Siempre pensó que su vida era buena, tenía trabajo, un hogar y un matrimonio feliz o eso fue hasta que lo conoció a él, entonces todo en lo que creía comenzó a desmoronarse.
•Advertencias:
Alusión a situaciones de ámbito sexual.
Publicado del: 17/0...
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Sungmin le había llamado la noche anterior para asegurarse de que hubiera comido, recordándole que iba a molestarse con él si las cosas se echaban a perder en su nevera por no tocarlas cuando eran para que se alimentara y aunque había dudado un poco, le mencionó brevemente que la propuesta parecía haber salido bien. Podría haberse tratado del ánimo del mayor, pero a pesar de que no lo dijo abiertamente, se sintió mucho mejor al escucharle parlotear sobre lo acertado del tema y el trabajo que había hecho.
Puso un poco de las conservas de limón en un vaso y una en su boca mientras el agua hervía y terminaba de arreglarse la camisa; había cogido un resfriado por la lluvia y aunque en esos momentos lo estaba pagando, el té de limón con miel le sentaba de maravilla a su garganta mientras las vitaminas de Sungmin le ayudaban a reponerse un poco luego de varios días sin energías.
Cogió un pan tostado como único acompañamiento y se dijo que ya comería mejor en la hora del almuerzo porque estaba seguro de que su hyung incluso sabría aquello aunque no se lo dijera.
Nunca había trabajado en una propuesta como aquella, en su anterior trabajo su puesto consistía en llevar la contaduría así que había una gran diferencia y a pesar de que alguna vez mencionó algún método para buscar reducir gastos debido a las pérdidas, no era nada tan elaborado como lo que asumían esperaban de su parte en esa ocasión, así que tenía que trabajar mucho para que las cosas funcionaran.
-Cho, ve a comprar café- escuchó y entonces vio una tarjeta de color negro sobre su escritorio –compra dos en la cafetería a unas calles de aquí y asegúrate que uno de ellos sea cargado sin azúcar y déjalo sobre mi escritorio-
"No se por qué no me sorprende su elección" pensó viendo a su jefe dejar el piso, pensando que su actitud malhumorada iba bien con algo sin un gramo de azúcar y aunque le hubiera gustado negarse, estaba al tanto de que en lugares así el nuevo siempre era como el chico de los recados al igual que los pasantes; sin dudas era un cretino, ¿por qué no simplemente iba al área de empleados y se preparaba un café? Tal vez solo quería presumir que ganaba lo suficiente como para tener una tarjeta de crédito de ese nivel.
Se levantó de su escritorio y fue entonces que se dio cuenta que ya no había nadie, ni siquiera recordaba haber escuchado a los otros despedirse pero fue ver la hora que notó que eran cerca de las ocho, por lo que su turno había terminado hace un par de horas; había estado tan absorto en el asunto de la presentación que ni siquiera notó que ya era tarde. Esperaba que la bendita cafetería estuviera abierta o probablemente su superior se enojaría.
La joven cajera había sido muy amable con él cuando no entendió todo ese asunto de tés orgánicos y cafés artesanales e incluso cuando mencionó el pedido de su jefe, pareció saber de quién se trataba porque parecía ser un cliente frecuente del lugar, así que le aseguró que no debía preocuparse por nada porque sabía cómo preparar lo que normalmente tomaba, así que al salir de la cafetería se sintió mucho mejor.
