Capítulo 10:El picante en los mensajes (1º Parte)

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Booth le daba pequeños sorbos a su whisky mientras miraba a Brennan hablar con un grupo de científicos de algo que él desconocía.

Era una fiesta tremendamente aburrida, pensó mientras tironeaba de su pajarita. La más aburrida de cuantas había dado el Jeffersonian. Siempre había odiado esas fiestas pero en los últimos 9 años había tenido a Brennan para hablar. Le encantaba inventarse historias sobre la gente basándose en su aspecto físico y que su mujer le regañara y le dijera "No, Booth, ese es el doctor Nosecual..." mientras sonreía divertida.

Suspiró y volvió a darle un sorbo a la copa. Habría agradecido ver alguna cara conocida, aunque fuera Sweets. Pero no, era un evento privado, la homenajeada más uno. El gran día de Brennan puesto que su estudio había sido publicado en Anthropology Today. No era la clase de evento en el que él pudiera secuestrarla sin que nadie se diera cuenta.

Oh, pero cómo le gustaría... pensó con una sonrisa.

De repente se fijó en que el hombre con el que estaba hablando su compañera le tocaba el brazo y habría jurado que le estaba mirando los pechos. Al parecer no era el único que quería llevarla a la cama. Su mujer retiró rápidamente el brazo y él no pudo evitar sonreír. Brennan era perfectamente capaz de defenderse por sí sola.

Otro hombre se acercó a hablar con ella, éste también sin mirarla a los ojos. ¿Acaso no veían la alianza? Pero, ¿quién podía culparlos? Él mismo la había ayudado a subirse la cremallera antes de irse y había babeado como un adolescente al ver el escote del vestido. De hecho, Brennan había tenido que pararle entre besos para que pudieran llegar a tiempo. "No puedo llegar tarde a mi propia fiesta" argumentó muy sensatamente.

Pero mientras le subía la cremallera del vestido había acariciado cada centímetro de su espalda y ahora ese recuerdo lo torturaba. Se acabó el whisky y, mientras pedía otro, se le ocurrió una idea. Con una sonrisa maliciosa sacó el móvil del bolsillo.

B&B

Mientras Brennan respondía a la enésima pregunta del enésimo científico de la noche, suspiraba para sus adentros, deseando haberse quedado en casa con Booth. Generalmente no le importaba asistir a esa clase de eventos, Booth la acompañaba y la hacía reír pero por la naturaleza de éste, su marido debía quedar en un segundo plano y se estaba aburriendo un poco. Y Booth también, a juzgar por el segundo whisky que llevaba, pensó mientras retiraba el brazo de la mano de un científico más interesado en admirarla que en su trabajo.

Volvió a mirar a Booth y vio a éste sacar el móvil. Sí que se tenía que estar aburriendo... Tenía tantas ganas de llegar a casa y que su marido la ayudara a bajar la cremallera del vestido...

Su móvil vibró y se separó educadamente de su compañero de conversación.

-¿Me disculpa?

Abrió el móvil y se encontró con un mensaje de Booth.

"¿No te apetece ponerte un chal?"

La antropóloga miró el móvil, confusa. En la sala hacía bastante calor, de hecho, ella tenía las mejillas sonrojadas. ¿Por qué iba a querer abrigarse más?

"¿Por qué?"

La respuesta de Booth no se hizo esperar.

"Porque no te están mirando a los ojos."

"¿Y a dónde me están mirando?"

-Disculpe, es importante -le dijo a su compañero de conversación-. He de atender un asunto.

-Claro, no se preocupe, doctora Brennan -replicó él-. Ya hablaremos después.

Se dirigió a una esquina de la sala, un poco más oculta de los demás, y abrió el último mensaje de Booth.

"A las tetas."

La antropóloga no pudo evitar un jadeo ahogado al leer el mensaje. Booth jamás era tan directo en público.

"Si te has fijado en que me estaban mirando los pechos es que tú también me los estabas mirando." Replicó razonablemente mientras sentía su pulso acelerarse.

"¿Qué puedo decir?"

"Tienes unos pechos preciosos."

"Sabes que me encantaría tenerlos en mi boca."

Brennan sintió sonrojarse hasta la raíz del cabello y decidió responder.

"¿Cuánto has bebido?"

"Lo suficiente para estar celoso de esos idiotas pero no tanto como para no recordar las ganas que tenía de arrancarte ese vestido."

"¿No te gusta?"

"Dame cinco minutos a solas contigo y te demostraré lo mucho que me gusta."

Brennan miró a su marido desde el otro lado de la sala y éste le devolvió su encantadora sonrisa. Sintió tanto calor que supo que, o paraba a Booth, o ella misma se quitaría el vestido.

"Quítate la chaqueta."

"¿Por qué?"

"¿No tienes calor?"

Ante éste último mensaje Booth no pudo evitar una sonrisa de medio lado. ¡Calor! Como siguieran así iba a combustionar.

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FANTASIAS (DEMILY) (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora