despertando

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wooow!! la verdad no me esperaba que el fic fuera tan bien recibido, muchisimas gracias por sus lecturas, sus comentarios y su apoyo, en un momento les contesto.

ahora veremos lo que le paso a Teppei y como lo empieza a superar.

este fic sera de capitulos cortos, y con algunas idas y venidas en el tiempo.






Kiyoshi corrió escaleras arriba con prisa, tratando de no maltratar el ramo de flores y el regalo que acababa de envolver, menos aún que se le rompiera la botella de champán que se tomarían juntos hasta que se sintieran relajados. 3 años, Hyuga y el estaban de aniversario y en esta ocasión habían muchas cosas que festejar. Le acababan de ofrecer la jefatura de pediatría, lo que significaba un mejor sueldo, un cambio de casa y probablemente comprar un auto del año, incluso una pequeña segunda luna de miel. No había nada que arruinara su felicidad.

Nada excepto eso...

No había sido intencional, había entrado despacito, para sorprender a Hyuga con un beso, un abrazo, ofrecerle el ramo, envolverlo para darle su regalo, juntos abrir la botella y salpicarse con la burbujeante bebida...

Pero apenas se asomó a su habitación, su cuerpo se congeló, provocando que la botella cayera de sus brazos y se hiciera añicos en el suelo, exactamente igual que su corazón en ese instante. Lo mismo que con toda su felicidad, sus ilusiones, sus aspiraciones, el deseo de vivir con Hyuga hasta que ambos fueran un par de viejitos cascarrabias que no se pudieran ni levantar sin ayuda del otro.

Riko empujo fuera de su cuerpo a Hyuga y cubrió su desnudez con la sábana (la sábana blanca y nueva de su cama, que el mismo había hecho en la mañana para estrenarla esa noche con Hyuga) y su marido, su mejor amigo, su cómplice dijo aquello que en definitiva, hizo cenizas los pequeños pedacitos de su corazón -nos vamos a ir... ya no podemos seguir con esto-

En definitiva a Kiyoshi le hubiera dolido menos que le atravesaran el pecho con una espada y le sacaran el corazón... espera... sin espada pero eso es exactamente lo que habían hecho... Hyuga ayudó a Riko a vestirse, tomó un par de cosas de los cajones, sus papeles... y se marcharon juntos, dejándole ahí, de pie, con la botella de champan rota y mojando sus calcetines, el regalo aún entre sus brazos, las flores deshojadas.

Estuvo ahí, de pie, el resto de la tarde... toda la noche, horas, horas que se le hacían eternas, dolorosas, confundidas. Los sonidos llegaban a sus oídos de manera lejana, como con eco, no sintió dolor al dar un pasito titubeante y cuando el horrible vidrio atravesó la planta de su pie, no le importó dormirse apenas saliera el sol ahí, en el suelo, esperando no despertar jamás.

Le habían traicionado, las dos únicas personas en el mundo que amaba le habían traicionado, habían tenido sexo en su cama, se habían marchado tomados de la mano y él estaba ahí... solo.

Las primeras lagrimas salieron como cascadas, hasta el día siguiente... cuando la luz del sol había entrado con fuerza a medio día y le había lastimado los ojos... y lloró como nunca, gritó, se abrazó, haciéndose un camaroncito ahí, en la entrada de la habitación, sintiendo que el aire no llegaba a sus pulmones, que el mundo se había detenido y que nunca jamás volvería a reunir las cenizas ya voladas al viento de su corazón.

********************************

Kiyoshi sollozó en sueños, siempre que soñaba con eso lloraba de manera inevitable, la somnolencia del sexo se había esfumado en su totalidad y en esta ocasión, Makoto si había aceptado en quedarse, después de rogarle con ese tono lastimero por más de un mes, por fin podía sentir la calidez de ese gato huraño... El cuerpo delgado y blanco del moreno descansaba plácidamente del otro lado de su cama, roncando ligeramente, esta vez ambos se habían excedido.

El castaño limpió las lágrimas de sus ojos y respiró tratando de ahogar el llanto, el sueño aún estaba demasiado fresco en su memoria y las emociones habían regresado a sus entrañas, había resentido todo, todo.

Se sentó, cubriéndose apenas la cintura con la sábana mal colocada y respiró profundamente para no entrar de nuevo en los ataques de pánico.

Entonces Hanamiya se removió en sueños... y lo raro de esto fue que Teppei enfocó toda su atención en descubrir que el moreno tenía el sueño muy profundo. Pese a que él se había sentado agitado, moviendo el colchón como si fuera un terremoto, había gritado y llorado en lo que la bruma de aquel sueño se iban  el moreno ni se había inmutado.

Teppei volvió a acostarse, en esta ocasión mirando detalladamente cada rasgo del moreno... su cabello alborotado por la sesión de sexo, sus cejas gruesas totalmente relajadas, su rostro totalmente ausente de emociones, ahí estaba otro Makoto, otro que no conocía, que no decía comentarios hirientes, burlones y sarcásticos.

Despacito se acercó a él y les cubrió totalmente con la sábana, después, como si estuviera por abrazar a un animal chiquito, lo rodeó entre sus brazos y atrajó el cuerpo delgado hacia su pecho.

La respuesta fue inmediata, Hanamiya medio despertó y le dió un puñetazo con mucha fuerza somnolienta en el hombro, la mejilla y el pecho, no sabía como pero los tres lugares habían sido golpeados casi al mismo tiempo.

-estas hirviendo no te me pegues...- como si fuera un gato huraño, Makoto jaló toda la sabana y se hizo a la orilla de la cama, dándole la espalda al castaño, volviendo a caer profundamente dormido. Ni dormido Makoto dejaba ese carácter rudo y tsundere. Pero estaba bien así. Makoto era Makoto.

Y de pronto pasó... después de muchísimos meses, Teppei sonrió. Lo hizo de manera pequeñísima pero el gesto ahí estaba, y todo fue porque sentía extrañamente divertida le reacción del moreno de que alguien le abrazara. Que hubiera tomado toda la sabana para enrollarse como un gusanito y se hubiera ido a la orilla marcando su territorio al darle la espalda era bastante tierno. En su cama había un animalillo salvaje que sacaba las uñas cuando podía.

fue elDonde viven las historias. Descúbrelo ahora