Epílogo

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Un día nublado se demostraba en la ciudad, la lluvia a nada de comenzar a caer por todo el lugar. Las personas caminaban de prisa, siguiendo su camino rapidamente para evitar la desdicha de mojarse cuando comenzara a llover. Pero entre esa multitud, iba con hombre, vestido con jeans negros, botas del mismo color que le daban un toque de malechor, una chaqueta de cuero negra encima de una camiseta normal. Iba caminando con la mirada baja, pensando en todo lo que había hecho en su pasado.

Llamaba mucho la atención de los jovenes, ¿cómo podía verse un hombre tan genial?

Si, tal vez llamaba mucho la atención, parecía ir a un funeral, como si aquel hombre estuviera de luto.

El color negro no es un color triste, no es un color que refleje maldad o genialidad, pero por primera vez desde que aquel hombre tiene memoria, lo utiliza porque efectivamente, esta de luto.

Sus pasos resuenan en su cabeza, viendo gotas de agua caer en el suelo le hacen darse cuenta de que el clima, sabe sus intenciones. Levanta su mirada sin ninguna expresión, y admira la blancura de las nubes, como se van volviendo grises y dejan caer sus lágrimas, y por un momento se sintió identificado, en algun punto de su vida, él había sido una blanca nube, pura y llena de sueños y esperanzas, pero poco a poco, debio al caos de su alrededor, se volvió una tormenta negra, una nube que solo causaba dolor y tristeza. Siguió su camino después de soltar un suspiro, ya no estaba tan lejos. 

Llevaban meses desde que aquel suceso se volvió público, la historia de dos chicos que murieron a manos de los asesions, desde que una historia trágica de amor se reveló a la sociedad... Desde que Hoseok y Taehyung habían muerto.

La vida no siempre le da finales felices a quienes se lo merecen, pero una cosa era segura, le daba miseria a los que aún seguían vivos. 

Yoongi había cambiado desde ese día, una parte de su corazón murió en dolor por ver semejante escena, y la otra parte, comenzó a latir demasiado, como si quisiera evitar que semejante tragedia vuelva a suceder. Su trabajo como asesiono se había reducido a operar en la base, no más asesinatos para él. Sus compañeros comenzaban a sospechar, y estaba seguro que pronto entrarían en juego, pondrían a puerba su mentalidad, y posiblemente, probaran su fuerza de voluntad.

Este día, hace seis meses, que sucedió. Que su protegido murió, y la pareja de éste tambien.

Una vez llegó a su destino, terminó por dirigirse a aquella zona en especifico, que estaba buscando. Todos los días, venía a verlos, desde lejos, nunca había tratado de acercarse demás, pero hoy, era el día de hacerlo.

Y ahí estaba, Min Yoongi, de pie frente a la tumba de Jung Hoseok, y al lado, la de Kim Taehyung. Con su mano temblorosa, dejó las dos rosas que había llevado encima de sus lápidas. Y se quedó ahí, admirando los nombres grabados de la pareja que pudo haber sido feliz. 

- ¿Necesitas algo? - preguntó con voz grave, levemente irritado de que fuera atrapado en este lugar, sin girarse ni nada, soltó un suspiro.

- Te buscarán, y lo sabes - lo escuchó hablar, y dejó caer su cabeza, recordando su estrés.

- Estaré listo - dijo firme, y sin ninguna emoción - Y no me hables como si te importara.

- Tienes razón, me vale una mierda tu vida - dijo mientras caminaba hasta ponerse a su lado, con las manos en sus bolsillos mientras veía a la misma dirección - Pero ya has recibido tu merecido, ¿o me equivoco? 

- Dejaré la ciudad esta noche - confesó de repente, sacando un cigarro de su chaqueta, y nada más encenderlo, se le quedó observando - Mis tormentos son muchos, todo lo que hago, me recuerda a ellos - dijo con voz triste, mientras admiraba el humo del cigarro flotar, recordando cuando le enseñó a Hoseok a fumar por primera vez, y entonces un gota apagó el cigarro, y el asesino soltó un suspiro - Lo siento.

- Veremos cuanto puedes vivir, hasta entonces - soltó, mientras le daba una última mirada - Cuídate, primo.

- Nos vemos, Seokjin - contestó Yoongi, mientras sentía al hombre irse lejos.

Su corazón se estrujo, y sin más que hacer, dejó caer una lágrima, se agachó hasta la tumba de su protegido, y dejó el cigarro junto a la rosa.

- En verdad, lo siento. 

Y sin nada más por alcarar, se fue.


Lo siento [Vhope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora