— ¿Qué demonios crees que estás haciendo? —demandó Louis, su voz más fuerte de lo que pretendía, la ira haciendo eco en sus cuerdas vocales.
— ¿De qué hablas? —Los ojos de Ortiz rebotaron en su cabeza, las manos temblando mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.
—Te vi, —siseó Louis—. Te vi con él.
— ¿Quién?
Louis se aguantó la exasperación. — ¿Qué quieres decir, con quién? ¿Ves alguien más por aquí? —Meneó su cabeza hacia la mesa detrás de Ortiz donde Madrigal miraba su intercambio con una expresión de total aburrimiento.
—Solo estábamos hablando, —dijo Ortiz demasiado rápido—. Esperándote.
— ¿Entonces qué es esa cosa blanca en tu nariz, Ortiz? —la mano de Ortiz voló hacia arriba, frotando con fuerza contra su piel. No podía ver a Louis a los ojos.
— ¿Cuánto tiempo llevas esnifando coca?
—No lo sé. —Ortiz se encogió de hombros, de la manera de un adolescente atrapado en una mentira, gruñón y desdeñoso.
Louis escupió su disgusto en el sucio suelo de cemento. — ¡Jesús!
— ¿Cuál es el maldito problema? Madrigal lo hace todo el tiempo.
— ¿Y qué? —Louis bajó la voz—. ¿Quieres terminar como él?
—Él está bien, —dijo Ortiz.
— ¡Mata personas para vivir y no pasa más de un par de horas sin una hemorragia nasal!
— ¡Oye! —Madrigal gritó desde su asiento en la mesa—. Vigila tu maldita boca, Louis. —Pero sonaba divertido, dejándole saber por su tono lo poco que pensaba de él, Louis un mero ratón y madrigal, un gran lobo malo.
Louis mantuvo la mirada en Ortiz. —Vamos, te llevaré a casa. Él puede terminar aquí.
Ortiz miró a Louis, sus ojos vacíos y distantes. —No, tu vete. Madrigal me puede acercar después que terminemos de desempacar.
—Ortiz, espera... —pero ya se estaba alejando, de regreso a las profundidades oscuras de la bodega.
Louis debió saber que estaba consumiendo; las señales estaban en su cara desde hace varios meses. Ortiz siempre hiperactivo y agitado, llamando a Louis en la mitad de la noche, queriendo hablar. Constantemente se quejaba de que estaba falto de efectivo, pidiéndole dinero cada vez que podía. Pero Louis se había cegado a sí mismo ante la evidencia, no quería creerlo. Solo estaba feliz porque Ortiz hablaba nuevamente, finalmente abriendo la boca en vez de quedarse mirando al frente sin nada que decir. No quiso averiguar la razón detrás del cambio.
Desde que la hija de Ortiz murió el invierno pasado, había estado vacío, a penas vivo. Su hija y esposa aún vivían en la misma casucha de dos habitaciones cuando le dio neumonía. No llego a vivir para celebrar su cumpleaños número cinco, el sueño de Ortiz de darles una mejor vida, enterrado en una tumba sin marcar que probablemente nunca vería. Su esposa lo culpaba, convencida que si hubiera trabajado más duro y enviado más dinero, su hija aún estaría con vida, y quizá estaba en lo correcto.
A Ortiz dejó de importarle todo después de eso. El trabajo que había tomado para salvar su familia se tornó en otro grillete de los que no podía escapar, otra deuda más que tenía que pagar. Y ahora andaba con Madrigal, su cuerpo delgado inclinado sobre una destartalada mesa de cartas, esnifando polvo blanco por la nariz.
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Shades of Gray - Larry Stylinson
FanfictionHarry Styles, un agente del FBI , está empezando a ver algunas tonos grises en su mundo blanco y negro. Él se encuentra cara a cara con sus dudas reflejadas en una persona, Louis Tomlinson, un vendedor de drogas de nivel medio, Harry espera usarlo p...