¿Una carta?

66 11 0
                                    

Miré a ese chico que estaba frente a la ventana y me separé del beso de Esteban incómodamente mientras agachaba la mirada, entonces fue cuando lo recordé, al fin recordé quién era ese chico y mi corazón se estrujó al saber que era amigo de León, lo había visto con él en la preparatoria, ese chico fue él que le recibió el cigarro a León cuando habló conmigo aquel día que nos hicimos novios, era él pero, ¿Qué estaba haciendo aquí? Volví a ver al chico, e hizo una mueca y movió su cabeza dándome a entender que saliera a hablar con él, después de pensarlo unos momentos así lo hice, me levanté de mi asiento y me disculpé con Esteban diciéndole que me tenía que ir por que debía hacer algo importante. Sin más Esteban asintió con la cabeza y salí del restaurante.

Salí a la calle y ya empezaba a hacer un poco de frío así que me abracé a mí misma por impulso y caminé hacia el chico que me esperaba en la esquina, lo vi recargado en un poste y vi que estaba fumando un cigarrillo, iba vestido con una chaqueta de cuero como la que usaba León normalmente y tenía unos zapatos negros brillante.

Me acerqué más a él y en cuanto me vio su rostro cambió, parecía que estaba molesto, pero no sabía si era conmigo.

—Hola Mariana —pronunció mi nombre con desdén, tomando su cigarro, dándole una última probada y lo tiró al suelo pisándolo con uno de sus zapatos—. Perdón se me había olvidado que odias el olor a cigarro.

Yo solo asentí con una sonrisa más bien forzada y proseguí a contestarle.

—Hola, ¿Tienes algo que decirme?

—Si, pero primero que nada soy Manuel, pero mis amigos me dicen Chema —habló rascándose el cuello algo nervioso.

—Bien Chema, ¿Pasó algo con León? —pregunté mientras cambiaba mi sonrisa por una expresión preocupada—. Fui a buscarlo a su departamento y uno de sus vecinos me dijo que se había ido con una maleta en manos, he estado llamándole al celular pero no contesta. A veces ni siquiera entra la llamada.

—Ah... Por eso —dijo metiendo una mano al bolsillo de su chaqueta y sacó el celular de León mostrándomelo—. Yo tengo su celular por eso León no te contestaba.

Ahora entendía por qué León no me contestaba las llamadas, pero aún no sabía por qué Chema tenía su celular y no él.

—¿Por qué tienes su celular?

—León se internó en una clínica para curar su adicción —explicó Chema con su mirada baja, se notaba que lo extrañaba—. Ya lleva casi un mes ahí dentro y le faltan un par de meses todavía, dijo que quería cambiar por ti.

Sus palabras hicieron que se me revolviera el estómago con la comida que había probado minutos antes con Esteban en el restaurante.

—¿Hablas en serio? —contesté tratando de controlar las lágrimas mientras Chema me asentía con la cabeza.

Me sentía una completa estúpida, él estaba sufriendo en ese lugar solo, estaba segura de ello, mientras yo seguía con mi vida como si nada, me sentía terriblemente culpable. Tomé un gran suspiro y volví a mirar a Chema.

—¿Y por qué me lo dices hasta ahora?

—Porque León me dejó una carta para ti, me dijo que te la diera si lo llegabas a buscar.

—¿Me darás la carta ahora? —pregunté temblando, no solo por los nervios si no por la noticia de que León aún me amaba, tanto como yo lo seguía amando a él.

—Si, a eso vine —dijo sacando su cartera y de ella sacó un sobre doblado por la mitad—. Disculpa que esté un poco arrugada.

—No te preocupes —respondí tomando la carta que él estiraba hacia mis manos.

—León te ama Mariana, más que a su propia vida, no creo que él hubiera soportado verte besando con ese chico del restaurante.

Bajé la mirada avergonzada, Chema tenía razón, me comportaba como si León no me importara pero claro que lo hacía, no dejaba de pensar en él todo el tiempo y en un momento desesperado de sacarlo de mi mente besé a Esteban, pero ya no lo haría, quería estar con León y con nadie más, absolutamente nadie más.

—Gracias por venir a entregarme la carta —susurré a Chema mostrando mi cara de felicidad mirando la carta de León.

—Yo solo quiero que mi amigo sea feliz, ya ha sufrido demasiado.

—Lo sé —murmuré dándole la mano a Chema en forma de despedida—. Gracias por todo.

—De nada cuñada.

Dijo al final sacándome otra sonrisa y me fui al departamento de Jazmín, entré a mi habitación corriendo, ya estando sobre la cama sentada recargada en mis almohadas abrí la carta de León lenta y temblorosamente.
Entonces comencé a leer.

PARA MARIANA...

HASTA QUE TE CONOCÍ (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora