salvavidas.

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-Kiyoshi... bienvenido...- a Teppei se le crisparon un poquito los nervios cuando vió a Taisuke Otsubo acercarse a él. No es que tuvieran una mala relación de compañerismo o que le molestara su presencia, lo que pasaba es que el moreno es el que había quedado con el cargo de jefatura de pediatría al Kiyoshi rechazar (si, la había rechazado) la oferta que le habían brindado a él. Era un secreto a voces el por qué lo había echo, las enfermeras y algunos médicos le dedicaban cierta miradita de lastima ante su situación y cuando se acercaba a algún grupito, todos guardaban silencio y se dispersaban para "trabajar".

-gracias jefe... ¿hay algo en lo que pueda apoyar? Terminé todos mis pendientes que había dejado de antes de partir de vacaciones, también he ido a la primera ronda de revisión de los niños hospitalizados y ya hice las valoraciones de urgencias...- ¿obsesivo? ¿Quién?

Otsubo miró a Kiyoshi con muchísima empatía, el castaño había trabajado arduamente en toda la mañana, parte de la tarde y de hecho ya parte de la noche... pero su jornada había terminado hace ya bastantes horas, por lo que se había visto en la necesidad de ir a verlo y hacerle una cortes invitación a que se pasara a retirar.

-¿Qué te parece si vamos por un trago? Tiene mucho que no vamos a ese bar...- Kiyoshi se mostró un poco reacio a aceptar la oferta, ESE bar era de los lugares que frecuentaban Otsubo, su esposo Miyagi, Teppei y Hyuga... la verdad no quería ir.

Y como si fuera un grandísimo milagro, como si el destino hubiera conspirado a su favor después de muchísimo tiempo, su teléfono sonó.

Otsubo le dió espacio para que atendiera la llamada.

-¿diga?-

-necesito de tus servicios hoy cubre descansos... estoy estresado, de mal humor, con un exceso de alcohol en las venas y caliente como olla...-

Makoto y sus sutilezas.

Y aquí Teppei tuvo un debate con su yo interno... beber con el jefe y hablar de eso... o tener una noche loca con aquel gato huraño...

Prefirió al gato huraño.

Se habían quedado de ver en un hotel que habían frecuentado un par de veces, incluso siempre que iban tomaban la misma habitación y apenas sabían que ya había servicio público en la madrugada cada uno tomaba su dirección con un breve "hasta luego" y se iba cada quien por su lado.

Apenas Kiyoshi había entrado supo que algo malo había pasado.

Hanamiya había corrido a su encuentro totalmente desnudo y se le había colgado como changuito, enredando los brazos en su cuello, las piernas en su cintura y moviéndose de esa manera sugestiva que nunca, nadie en la vida alguien podría rechazar.

-hey... hey... ¿Qué pasa si hubiera sido el de intendencia? No puedes atacar al primero que cruce la puerta de esta manera...-

Makoto gruñó, le dió un larguísimo lametazo en la oreja, mordió su cuello y continuó restregándose contra él, casi... casi desesperadamente.

-si hubiera sido el de intendencia dejo que me folle... incluso le hubiera quitado la escoba y me meto el palo por el culo yo mismo...-

Teppei ya se estaba acostumbrando a aquella manera tan vulgar de hablar y aquellas bromas tan pero tan raras, se había reído con ambas cosas.

-entonces que bueno que entre yo...-

Como pudo, Teppei logró desabrocharse los pantalones y frotó su erección para que se endureciera. La verdad no se había esforzado mucho, los roces de Makoto ya le habían dado un buen estimulo.

fue elDonde viven las historias. Descúbrelo ahora