Libre albedrío

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 15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !Ojalá fueses frío o caliente!

16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Apocalipsis 3:15-16.

En clases de filosofía en la universidad un día el profesor mencionó que la libertad consistía en responsabilizarnos de las consecuencias de lo que hacemos. Fue una respuesta bastante hereje si lo comparamos con aquello que la biblia dice acerca de la gracia y misericordia de Dios: Aún siendo pecadores ya no somos deudores porque Cristo pagó todo castigo por nosotros y, encima de todo, nos daba bendiciones inmerecidas. (parafraseado)

Supongo que la esencia está en aceptar y recibir lo que Dios hizo por ti, si un regalo no se acepta no se puede usar. Por ende, ahí viene el "hacerse responsable de las consecuencias de los actos", cuando no quisiste recibir la ayuda disponible.

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Luego de ese ferviente último encuentro, superamos el primer fin de semana "juntas", o procurando no terminar. Fue una lucha incesante tanteando terreno para escrutar su estado de ánimo y eludir decir cosas que pudieran estimular su arrepentimiento y avidez de "hacer las cosas bien" y bloquearme.

El día lunes era feriado, no se realizaron las clases de canto por lo que no la vi, pero utilizamos nuestro tiempo libre en casa para hablar por skype y así pasar tiempo juntas... aún detrás de la pantalla su compañía era asombrosa y gratificante.

Al llegar el martes decidió ir a buscarme a la universidad. - Solo dime cómo llegar e iré por ti. - Le dí indicaciones y afortunadamente el bus que circulaba por su casa la dejaba frente a mi lugar de estudio. Llegó un poco antes del término de mis clases y me esperó fuera del aula. Sentí vergüenza y salí antes de clases para irme con ella y que mis amigas no la vieran, no quería que nos jorobaran o que ella se sintiera incómoda. Me hallaba como una verdadera adolescente realmente nerviosa, ruborizada, acalorada... ella tenía un efecto tan incuestionable en mí.

Deambulamos por mi universidad en dirección a la playa, bajamos por la calle esquivando gente, riendo, hablando, mirándonos.

Luego de llegar al borde de la costa notamos que en la arena había un hombre durmiendo, decidimos no bajar a la playa. - siempre evitábamos tener sujetos cerca, el contacto físico entre dos mujeres suele ser un tema tabú para el sexo masculino y es bastante desagradable ver sus miradas de estímulo y curiosidad. - Volvimos a cruzar la avenida principal que separaba la costa de una plazuela ubicada en las faldas del cerro donde se encontraba la universidad, subimos una escalera y al encontrar el pasto nos sentamos allí.

Podría jurar que esa tarde se rindió a mi amor, que ese día abdicó a la ideología de que estaba bien intentar alejarse y se convenció de que quería estar a mi lado.

Perdí la noción del tiempo en aquella expansión de césped donde descansé en sus brazos, nos reímos de las incoherencias y coincidencias, nos besamos hasta desgastarnos el maquillaje, y nos burlamos de la gente que transitaba por alrededor. Así quería vivir, con su relajación a mi lado, donde nada más importaba.

Al levantarnos, cuando ya era hora de comer y viajar a la ciudad marina, notamos la presencia de unos constructores en la avenida por donde unas 2 horas antes habíamos caminado. Nos observaban y, por la expresión de sus rostros, no podían creer que fuéramos dos mujeres. - y tan femeninas. - Intentamos caminar rápido y sin mirarles, cuando se escucha un grito de burla y un par de carcajadas.

Amor Irreverente (Daniel 2:22)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora