Capítulo 6: Límites (Parte 2)

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Capítulo 6

(Segundo fragmento)

LÍMITES

Al salir de la choza de Geré volvió a los corrales a ver si podía hacer algo con lo que Cali le había traído. No encontró más que una bolsa pestilente de lodo baboso. Quizá podía conseguir hojas cecas para abonarlo, aunque dudaba que eso diera resultado, además ¿dónde las conseguiría? Debía admitir que no estaba segura de qué se suponía que debía hacer con el barro para conseguir que se convierta en tierra fértil.

Necesitaba más. Tenía que ir ella misma a buscar.

Decidió pedirle a Derló que le permita ir con los recolectores a buscar tierra apta para el cultivo. Si no hacía algo rápido las semillas se pudrirían por la falta de sol.

Preguntando averiguó que el jefe de recolectes estaba en los baños. Se pasó por allí esperando que ya hubiera terminado. No sabía si era apropiado esperarlo, hasta que notó que no era la única. Un grupo de chicas estaba aguardando su turno para entrar y aprovecharon cuando él salió para comérselo con la mirada entre risitas y cuchicheos. "Sobre gustos..." pensó. La mayoría de los calima parecían espantapájaros salidos de los cuentos que usaba el Maestro de Letras de los thama para desalentar a los niños a alejarse de la aldea. Las chicas también, eran excesivamente altas, flacas, con pocas curvas, con la piel casi tan blanca como su pelo y la perturbadora mirada oscura.

Ribée juntó valor. Se recordó que lucían perturbadoras pero eran personas amables. Se acercó a Derló y se puso justo en su camino, a punto estuvo de llevarla por delante.

—Lo siento —se apresuró ella a disculparse—, es que necesito pedirle algo.

Él se quedó mirándola, sereno, lo que ella interpretó como un permiso para hablar.

—Quiero ir con los recolectores a buscar tierra fértil —le dijo con exceso de entusiasmo.

—No —fue todo lo que Derló respondió e hizo un paso al costado para rodear a Ribée y seguir su camino.

—La necesitamos —le dijo ella mientras trotaba para seguir el paso del otro—. ¿Recuerda los vegetales que traje? Podemos tener más si hacemos una huerta. Muchos se han ofrecido a ayudar —le dijo hablando muy rápido y detalló con los dedos las personas que estaban en su pequeño proyecto de huerta y lo que cada una de ellas estaba dispuesta a hacer. Quería demostrar que lo tenía todo muy organizado—. Pero ninguno de nosotros podrá obtener ni un solo vegetal si no conseguimos la tierra primero —culminó. Se detuvo porque Derló lo hizo y se giró para mirarla. Ella levantó su mentón y se forzó a mantenerle la mirada, por más aterradora que fuera. Como él aún no decía nada, aventuró un último alegato—. Tener tierra fértil es fundamental para que esta tribu mejore su alimentación.

Derló asintió suavemente con la cabeza. No dijo nada por unos segundos que a Ribée se le antojaron eternos.

—La tierra fértil está fuera de los límites —advirtió.

—Sí, pero para un calima, yo no soy como ustedes —declaró convencida—, viví toda mi vida en ese pantano. ¡Sé que puedo hacerlo!

Derló se quedó mirándola fijo, con esa seriedad que amedrentaba. Ella se obligó a mantenerse en su lugar sin apartar la mirada.

—Sí que eres una niña inquieta —le dijo.

La apuñaló justo en el orgullo.

—¿"Niña"? —preguntó muy ofendida. ¡Con lo que le había costado que la consideraran adulta entre los Thama y resulta que llegaba a Nowe para ser considerada otra vez como una "niña"!— ¿Qué le hace pensar que soy una niña?

—Bueno... —titubeó él. Puso una mano sobre la cabeza de Ribée y la acercó a sí mismo comparando su estatura. Ella apenas si le llegaba a la mitad del pecho—. No eres más alta que la hija de Rone y Maida.

—Yo no soy pequeña, ustedes son demasiado altos. Tengo la estatura perfecta para cualquier mujer en Thama —declaró con orgullo.

—Lo siento —fue todo lo que él agregó. Quedó pensativo otros cuantos segundos, luego se miró a sí mismo, miró hacia atrás a los baños y le dirigió a Ribée una mirada cansada—. Acabo de asearme.

¡Eso era un sí! Sintió su sangre correr veloz por la emoción.

—¡No tiene que ser hoy! —le dijo casi en un grito y bajó el volumen de su voz—. Podemos ir mañana, cuando aclare, cuando esté más descansado.

Él solo asintió con la cabeza y entró a su choza.

Él solo asintió con la cabeza y entró a su choza

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El fin de NoweDonde viven las historias. Descúbrelo ahora