Capítulo dieciocho

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Camilo

Después de una semana demasiado intensa en la playa volvimos a Santiago.  Los últimos días fueron súper poco productivos, los chiquillos no me pescaban mucho y la Michelle ni me miraba, y esa huea me daba mucha lata.

Me levanté y me puse el uniforme, empezaba otra semana rutinaria más, que paja hueon.

Bajé y mis viejos ya se habían ido al trabajo así que me hice un pancito para irme comiendo en el camino.

Llegué a la sala y el Seba en vez de estar durmiendo como de costumbre estaba pegado al celular.

—¡Wena Camilito!—me saludó.

—¿Y vo? ¿desde cuándo tan animado?—lo miré raro.

—Ah hueon pesado.

Me reí y me eché en la mesa.

—Oye hueon, después de clases ¿acompañame al mall? tengo que comprarme unas zapatillas.

—Puta hermano.—dejo el celular encima de la mesa.—Voy a ir a buscar a la Cassie al colegio.

—Ts así con los amigos que te cambian por minas po.—lo miré feo.—Se ven todos los días y mas encima la vay a buscar al colegio, macabeo culiao.

—Eris envidioso hueon. ¿Por qué no me acompañai y después vamos al mall?

—Claro, y después ando como los hueones tocando el violín.

—Va a estar la Michelle.—me movió las cejas.—Además con la Cassie somos amigos nomas.

—No sabía que los amigos se comían. —me reí. —Y no quiero ver a la Michelle.

Seguía sentido con ella, me sentí utilizado hueon. Quien me manda a creerle también si hace como tres semanas atrás andaba loca por el Matías.

Por otro lado igual quería verla, y hablar bien las cosas con ella. Ya no éramos pendejos como para pelear y no hablarnos más.

Llegó la profe y no hablamos más.

El día pasó sin ninguna novedad. El Seba andaba pegado al celular y ni me hablaba el hueon.

A la salida se despidió de mi y después de pensarla un rato lo seguí.

—¡Seba hueon, espera!—se sacó un audífono y se dio vuelta.

—¿Que huea?

—Te voy a acompañar, me da paja ir al mall solo.

—Ya oh, vamos.

El colegio de las chiquillas igual quedaba lejos así que fuimos al paradero a tomar la micro. La huea pasó al tiro y llegamos como 15 minutos antes de que salieran.

—¿Que te dio por venir hueoncito?—me preguntó el Seba.

—Ya te dije, no quería ir solo a comprarme las hueas.—me encogi de hombros.

Me miró con los ojos entrecerrados como cuestionando mi respuesta pero no me dijo nada.

Después de un rato empezaron a salir todos y entremedio de un grupito venían las chiquillas.

La Cassie vio al Seba y corrió a saludarlo, la Michelle la siguió y al llegar dónde nosotros me saludó con un beso en la mejilla.

—Ya chiquillos, pasenlo bien. Le eché un condón en la mochila a la Cassie, no quiero ser tía aún, los amo.—se despidió de los chiquillos y a mi me hizo una seña con la mano.

—Pero hueona, no te vayai po.—el Seba la detuvo.—Vamos a ir al mall con los chiquillos, anda con nosotros.

—Mh no hueon, me da paja.—puso cara de disgusto.

Coincidencias culiásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora