Todo lo que sube, baja.

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Mientras preparaba mi cena, un sandwich con un zumo de naranja, no paraba de darle vueltas a lo que Louise me habia dicho hace apenas dos horas. Para ser sincera, me encantaría que sucediera algo entre Luke y yo, pero tenía bastante miedo por lo que podría pasar entre ambos. Una de las principales cosas que me bombardean la cabeza es si sale mal ¿Lo perderé?¿Perderé a mi mejor amigo?

Vamos, eres novata, todo te va a salir mal.

"Salir mal".

Miré mi teléfono para ver si me habian llegado algunos mensajes. Exacto.

Desbloqueé el aparato telefónico y ví quien era la persona que me habia enviado el mensaje. Era Louise que me advertia de la fiesta en la playa del dia siguiente.

¡Es verdad! La había olvidado. Las fiestas que se celebran en la playa siempre han sido muy cotizadas entre los jovenes. Como todo, tenía un lado bueno y un lado malo. Si es que hay lados. La gente siempre acudía allí a ver si podían llevarse una chica facil a la cama o a ver quien de todos se ponía hasta las cejas de alcohol. El "lado" positivo era estar rodeado de un ambiente animado, extravagante y juvenil.

Siempre que íba a la playa, me acompañaban Louise, Luke, Michael, Calum y Ashton. Somos un grupo en el que ninguno se lo pasa bien sin el otro, si llora alguien, hay que hacerle sonreir. Eramos como una pequeña familia, no habia distinciones.

La cama estaba fria, y el edredon conseguía congelar cada una de las partes de mi cuerpo. El tic tac del reloj no paraba de sonar, haciendo que toda la habitacion no se quedara en silencio. Las cuatro de la madrugada y aun no habia conseguido pegar ojo. Me levanté de la cama y me dirigía hacia el baño. Abrí el grifo y me lave la cara haciendo que se despertaran los adormecidos ojos que apenas conseguían dormir.

Salí a la terraza de mi habitación y me apoyé sobre la blanca madera de la barandilla. Desde alli se veia toda la ciudad, o la poca parte que quedaba despierta. Los coches pasaban sigilosos por la calle, los perros aullaban a la luna y el viento balanceaba las ojas de las palmeras.

De pronto, me entró el sueño, bostecé y entre a mi cama, deslizandome poco a poco y me quede alli, dormida.

(...)

- Simon, voy a dar un paseo por fuera de la finca con Cobalt, volvere dentro de dos horas - Le dije al hombre cuarentón, amigo de mi padre que herraba a una joven potra torda.

- Esta bien, Rachel, ten cuidado.

Me alejé de los establos adentrandome en un pequeño bosque de coníferas que se adueñaba de la ladera de la montaña. Mis ojos se cerraban y no conseguía mantener muy bien el equilibrio. Supuse que era lo mal que había dormido aquella noche. Y eres tan inteligente de venirte sola, simple y jodidamente genial.

Cobalt estaba demasiado nervioso, lo notaba tenso y alerta de todo. Sus orejas estaban echadas hacia atrás y su respiración era agitada, se retrotaba por cualquier sonido extraño.

- Vamos pequeño, solo son pájaros que revolotean.

Acaricié su cuello, duro y demasiado tenso. Las nubes empezaban a cubrir el cielo de un negro tímido y los ruidosos truenos sonaban en la lejanía.

- Hora de volver.

Como mi desequilibrado cuerpo me lo permitió, avisé a Cobalt de ponerse al galope pero él y sus orejas comenzaron ir hacia atrás. Golpeaba con mis piernas su cuerpo para seguir insistiendo en el galope, pero Cobalt tiraba de las riendas. Un relincho profundo por parte de él consiguió asustarme y hacer pensar de que algo iba realmente mal. Nunca lo había visto asi de nervioso, mis piernas comenzaban a temblar, haciendome imposible agarrarme a el.

Las patas delanteras del caballo se elevaron demasiado del suelo, haciendo que perdiera completamente el equilibrio, solté las riendas y mis temblorosas piernas apenas me agarraban a la montura. Un segundo trueno fue suficiente para que yo cayera al suelo golpeandome fuertemente la cabeza. Mi vista se iba poniendo cada vez mas oscura y lo último que recuerdo ver, fue a Cobalt, corriendo salvajemente hacia la finca, sin nadie en su silla, mientras relinchaba.

NARRA LUKE.

Me asomé por la ventana de mi habitación. Decidí asomarme porque la amarilla luz del sol habia empezado a desvanecerse. Las gotas de agua comenzaban a caer lentamente y recordé que Rachel estaba en la finca con Cobalt.

Tendré que ir a recogerla, su padre no estaba y Anna dudo que conduzca.

Dejé en el escritorio los auriculares y cogí las llaves de mi coche.

- Madre, voy a recoger a Rachel, ahora vengo - Avisé a mi madre y salí corriendo de casa. Saqué mi telefono movil y marqué el numero de Rachel.

Un tono.

Dos tonos.

Tres tonos.

Rachel no suele tardar tanto en contestar. Siempre que la llamo, la sonrisa tonta aparece sin avisar en mi rostro. Aún recuerdo la primera vez que la ví, con un oso de peluche, sus dos trenzas de su castaño cabello y un jersey rosa chicle con el estampado de una M en ella. Juro que desde ese dia, mi corazón ha latido solo por ella, por verla feliz, contenta. Nunca la habia visto llorar, en los 12 años que llevo con ella. Era fuerte, aunque un poco introvertida, pero siempre sonriente e intentando ayudar a los demas.

Sus ojos miel me volvían loco y la manera en la que sacudía su cabello me tenía completamente abrumado. Recuerdo aquella vez que la vi en su fina ropa interior. Esa noche me quede a dormir en su casa porque mis padres viajarían a Boston por negocios familiares. Acababa de salir de la ducha y se dirigia hacia su habitacion corriendo de puntillas cuando la descubrí. Sus mejillas se tornaron de un rosado tono que siempre le hacian parecer mas pequeña y adorable.

Dios, si que estoy enamorado.

Aparqué mi coche. Escuché unos cascos acelerados de un caballo que venia corriendo por la pradera.

Un momento, ese es Cobalt, pero ¿Y Rachel?

Mi mente empezó a darle vueltas a lo peor. Quizas se ha caido y este bien y venga a pie.

Cogí a Cobalt de las riendas, y acariciando su sudoroso cuello para que se calmase.

- ¿Pero que? - Dijo un hombre que se llevaba las manos a la cabeza - ¿Donde está Rachel? - Dijo arrancandome al semental de las manos.

- No se, solo estaba el - El nerviosismo se podia hacer notable en mis manos. Me pasaba las manos por la nuca y por el pelo, las manos comenzaban a temblarme y el sudor frio amenazaba con salir.

El corcel, hacia aspavientos de querer llevarnos a algun lado. Movia su cabeza en señal de que le siguieramos.

- Creo que intenta... Decirnos algo - Dije tembloroso, tragandome aquel bulto de la garganta.

Por el amor de Dios, que ella esté bien.

New day, same boy,Donde viven las historias. Descúbrelo ahora