4- Choque con la realidad

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  La realidad es aquello que, cuando uno deja de creer en ello, no desaparece. 

Philip Dick



Lance estaba en lo que parecía ser la enfermería del castillo. Él jamás había pisado aquel lugar y esto era ya que su modo de curación más rápida y efectiva eran las capsulas criogenicas, aunque cuando despertó en la mañana pensó que irían a desayunar al comedor, tanto Allura como Coran los mandaron a esta especie de enfermería para lo que según  se trataba de una revisión general de su estado físico y mental. Lance al despertar se colocó  la ropa que usaba comúnmente la cual como había dicho Rod estaba en buen estado en su habitación. Todos después de aquella revelación sobre su tiempo en las capsulas de hibernación decidieron quitarse aquellos trajes extraños para así volver a su vestimenta habitual, sin embargo, él no pudo hacerlo. Cuando había ido a consolarse en los brazos de Keith todavía mantenía aquel traje, tal vez los demás se sintieron mejor al ir a sus habitaciones y recuperar sus prendas pero por su parte él se había negado a ir a su habitación. En ese momento no estaba bien. No quería tener que ver aquel lugar donde guardaba tantos recuerdos de su estadía en el espacio como de los recuerdos que pertenecían a su vida en la Tierra. Él no quería admitir que llevaba diez mil años sin pisar ese lugar. Quizá estaba tratando de no derrumbarse por completo pero esto le fue imposible y lo único que pudo hacer fue refugiarse en los brazos de Keith. Después de aquel encuentro con su compañero y rival ambos tomaron caminos distintos acordando que no mencionarían nada de lo sucedido, algo que solían hacer cada vez que se derrumbaban y buscaban el consuelo del otro.

Regresó a la realidad cuando escuchó uno de los comentarios de Allura. Debía de concentrarse en otra cosa y no en la cantidad de años que han pasado desde su partida. Prestó atención a Allura que le aplicaba una aguja en el brazo a Pidge. Cada uno estaba en una camilla distinta, a su lado estaba Hunk, enfrente estaban tanto Pidge como Shiro y en la camilla de su otro lado se encontraba Keith de brazos cruzados.

-Jamás pensé que fueran a inyectarnos o algo así- dijo Hunk con nerviosismo mientras se tocaba el brazo.

-Las revisiones para verificar su estabilidad física y mental requieren de ello- dijo Allura sacando la aguja del brazo de Pidge.

-No creo que las agujas ayuden a nuestra estabilidad mental- dijo frunciendo el ceño con preocupación.

-Vamos, no creo que sea tan malo- Lance soltó con una sonrisa despreocupada.

-Eso es porque no te han metido una aguja de diez centímetros en el brazo- bufó Pidge acomodándose los lentes. Era hasta ese día que podía ver nuevamente a la chica con sus característicos lentes y eso le dejó una sensación de nostalgia.

-Pidge, no fueron diez centímetros- Allura tenía un tono serio aunque su sonrisa quitaba toda la seriedad de su rostro.

-Opino que le metas la aguja otra vez para comprobar- el tono de Lance junto a su mirada apuntada a Pidge eran burlones.

-¡Lance!- le reprendió la chica pretendiendo levantarse para golpear al chico.

-Tranquilícense ambos- dijo Shiro deteniendo a Pidge del brazo- En especial tú, Lance- le reprendió.

-Solo bromeaba- dijo levantando ambas manos en modo de rendición.

-Ya que insistes tanto con las agujas el siguiente seras tú- dijo Allura tomando otra aguja de la mesa de metal que tenía al  lado.

Beyond ten thousand starsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora