"Una feliz oportunidad"
Ya varios días habían transcurrido desde que el joven Agreste había confesado por fin sus sentimientos.
Estuvo casi la mayor parte del tiempo confinada en su apartamento por mandato del rubio, ya que no quería que ella hiciera ningún tipo de esfuerzo aunque ya estaba bastante recuperada. Pero él insistió, la cuidaba a su manera, aunque a veces creía que la iba a fulminar con la mirada cuando obviamente no cumplía con alguna promesa sobre su descanso.
O cuando en medio de la noche se escapaba y se dirigía a la mansión cuando él no podía quedarse en su apartamento. Felix la reprimía con esa mirada glacial, para después sucumbir con un suspiro exasperado y envolverla con sus brazos gruñendo que la iba a castigar severamente un día de estos.
Pero no podía evitarlo, adoraba su presencia, era como una adicción sana. Y muy en el fondo sabía que el también sentía lo mismo...
Porque a pesar que el aún le costaba expresarse con palabras; el siempre hacia un contacto con ella de alguna manera, ya sea posar su mano en la parte baja de su espalda, en su hombro, sus manos o cualquier otra parte, como si quisiera hacerle entender que estaría siempre a su lado, demostrando sutilmente su cariño de aquella manera que la hacía sonrojar.
Porque sabía que él le hacía falta ese tipo de contacto.
Y cuando la besaba estando a solas... era como viajar a una dimensión ajena a la suya, donde todo parecía estar bien, lleno de calidez y amor.
Recordaba el momento que él por fin le confeso sobre el importante pacto que había hecho con Plagg, y que lo único que había intercambiado era el sentido del olfato, porque el pequeño gato negro había pedido camembert por el resto de su vida cada vez que se le antojara. A lo que ella se había reído en voz alta por la absurda de la situación.
¿Quién diría que un poderoso demonio otorgaría tan grandiosos poderes por queso?
Pero se sentía aliviada de que no hubiera sido nada grave. Y muy en el fondo se alegraba, porque a pesar de todo Plagg era una gran compañía para el rubio aunque él jamás lo admitiría en voz alta. Felix siempre había sido solitario, y tristemente ella no podía estar las veinticuatro horas a su lado (Aunque ganas no le faltaban). A veces podía percibir que el sarcasmo era lo que los unía más, siendo a veces ambos demasiado gruñones.
El lunes tuvo que llamar a Allegra para comunicarle toda apenada que no podía ir a clases aun, ella le exigió explicación y solo pudo decirle que no se sentía bien. La rubia estaba amenazando con que le iba a caerle en el apartamento para visitarla por una vez por todas, pero nerviosamente Bridgette le había dicho que no hacía falta, que ponto se verían.
Y la rubia no lo había dicho en vano. Cuando a los días se había presentado en la puerta tocando con bastante insistencia.
Debía admitir que casi Bridgette entra en pánico, porque nada más abrir la puerta; le sonrió nerviosamente a su mejor amiga al mismo tiempo que Felix saludaba a la recién llegada con un leve gesto de su mano desde el sofá, mientras estaba viendo unos apuntes de clases.
La expresión de Allegra fue primero de incredulidad viendo el rostro ruborizado de su amiga para luego pasar al joven Agreste.
Explicarle su situación mientras la miraba con los labios fruncidos sentada en la mesa de la cocina, no fue sencillo, sobre todo porque Felix no le dio importancia al asunto y la dejo sola en eso.
Bridgette no sabía cómo soltarle la bomba de que era un ser demoniaco y que tuvo que pasar por un centenar de cosas, para que tanto ella como el chico, estuvieran a salvo. Fue más fácil expresar que ella y Felix ahora eran pareja, aunque al principio Allegra la miro incrédula y con algo de sospecha, pero después se alegró por ella. No obstante, no faltaron las amenazas lanzadas al aire hacia cierto rubio si la volvía hacer llorar.
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Mon démon, mon amour
FanfictionFelix Agreste puede ver cosas que nadie mas es capaz de percibir, pero conforme crece ignora todo a su alrededor como si aquellos seres no existieran. Hasta que una chica con rasgos demoniacos se presenta en su ultimo año de clases. El se empeña en...