Wen Jun Hui.

347 43 19
                                    



Un viernes por la tarde, luego de salir de uno de sus tantos trabajos, fue cuando conoció a un hombre que le llevaba unos dos o tres años. Era apuesto justo como le gustaban. Lo invito a salir y pasaron todo lo que resto del día y noche juntos, estaba encantado por su personalidad, le hizo reír y bailar como hace tiempo que no lo hacía. Por un instante se olvidó de todo y se sintió como su yo del pasado. Aquel que vivía sin preocupaciones y lo único que tenía que hacer era estudiar. Supuso que tal vez estaba sintiendo lo que todo el mundo llama "amor a primera vista" y le encantaba saberse capaz de conocer algo tan ridículo como eso.

Los días pasaron y el aún seguía viéndose con aquella persona. Se reunían cuando podían, por sus diferencias horarias ya sea por su trabajo o por los del contrario, aun así, el poco tiempo que se veían era suficiente para mantenerlo de buen humor. Procuraba mantener su otro "trabajo" lo más oculto posible, no quería arruinar aquello que consideraba especial.

Fue cuando cumplieron un mes y medio de novios que descubrió que le gustaba las cosas relacionada con peluquería. No tardó mucho en tomar un curso intensivo de aquello. Cuando ya iban por el cuarto mes, es cuando escucho la sugerencia de vivir juntos de parte suya, creía que era demasiado pronto. Pero ignoro esa parte racional y acepto porque estaba "enamorado", agarro sus pocas cosas y se fue al departamento de su pareja que se encontraba en una zona poco confiable.

Se sentía finalmente completo y comprendido, a pesar de que aún no le revelaba su secretito sucio, él estaba bien. Ya para ese entonces no recibía mensajes y llamadas pidiendo su atención, debido a que las rechazaba e ignoraba.

Era en pleno invierno cuando en la comodidad de su cuarto, fumando un cigarrillo tranquilo, que las cosas fueron de mal en peor. Luego de consumir aquello que dañaba sus pulmones, se levantó y se dirigió a la pequeña cocina del lugar para prepararse un café. Mientras esperaba a que se hirviera el agua, se puso a tararear una canción que había escuchado en su infancia, buscando aquellas masitas que acompañarían su desayuno.

No alcanzo ni a probar su café, que fue cuando vio a su pareja ingresando de golpe al lugar bastante enojado, en el poco tiempo que llevaban juntos nunca había visto tal expresión en su rostro. No le dio tiempo a preguntar por su estado que ya se encontraba en el piso con el labio partido y su amado café derramado. Le costó un poco comprender los gritos e insultos, estaba confundido, cuando sintió el tirón en su cabello obligando a mirarle fue cuando le cayó la ficha.

Lo había descubierto, su pequeño secreto había sido revelado y no de la manera que tenía planeado hacerlo, frente suyo había una foto mostrando su otra cara. Y no tardo mucho para conocer la de su novio. Los golpes que recibió no se comparaban a los de su padre ni mucho menos a las pequeñas peleas callejeras que tuvo anteriormente, y sintió miedo porque el otro le sacaba ventaja en varios sentidos y por mucho que trato de defenderse o evitar los golpes, le fue imposible. Aun así, después de que se calmara, se acercó y le rogo otra oportunidad.

No quería perder aquello que consideraba amor.

Aunque en el fondo sabía que no era así. Que ese "amor" nunca existió.

Si bien logro que le diera otra oportunidad, las cosas no volvieron a ser iguales, pero se negaba a ver la realidad. Aquel joven apuesto que conoció, que le hizo reír y bailar la primera vez que se vieron, desapareció o tal vez todo fue una farsa porque la persona con la que convivía era una fría, posesiva, violenta y de poca paciencia. Cuando despertó en el suelo del baño, luego de quedar inconsciente gracias a las muestras de "cariño" que recibió anteriormente, es cuando se dijo a si mismo que debía parar esto, por mucho que le doliera debía hacerlo, porque lo único que le esperaba de todo eso era su muerte. Y no estaba en sus planes hacerlo. No aún.

CORROMPIDOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora