Nathaniel era un chico muy estudioso, responsable. Sin embargo, vivía bajo la presión y prejuicios de su padre, quien quería que él fuese el hijo perfecto.
Un día su amigo, Castiel, lo invita a un bar para relajarse y ahí conoce a una chica llamada...
-¡No!...-sin querer retrocedí y me tropecé yo mismo haciendo que cayera, pero al hacerlo noté que caí encima de alguien.-Lo...lo siento- me levanté y sin querer volví a resbalar.
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-¡Lo lo siento!- quité mi mano del pecho de la chica, por Dios que vergüenza, estaba muy sonrojado.
-No...no te preocupes- cuando la vi, pude ver sus preciosos ojos de color celestes, estaba vestida con una blusa y una falda muy pequeña- ¿Por qué me miras tanto?- sonrío
-Ah...yo..eh...-me había quedado admirándola
-Ja ja ja lo siento preciosa, mi amigo solo se quedo hipnotizado con tanta belleza- Castiel ayudó a la chica a pararse y le dio un beso en su mano
-Que caballero, bueno yo me voy... nos vemos chicos- ella nos guiñó un ojo, me quedé mirándola por unos segundos... era muy linda
-Creo que ya conseguiste a la chica con la que pasarás una noche emocionante
-¡Estás loco!, no tendré nada con nadie, no me pueden obligar
-Amigo, ese es...
-No, no lo digas- dije- Mejor hagamos otra cosa, ¿Qué se te ocurre?
-Bueno, iremos por unos tragos y a ver a las chicas, yo tengo que esperar que la mía baile y luego apostar dinero para llevármela a una habitación
- ¡Es por eso que me trajiste aquí!- me exhalté, él sonrío... que mas daba, me digné a suspirar, seguí a Castiel hacia la barra, él pidió dos vasos grandes de cerveza, cuando los trajeron, pude ver que contenían demasiado alcohol.
-¿Qué pasa, no me digas que nunca has tomado?
-Si...pero solo vino no cerveza
-Vamos hombre disfruta hoy es tu noche libre, debes distraerte lo más posible y olvidar tu complicada vida- bebió un sorbo- Al menos por una noche no pienses en nadie y solo en ti.
-Esta bien...- bebí un sorbo, era amargo, pero en fin, volví a beber y beber, será cierto que la cerveza cura las heridas, creo que hoy lo comprobaré.
Después de un rato iba por mi tercer vaso de cerveza.
-Mira Nathaniel, ya va a empezar
-Por fin- pude ver a las chicas bailar de una en una, los hombres que se encontraban ahí, gritaban el dinero que pagarían por tenerlas.
