No me dejes.

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A veces nuestro cerebro tiene la culpa por ilusionarse por cosas que no son.
Por creer que todo va bien cuando absolutamente nada lo está.
Eso me pasó cuando llegué a la clínica para ver a León.
Me llevé la sorpresa de que sólo estuvo ahí un mes y que decidió irse. Ahora no sabía qué hacer. No sabía si debía buscarlo, porque no se me ocurría en dónde demonios pudiese estar.

La decepción inundaba mi interior, él no había podido lograr su objetivo, me sentía culpable por eso. A lo mejor León sentía que estaba solo en esto, que a lo mejor me había perdido para siempre y por eso se fue. No lo sé, quiero buscarlo y decirle que regrese a la clínica para que termine lo que empezó. Pero no sé a dónde ir, salí de la clínica y jamás me había sentido así de vacía.

Caminé hasta el apartamento donde vivía con León, subí corriendo las escaleras y mi corazón latía a una velocidad impresionante, en cuanto estuve frente a la puerta, comencé a tocar con mi mano temblorosa.

Entonces la puerta se abrió. Ahí estaba, León frente a mí, sus ojos estaban con ojeras profundas, se veía delgado, demacrado. En cuanto me vio, su rostro se puso aún más pálido. Entonces acorté la poca distancia que había entre nosotros y lo abracé.

Él en respuesta caminó hacia atrás cerrando la puerta detrás de mí, mientras me abrazaba y hundía su cabeza en mi cabello.

—Extrañaba tu aroma como no tienes idea.

—Yo extrañé todo de ti mi amor.

Comenzamos a besarnos desesperadamente, como si hubieran pasado siglos sin vernos, nuestras lenguas jugaban apasionadamente.

Entonces León posó sus manos en mi trasero, después las bajó más y me levantó del suelo mientras yo envolvía mis piernas alrededor de su cintura. Llegamos a nuestra recámara y me depositó cuidadosamente encima de la cama.

Se acostó encima de mí, mientras me tocaba con sus manos, como si tratara de memorizar cada parte de mi cuerpo en su memoria. Yo lo besaba y mis manos sujetaban su cuello.

De un momento a otro estábamos desnudos haciendo el amor descontroladamente, había deseo en nuestros besos y caricias. Había amor contenido. Estábamos completamente envueltos en una capa fina de sudor.  Mientras León aún seguía haciendo movimientos para darme placer.

Cuando terminamos nuestra reconciliación me dirigí a la cocina por un vaso de agua y me congelé.

Había pequeñas bolsas con drogas encima de la mesa, no podía con esta decepción, volví a la recámara, no sabía si estaba furiosa o terriblemente triste, pero decidí que encararlo era lo mejor.

—¿Por qué León? ¿Por qué no puedes dejar de drogarte? —mis lágrimas comenzaron a salir.

León se levantó rápidamente de la cama y tomó mi rostro entre sus manos para que lo mirara a los ojos.

—No pude...

—No pudiste qué.

—Drogarme.

—¿Cómo?

—Tuve las drogas en mis manos, pero no pude consumirlas, no pude porque pensé en ti, sé que debo de regresar a la clínica de nuevo Mariana, pero siento que me voy a volver loco ahí dentro.

—Mi amor yo sé que tú puedes superar esto, ¿De acuerdo? Estoy contigo mi amor te amo.

—Ahora que sé que estás conmigo no voy a fracasar de nuevo, te lo prometo Mariana.

—Lo sé, te amo.

Entonces nos besamos una vez más, mientras León me abrazaba se separó del beso para poner su frente recargada en la mía.

—Cásate conmigo Mariana... Sé mi esposa.

—¿Hablas en serio?

—Jamás había hablado tan en serio en toda mi vida, te amo y eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mi vida. ¿Entonces? ¿Aceptas?

—Sí. Acepto casarme contigo.

Entonces nos besamos para sellar con ese acto una promesa de amor que duraría hasta que la muerte nos separe.

Después de un rato decidimos salir a comer algo, caminábamos por las calles oscuras de vuelta al departamento tomados de las manos.
Cuando ocurrió.

Unos tipos arriba de una motocicleta se aproximaron a nosotros peligrosamente, el tipo que venía detrás sacó un arma y la apunto hacia nosotros.

León tiró de mí y me abrazó poniéndome contra su pecho y dos disparos se escucharon.

Levanté la mirada y los tipos huyeron en la motocicleta mientras volteaba a ver a León quien caía al suelo de espaldas contra el piso. Comencé a gritar para pedir ayuda, el cuerpo de León estaba rodeado en un charco de sangre, me arrodillé a su lado mientras lo tomaba por el rostro.

Vas a estar bien... Resiste, vas a estar bien mi amor no me dejes por favor.

*Después de 5 minutos una ambulancia llegó y comenzó a atenderte, yo seguía en estado de shock, no sabía si soportaría perderte.

HASTA QUE TE CONOCÍ (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora