Capítulo 17: Esposado

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Tumbado en la cama, Booth miraba a su esposa mientras ésta se cepillaba los dientes y reunía valor para hablar con ella. Había estado callada casi toda la tarde y buena parte de la noche y aquello no era normal en ella.

-De acuerdo, Huesos, escúpelo -pidió el agente al verla acercarse a la cama.

-¿Que escupa el qué? -preguntó Brennan, parándose y mirándolo con ojos como platos-. Ya me he cepillado los dientes y escupido la pasta.

Booth no pudo evitar sonreír ante la típica respuesta demasiado literal de Huesos.

-Me refiero a que hay algo que te está rondando la cabeza, has estado muy callada todo el día y eso no es propio de ti.

Brennan suspiró, se sentó en la cama y agarró su mano.

-Verás, Booth, hay algo que te quiero decir pero... Me da miedo decírtelo. Tengo miedo de que te enfades y...

-Huesos, sabes que puedes contarme lo que sea -replicó el agente, ligeramente herido.

-No es tanto contarte como pedirte algo y... -suspiró y trató de ordenar sus ideas. Lo mejor sería no andarse con rodeos-. Hoy Angela me ha regalado una cosa como regalo tardío de despedida de soltera.

-¿Y qué es? -preguntó el agente, la curiosidad y el miedo a lo que la artista podría haberle regalado batallando entre sí.

-Son unas esposas. No como las tuyas, son... De ésas que tienen terciopelo rosa. Espera, que te las enseño -Brennan se levantó rápidamente y sacó del bolso las esposas.

-La verdad es que viniendo de Angela me parece hasta suave.

-Y me ha dicho... -la antropóloga no había terminado-. Me ha dicho que como tú tienes tus esposas yo debería tener las mías.

-¿Quieres decir...? -comenzó el agente, inseguro.

-Que quiero esposarte, Booth.

No. No. Definitivamente no. Él no era la clase de persona que juega a juegos de rol, ni que se somete ni que... ¿A quién pretendes engañar?, preguntó otra voz en su cabeza. Has jugado a juegos de rol con ella, tienes que controlarte para no tener una erección cada vez que piensas en arreglar el coche o hacer la colada... Y en cuanto a someterse... ¿Recuerdas la noche en la que hablasteis de fantasías? ¿Acaso Huesos no permitió que hicieras lo que quisieras con ella?

Gruñó de frustración y recordó una vez más cómo Brennan se había enfadado ante su negativa.

"-No.

-Pero Booth... Me dijiste que habías fantaseado con que te cabalgara tras el caso del poni.

-Me has cabalgado muchas veces, Huesos.

-Ya, pero nunca has estado a mi merced. Y yo sí -replicó mirándolo con aquellos ojos enormes, casi inocentes.

-Déjame pensarlo -pidió el agente, sabiéndose acorralado."

Más que enfadado se había entristecido y él no soportaba verla triste. Huesos no haría nada que le hiciera sentirse mal, ¿verdad? Con un suspiro de resignación sacó el móvil y llamó a su mujer.

-Brennan.

-Sí.

-¿Sí, qué?

-Que de acuerdo, dejaré que me esposes.

-¡Gracias, Booth! -respondió con entusiasmo-. Te va a encantar -susurró sugerentemente y colgó.

Oh, Dios mío, ¿en qué lío me he metido?

Al contrario que el día anterior, fue Booth quien estuvo callado toda la cena mientras Brennan comentaba su día. Tras dejar a Christine dormida en su cuarto, la antropóloga se dirigió al dormitorio, donde la esperaba su marido.

-¡No te cambies! -pidió la antropóloga al ver que su marido comenzaba a soltarse la corbata-. Siéntate -le pidió, colocándose a su lado en la cama. Colocó las manos en su cuello y, acercándolo a ella, lo besó profundamente en los labios.

Booth dejó escapar un gemido de placer y, mientras Brennan se deshacía de su corbata y soltaba los botones de su camisa, metió las manos bajo la camiseta de ella.

-No -contestó la antropóloga separándose rápidamente de él.

-¿No qué? ¿No puedo tocarte? -preguntó horrorizado.

-Claro que puedes tocarme, Booth... cuando yo te lo permita -añadió con una sonrisa pícara.

Desabotonó completamente la camisa y se la quitó pasándola por los hombros, volviendo a besarlo con lentitud. Se separó lentamente de él, consciente de que un beso más y perdería la concentración.

Besó su mandíbula y mordisqueó el mentón, deleitándose en el escalofrío de su marido para después pasar a su oreja, lamiéndola con lentitud y mordisqueando con suavidad el lóbulo. Lamió su cuello y lo sintió estremecerse.

-Huesos... -rogó desesperado al sentirla acariciar su pecho-. Déjame tocarte.

-No -replicó desplazando hacia abajo sus besos, recorriendo todo su torso hasta el ombligo-. Todavía no -contestó empujándolo ligeramente para hacer que se tumbara. Se colocó sobre él con las piernas en los costados, cabalgando su esternón y volvió a besar su boca con suavidad hasta que sintió la mano de Booth en la nuca, obligándole a profundizar el beso.

-Te dije que no podías tocarme... -dijo separándose de él-. Me parece que voy a tener que controlar esas manos -se inclinó hacia la mesilla y cogió las esposas-. Booth, por favor, no me mires con esa cara. Sabes que yo nunca te haría daño.

-Lo sé -sonrió Booth, tratando de relajarse mientras Brennan le colocaba la esposa en la muñeca derecha-. Es muy poco masculino tener puestas unas esposas de terciopelo rosa -comentó tratando de aligerar el ambiente.

-Pero es muy sexy tenerte atado a la cama -susurró la antropóloga en su oído pasando la cadena por los barrotes de la cama y cerrando la otra esposa sobre su muñeca izquierda-. Y ahora... ¿quieres que me quite la camiseta?

-Sí, quítatela -pidió con avidez.

-¿Cuál es la palabra mágica?

-Quítatela... por favor.

-Eso está mejor -dijo Brennan con una sonrisa quedándose en sujetador frente a él. Agachó la mirada y vio a su marido, un hombre fuerte, un macho alfa, desnudo de cintura para arriba, bajo ella, completamente a su merced-. No sabes lo erótico que es tenerte así -susurró mordiéndose el labio inferior con lujuria -Saber que me deseas y no puedes hacer nada al respecto hasta que yo lo diga -susurró acariciando sus costados hasta pararse en el cinturón-. ¿Quieres que te lo quite?

-Sí y... quítate los pantalones. Por favor -añadió rápidamente, logrando sacar una sonrisa a su mujer. Se levantó y se los quitó, quedándose en ropa interior, para después volver a su tarea de soltar el cinturón y desabrochar los pantalones.

-No pareces muy incómodo -susurró acariciando su erección por encima de los bóxers, disfrutando de la tensión en los músculos de los brazos. Acercó los labios y besó la piel tirante, sintiendo el esfuerzo de los músculos por no moverse-. Es mejor si no te resistes. No vas a poder soltar las esposas.

Hola \😁/ Nuevo capítulo 😅 Espero Que les haya gustado 😁 Recuerden dejar su voto 😁 🌟

FANTASIAS (DEMILY) (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora