II

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Era un día frío en la cuidad de Seúl, las calles iban pobladas de personas caminando y viniendo, personas reían junto con sus acompañantes, posiblemente tendrían una vida muy feliz,  y otras solo mantenían una cara seria mientras caminaban vagando en sus lejanos pensamientos, en donde podían estar solos y ser libres.

Los señores viejos siempre caminaban con una lentitud que podría irritar a los adultos, pero aún así les respetaban, y sin embargo, los rebasaban con una sonrisa apenada. Y los niños tan energéticos como siempre, iban parloteando al lado de sus padres, y hasta algunos haciendo berrinches en medio de la calle.

Pero entre toda esa multitud, iba un joven pelinegro, que cargaba un bolso en su brazo derecho, caminando concentrado y sin ninguna expresión. Paró a comprar una bebida en un puesto cercano a su objetivo, y siguió su marcha sin detenerse. Miraba a las demás personas y solo podía pensar que eran unos ignorantes, una vez que llegó a su objetivo, se recargó en la pared cercana a la cafetería, y se dedico a esperar.

Hoseok ahora tenía 18 años, y se podría decir que era un asesino.

Pero aún no asesinaba a nadie.

Aún.

Desde que se había unido a Yoongi, se le obligó a practicar diferentes artes marciales, y también se le había educado para suprimir sus emociones, justo como un desalmado, pero se le enseño a actuar como mejor le conviniera, podía fingir sus sentimientos y expresiones para su propio beneficio. Había aprendido a manejar todo tipo de armas de fuego, y con el tiempo, tomó la costumbre de siempre tener un arma de reserva escondida, para emergencias.

Como Yoongi prometió, le convirtió en un asesino, pero no le habían dado una misión, hasta ahora. Ya que el líder consideraba que  su primer asesinato debía ser perfecto. Y vaya que al líder le encantan las cosas perfectas, Hoseok aún recordaba sus entrenamientos con Yoongi, el líder le presionaba y obligaba a conseguir la perfección en todo. No toleraba una misera imperfección, y eso ayudó a crear al asesino desalmado que era Hoseok en estos momentos.

Con el tiempo, descubrió que se unió a una agencia de asesinos internacionales, y en Seúl había dos unidades aparte de la suya, la unidad R, dirigida por el asesino vengativo, Jungkook, y la unidad T, dirigida por el asesino destructor, Namjoon, ambos eran colegas de Yoongi. Hoseok llegó a conocerlos en una de las reuniones, ya que su líder decidió llevarlo aquella vez, para presumir que tenía su propio discípulo.

Hoseok aprendió varias cosas sobre la agencia, Yoongi le enseñó que ellos mataban a las personas que no merecían vivir en este mundo. Y uno de sus objetivos, era la empresa Kim, la cual era el principal enemigo de la unidad C. La empresa era dirigida por Kim SeokJin, que daba ordenes estrictas a sus empleados, todos tenían orden de eliminar a los asesinos.

Y por desgracia, esa orden fue la que mató a sus padres, Yoongi contó que su padre fue un asesino, y que se retiró en cuanto se enamoró de su madre, para mala suerte, Kim SeokJin se enteró y mandó quemar la casa, con todos adentro. Hoseok sobrevivió gracias a su padre, quien le sacó a tiempo. Pero lamentablemente, cuando su padre se fue en busca de su madre, no regresó jamás. Hoseok lloró la perdida de sus padres, y al ver a los policías venir, decidió huir, abandonando su casa. 

Ahora por fin tendría su primera misión, matar al secretario de Kim, Park Jimin. Había estudiado la rutina de aquel hombrecillo, todas las mañanas iba a la cafetería a por el desayuno de su jefe, después se iba caminando a la empresa, tomando el callejón para ahorrar tiempo.

Hoseok decidió llevar una apriencia similar a la de un estudiante, para pasar desapercibido. Visualizó al joven Park salir de la cafetería, llevaba en una mano varios papeles y en la otra sujetaba con fuerza la bolsa que contenía el desayuno de Kim. Hoseok tiró su té en el basurero al notar que el joven tomaba su camino, de manera despistada, el asesino seguía a su objetivo.

Veía a los niños correr en el parque de al lado, y a los jovenes reír fuertemente en el restaurante de enfrente, mientras él a sus 18 años, iba a cometer su primer asesinato. Sin despitarse, siguió a Park al callejón, una vez ahí, comenzó su actuación.

- Disculpe - habló en inglés - ¿Puede ayudarme? - preguntó con cara de preocupación.

En el refugio le enseñaron a hablar varios idiomas ya que no le dejaban desaprovechar el tiempo, así que decidió hacer uso de ese aprendizaje.

- Ohh - el secretario se giró y le miró apurado - Este... yo no sé inglés - dijo acelerado.

Hoseok sacó de su bolso un diccionario, en donde simuló buscar algo.

- ¿Donde queda parada autobuses? - pronunció con detenimiento mientras veía el diccionario, el joven pareció comprender a lo que se refería.

- Ah, mira - el joven se le acercó, tratando de señalarle con una mano la dirección - Derecho, sigues derecho, y luego giras a la izquierda - decía con un raro inglés- Ahí verás una señal y -Park dejó de hablar en cuanto sintió un dolor profundo en su cuerpo, miró hacía abajo y vio claramente una pistola pegada a su abdomen - Tú... - no terminó su oración cuando se dejó caer, tirando todo que sostenía, Hoseok le atrapó y arrastró a la pared cercana. Lo recargó, y de su bolso, sacó una botella, que contenía gasolina, y se acercó al basurero que se encontraba en el callejón, luego comenzó a echar el líquido en todo el contenedor. Una vez vacía la botella, se acercó a Jimin, quien aún respiraba con dificultad.

- Maldito... - soltó el herido.

Hoseok lo cargó y lanzó con brusquedad en el basurero, para después sacar un cerrillo y prenderle fuego. Una vez listo, tapo el basurero. 

Tomó los papeles de Park, y los metió en su bolso, justo antes de comenzará a llover con fuerza.

El joven se quedó mirando el cielo, dejando que el agua recorriera su rostro mientras cerraba sus ojos, pensando en que al fin era oficialmente, un asesino. El viento sopló, haciendo que un escalofrío le recorriera, y miró sus manos, viendo sangre en ellas, observó el suelo, y vio la sangre de su primera victima desvanecerse, a causa de la lluvia. A veces, Hoseok pensaba que la lluvia era una parte de él, siempre estaba encima suyo, haciéndole pasar cosas malas, o buenas.

Hoseok acomodó su gorra, y con una cara seria, abandonó aquel callejón sin dejar rastro de nada. Solo unas cenizas que yacían en el basurero.






Lo siento [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora