artificial purificara a su cuerpo para después de vestirse con unos pantalones y una americana que fue hecha a medida, salió del vestidor encontrándose con un Jeremy quien, como vino al mundo, buscaba entre sus ropas algo que ponerse. No evitó observar aquellas sutiles curvas que lo tentaban ni esos risos dorados que lo hacían ver muy adorable, como un pequeño niño que ahora le pertenecía en toda la extensión de la palabra.

Inconsciente [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora