—¡Hola Yuriiiii!~ —se escuchó aquella voz retumbar por todo el departamento.
—... ¿Tienes que gritar tanto? Es realmente molesto... —gruñó el rubio mientras caminaba con paso lento a la sala.
—Oops, ¿te desperté? —rió al ver el aspecto desarreglado del menor.
—Sí, bruja, yo sí trabajo hasta tarde... —se dejó caer sobre el sofá, cubriendo su rostro con ambas manos para ocultar un pequeño bostezo.
—Trabajas porque quieres, si me hicieras caso lo tendrías todo con solo pedirlo, por ejemplo esto —esbozando una triunfal sonrisa dejo sobre la mesa de centro alrededor de 20 bolsas, tanto de ropa como de joyas y accesorios.
—Yo no pienso venderme, Mila... —suspiró frustrado.Mila Babicheva era lo que se conocía como "Sugar baby", chicas que daban su "compañía" a cambio de lujos que proporcionaba su "Sugar daddy", hombres maduros con una gran fortuna, capaces de cumplir cualquier capricho de su baby.
—No es como tú crees, Yuri, Otabek es realmente genial, me consiente y cumple todo lo que le pida, además es guapo y millonario, no sé, ¿qué tal si en algún futuro nos casamos? —dijo con voz soñadora al recordar a su daddy.
—¿Ya te enamoraste? Boba... —giró los ojos molesto, para Plisetsky aquellos sujetos solo eran idiotas con una fortuna para desperdiciar.
—No, sé muy bien que en este negocio no conviene meter los sentimientos, aunque es realmente difícil... —suspiró sentándose al lado de su amigo.Hacía más de seis años que vivían juntos, desde que el abuelo de Yuri falleció y éste quedó solo en la vida, la tía de Mila (única pariente de ésta) acogió a Yuri, criándolos juntos. No fue hasta que la pelirroja cumplió los 18 años que se independizó junto a su adorado amigo. Realmente se querían como hermanos, aunque al menor se le dificultara demostrarlo.
Cuando Mila se quedó sin empleo fue que encontró aquella página de citas donde ofrecían la solución a todos sus problemas económicos. Gracias a su belleza muchos hombres iban tras ella como si de tiburones se tratara pero solo uno fue el que la trato como una dama: Otabek Altín, directivo de una importante compañía, millonario, joven y atractivo ¿qué más le podía pedir a la vida? Hace más de un año que salían y aunque no tenían una relación "formal" Mila era feliz con sus lujos.
Yuri estaba estudiando la preparatoria, para no ser una carga para su amiga trabajaba como mesero en un antro popular de la región y aunque la paga no era del todo buena le daba lo suficiente para solventar sus gastos.
Mila insistía con que su amigo entrara a aquella página, quizá correría con la misma suerte que ella y terminaría al lado de su "príncipe azul". Pero a los jóvenes ojos de Plisetsky aquello era venderse, algo que jamás en su vida haría... o al menos eso creía.
Mientras que Babicheva dormitaba Yuri se preparaba para ir a su trabajo nocturno, treinta minutos después ya había llegado al lugar.
—Hola, John... —saludó al hombre que se encargaba de la seguridad en la entrada del antro.
—Yuri, Jair quiere verte en su oficina... —le dijo con tristeza.
—Oh no... ¿ahora qué hice? —suspiró y se apresuró para encontrarse con su jefe.Al llegar a la oficina escucho risas y murmullos, tocó y un par de minutos después salió una chica con la ropa desarreglada al igual que su cabello, ya imaginaba lo que estaba por venir.
—¿Me necesitabas? —entró con timidez al lugar.
—Oh, pasa, pasa, mi lindo niño... —al verlo se acomodó la camiseta que fue desacomodada por la empleada que acababa de salir. —Dime, Yuri... —se acercó a él, comenzando a acariciar muy lentamente su mejilla. —¿Valoras tu trabajo?Plisetsky tomó por la muñeca a aquel hombre —No me toque por favor.
—Necesito que me digas cuanto aprecias este trabajo.
—Apreció más mi dignidad —aventó con fuerza la mano del sujeto. —Quédese con su trabajo, muchas gracias. —gruñó lanzándole el uniforme que ocupaba y salió del lugar entre gritos del jefe que continuaba llamándolo.
No era la primera vez que lo acosaban en el trabajo, por ese mismo motivo este era el tercer empleo que dejaba, su belleza andrógina era una verdadera molestia.
Mientras caminaba de regreso a casa pensó en la propuesta de la pelirroja.
—Si a esa bruja le va bien... ¿por qué a mí no? —suspiró deteniéndose para mirar el cielo. —Me haces tanta falta, abuelo...
Al llegar a casa vio que Mila había cenado y que había vuelto a la cama, con pasos sigilosos se dirigió a la laptop de la mayor.
—¿Cuál era la página?... —cerró los ojos intentando recordar pero fue inútil. Prendió el aparato y lo primero que vio fue aquella página de citas.
—Dreamsugar.com... —memorizó el link y rápidamente apagó la laptop dejándola nuevamente en su lugar, se dirigió a su cuarto para buscar la página por su cuenta.
—Hagamos el perfil... —aún indeciso buscó una de sus mejores fotos y relleno todos los campos que se solicitaba.
Ahora solo quedaba esperar.
No pasó ni cinco minutos para que el ruso tuviera alrededor de diez solicitudes de amistad, diez posibles sugar daddy que harían su vida más fácil y llena de comodidades.
La mayoría pasaba de los treinta años, quizá no había sido tan buena idea...
Hasta que uno llamó su atención:
Nombre: Jean Jacques Leroy.
País: Canadá.
Ocupación: Presidente de Leroy Corporation.
Edad: 20 años.Mensaje: Hola, Yuri. Deseo conocerte.
¿Qué te parecía vernos?
Yuri salió corriendo de su habitación hacia la de su compañera, lanzándose sobre ella que aún se encontraba dormida—¡MILAAAAAA! ¿QUÉ HAGO?
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Sugar Daddy 🍭(Pliroy)
FanfictionEl rubio necesitaba dinero y el otro tenía tanto como para comprar su compañía. Un contrato con las reglas en claro y un "NO ENAMORARSE" como punto final. Por supuesto que uno de los dos la rompería.