♛ V E I N T I D O S ♛

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           ––¿Qué quieres Damián? No estoy para juegos en estos momentos, no ahora por favor –decía recostado sobre una cabina de teléfono.

           ––Entonces espere a que llegue la noche –colgó.

           Damián había sido mi pareja durante más de 4 años, algo que se hizo formal, pero hubo algo que hizo explotar a él ¿La razón? La desconozco completamente, abuso de mí y encima, para colmo mío, ni la denuncia hizo su función adecuada, todo porque el policía de mi caso era un homofóbico sin escrúpulos, que al ver la posibilidad de perjudicarme, no me ayudó. Días después del suceso, escaparía gracias a Coralay, nos fuimos a un lugar lejos de él.

           Tuve que cambiar de número telefónico, ya que los mensajes de acoso e amenazas, no paraban de llegar a mi casilla de correo, cambié todo vínculo y borré cada una de mis cuentas sociales, creando nuevas y poniendo seguridad extrema en cada una de ellas, y ahora que pensaba que me había salvado, la llamada de este despreciable ser, me había sorprendido sin mucho más que decir. Algo terrorífico ¿Qué querría hacerme? ¿Abusaría de mí? ¿Cómo podía evitarlo? La sola voz de él, hacía que cada rincón de mi cuerpo se estremeciera de terror y miedo.

            Sin ganas, aparentemente, llegué a mi casa, abrí la puerta y cerré con llave, eché seguro, cerré ventanas junto con las cortinas, subí a mi cuarto y sin hacer mucho ruido cerré la puerta de mi cuarto. Cuando me estaba quitando la ropa, escuché la ducha abrirse para luego volverse a cerrar, las puertas de esa misma se abrieron y de repente la perilla se estaba moviendo, quise alcanzar mis pantalones, pero fue inútil, había quedado en ropa interior, para colmo sin nada de pudor.

             De aquella puerta salió un chico alto, cabello rubio como el alba, el torso desnudo y bien marcado y su respectivo tatuaje, que bien conocía ese dibujo, solía recorrerlo hasta dónde tenía fin, su entrepierna. Así como abrió, cerró la puerta y dándome la cara, vi como una sonrisa perversa de dibujaba claramente, su aspecto angelical no había cambiado, pero en el fondo seguía siendo una persona tóxica a más no poder.

           ––Vaya, parece que te sorprendí –refutó acercándose a mí, poco a poco, hasta estar frente a mí, con su actitud fresca y dominante, con esa fascinación de creerse el mejor, con esos aires de grandeza, que para nada eran suyos.

           ––¡Qué haces en mi casa! ¡¿Por dónde entraste?! –grité acercándome y poniendo frente a él. No sabía cómo podía haber hurgado dentro de mi casa, estaba a punto de llamar a la policía.

           ––Pues con la llave ¿No crees? –dijo colocando frente a mis narices la llave que estaba recostada en la mesita de mi habitación–. Además yo sé que te agrada mi visita, no creo que debas desesperarte –agregó con voz muy picante.

           ––Te equivocas, nunca más me volverá a agradar tu presencia, es más ahora mismo quiero que te largues de mi casa, antes de que llama a la policía ¡Sal ya! –grité furioso por su increíble insolencia me estaba poniendo de lo peor, completamente irracional.

           La puerta sonó y mis huesos se congelaron, me quedé inmóvil pensando en quien podría ser, algo me decía que no fuera a ir, pero mi corazón insolente se aventuró a abrir la puerta y ahí entre tanto drama, abrí de una vez, y ¿Quién era?... Abel.

            ––Jacob lo siento mucho yo no sabía... –su voz se cortó.

            ––Jacob ¿Dónde dejaste mi ropa? –preguntó Damián interrumpiendo.

            ––¡¿Quién es este imbécil?! –gritó Abel entrando de golpe a mi casa.

            ––¡Damián te dije que te largaras! –dije mirándolo.

            ––Así que ahora me engañas con este tal... Abel –suspiró–. Vaya que tus gustos si han bajado de rango ¿No crees? –presumió apretando mi cintura hasta sentir su estrepitoso miembro.

            ––¡Que lo sueltes! Esto es verdad, ahora me engañas con este de aquí –dijo Abel colocándose frente a Damián, algo me decía que no iba acabar bien.

             ––¿Es que acaso no te das cuenta? Jacob en ropa interior... yo en toalla, acéptalo amigo, él ya no te ama –presionó más Damián.

             ––¡Cállate hijo de puta! –dijo Abel, y en unos segundos ya estaban destruyendo todo a su paso, cualquier adorno terminó hecho pedazos. Mi corazón se quedó sordo, ciego y mudo, no podía hacer absolutamente nada. Pero dentro de tanta furia grité de lo más fuerte en mi vida.

              ––¡Para de una vez Abel! –dije arrancando su puño de la cara de Damián, lo había dejado desfigurado de tantos golpes que le dio.

               ––¿Ahora tú lo prefieres? –preguntó a la defensiva.

               ––No Abel, tú no entiendes –dije agachando la cabeza.

               ––¡Entender qué! ¡Dime de una puta vez! –gritó.

               ––¡Lárgate de mi casa! ¡No quiero volverte a ver jamás! ¡Aléjate de mí! ¡Vete de una maldita vez! –grité alejándolo de Damián y cerrando la puerta de mi casa, me resigne a perderlo para siempre, pero no podía hacer nada sus celos eran más fuerte que el amor que juro por mi tener.

               Me deslicé poco a poco por la puerta lamentando todo lo que hice, quería olvidarlo, él no me hacía bien y quería desparecer cualquier rastro de Abel, en mi corazón, mente, no quería volverlo a ver. Sentía como los golpes de sus puños traspasaban la puerta de la salida, no lo dejaría entrar, esta vez no, ya no.

               ––¡Abel lárgate de mi casa! ¡No te quiero volver a ver! –dije alejándome de la entrada y auxiliando a Damián, el pobre había quedado hecho papilla–. Eso te pasa por provocarlo –dije levantando y colocándolo en el sofá, lo que causó que accidentalmente se soltara la toalla de su cintura.

               ––Pega como niñita ¡Hey ahora quién es el pervertido! –dijo sonriendo.

               ––Tápate de una vez, no estoy de ganas –dije buscando el botiquín.

               ––Bueno... para otra ocasión será –presumió siendo algo sarcástico en sus palabras.


MI CENICIENTO© [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora