Capítulo 5 🍭

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Solamente esa noche pasó Jean con su baby, al día siguiente tuvo que regresar de emergencia a Canadá, la reunión que creía haber aplazado una semana se llevaría a cabo al día siguiente y no podía darse el lujo de faltar pues de hacerlo significaría la pérdida de un socio importante para la empresa.

Pero el canadiense no se fue sin antes dejar instrucciones precisas para el pequeño ruso.

"El día de mañana ya podrás mudarte a tu nuevo departamento, estará cerca del de tu amiga para que no pierdas contacto con ella. También en un par de semanas entrarás en un nuevo colegio donde terminaras la preparatoria, ahí mismo cursaras la universidad, la carrera que elijas está bien. Por la tarde de mañana irá por ti un amigo mío que te explicará ciertas cosas. Espero que el departamento te guste, baby. Pronto me pondré en contacto contigo, cariño."

Yuri estaba recostado en su cama, dando vueltas una y otra vez sin poder conciliar el sueño —¿No es demasiado lo que me está dando?... —era lo único que repetía desde su encuentro con el empresario, tomó su almohada colocándola sobre su rostro, no podía pensar con claridad y todo era culpa del canadiense.
Mila entró a la habitación del rubio y tocó la puerta que yacía medio abierta —Yuratchka, ¿podemos hablar? —preguntó con el semblante melancólico.
El rubio descubrió su rostro y en un rápido movimiento se sentó en la cama —Claro, pasa.
Babicheva se sentó al lado de Plisetsky dejando ver una sonrisa forzada.
—¿Estás bien? ¿Pasó algo con Otabek? —preguntó el menor con preocupación, sabía que lo único que podría afectar a su amiga era aquel empresario.
—No, no es eso, Yura... es solo que... —su voz comenzó a entrecortarse —El día de mañana te vas, sé que yo te incité a meterte en esto pero no puedo evitar sentirme triste, hemos pasado tantas cosas juntos... —sus ojos se cristalizaron pero al mismo tiempo sonreía, recordando todos los momentos junto a su gran amigo.
—Boba... —Yuri pasó su brazo sobre los hombros de Mila intentando animarla —Estaremos cerca, vendré a verte todos los días, no tienes por qué estar triste.
—Eres como mi hermano, vivimos juntos tantos años, defendiéndonos como podíamos de la vida tan difícil que nos tocó llevar... —las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de la pelirroja.
—Mejor dicho tú siempre me defendiste a mí... —dijo limpiando el rostro de la chica. —¿Recuerdas cuando golpeaste a ese chico que me llamó niña? Era mayor que tú y aun así casi lo matas.
—¿Cómo voy a olvidarlo? Me suspendieron dos semanas... —rió a la par con el menor soltando un profundo suspiro. —Pero lo valió, tú eres mi única familia y siempre te defenderé de todos lo que quieran hacerte daño, mi Yuratchka.
Con esas palabras Yuri comenzó a sentir un nudo en la garganta que rápidamente aclaró —Hemos pasado tantas cosas... Hambre, frío, incluso llegamos a dormir en la calle pero siempre juntos... —tomó la mano de la mayor mirándola fijamente a los ojos —De verdad... Gracias por estar a mi lado.
Mila limpió sus lágrimas con la mano libre —Siempre vamos a estar juntos, gatito.
—... Te amo, hermana —dijo el ojiverde causando que el llanto de la mayor volviera con más fuerza, después de tantos años era la primera vez que ella escuchaba esas palabras proviniendo de los labios del pequeño.
—Te amo, Yuri... —ambos se abrazaron fuertemente, demostrando esa hermandad que habían formado durante esos años.

Poco después Mila ayudó a Yuri a empacar.

Al día siguiente...

—Llevo años viviendo por aquí y no sabía que existía esta zona tan lujosa... ¿en qué mundo vives, Yuri? —murmuraba para sí mismo mientras veía a través del vidrio del taxi, no podía creer que Leroy hubiera comprado un departamento en un lugar tan lujoso como ese, unos minutos después el taxi se detuvo frente a un elegante edificio, pagó y bajó sus maletas mirando por unos segundos la entrada del lugar.
—Bueno... aquí vamos —suspiró y entró al edificio. Una vez dentro dio una nota al administrador del lugar y éste le entregó sus llaves e indicó cuál era su departamento.

—Séptimo piso, departamento cuatro, séptimo piso, departamento cuatro... —repetía mientras entraba al elevador que le llevaría a su piso pero antes de que se cerraran las puestas de éste un hombre alcanzó a meter su pie haciendo que se abrieran de nuevo.
—Lo siento, llevo un poco de prisa y no podía esperar al siguiente —dijo aquel hombre de cabellos plateados con una amplia sonrisa en su rostro.
—No se preocupe —contestó el rubio sin darle mayor importancia.
—¿Eres nuevo en el edificio?
—Sí.
—¿En qué piso vives?
—En el séptimo.
—Ya veo —se dio cuenta que el chico no tenía muchos ánimos de hablar por lo que ya no preguntó más —Bienvenido, mi nombre es Viktor Nikiforov, vivo en el sexto piso, departamento diez, mucho gusto —extendió su mano hacía él.
—Yuri Plisetsky... —estrechó la mano ajena.
—Cualquier cosa que necesites no dudes en buscarme, Yuri —notó que ya estaban en su piso y detuvo el elevador. —Bueno, nos vemos y bienvenido de nuevo —se despidió con esa misma sonrisa en el rostro, era guapo pero se veía mucho mayor que el rubio, sin más siguió su camino hasta su nuevo departamento.

—Vaya... —dijo al entrar, impresionado al ver semejante lugar —Es demasiado lujoso... Pero es tan lindo... —revisó el departamento por completo, ni siquiera podía calcular el costo real. Incluso ya se encontraba amueblada, solo faltaba que el pequeño ruso le pusiera su toque personal y listo.

—Bueno... —echó una mirada al reloj que estaba en la sala —En unas horas vendrá el amigo de Jean, por lo mientras acomodaré mi ropa... —suspiró alegre y se dirigió a su habitación, al entrar lo primero que vio fue una cama enorme y rápidamente llegó a su mente la forma en la que pagaría todos esos lujos.

—No sé cómo será ese momento... Ni siquiera quiero imaginarlo... —se dejó caer sobre la cama cerrando los ojos por un momento... que se volvieron horas, hasta que un fuerte sonido en la puerta lo sacó de sus sueños.

—¡YA VOY! —exclamó corriendo hasta la puerta, al abrirla vio a un hombre bien parecido y arreglado, de piel de porcelana y ojos tan azules como el cielo.

—¿Tú eres Yuri Plisetsky? —preguntó entrando al departamento con toda confianza.
—S-Sí, soy yo... —miró con cierta desconfianza al contrario.
—Soy Georgi Popovich, uno de los mejores diseñadores de imagen de Rusia y tu asistente personal a partir de hoy.
—¿ASISTENTE PERSONAL? —exclamó totalmente sorprendido. —No, esto debe de ser un error.
—¿Tú eres el amante de Leroy, no es así? —dijo con total naturalidad.
—¿A-Amante? N-No es eso...
—No te preocupes, entiendo perfectamente su relación —tomó al menor por el mentón, mirándolo detenidamente. Yuri se sonrojó al instante y rápidamente se alejó del mayor.
Georgi soltó una carcajada, aquello le había parecido bastante adorable. —Tranquilízate, soy heterosexual, no tienes nada que temer, gatito. —agregó sin dejar de sonreír, el rubio hizo una mueca de desagrado al escuchar aquel apodo. —Bueno, mucha charla y poco movimiento —le tomó por el brazo haciéndolo salir del departamento.
—¿Eh? ¿A dónde vamos? —cuestionó confundido.
—¿Cómo que a dónde? —preguntó con un tono de indignación. —Vamos a vestirte decentemente, como tu rey lo merece.
—¿Mi rey...?

Ottawa, Canadá. — Terminando la junta de negocios.

La reunión había sido todo un éxito, la compañía Yang había firmado un contrato multimillonario con Leroy Corporation.

El kazajo y el canadiense seguían en la sala de juntas, Otabek revisaba unos documentos y después miró a su amigo que estaba casi dormido sobre la mesa —Tienes una cara horrible.
—Gracias amigo, eres el mejor —respondió Jean con sarcasmo.
Altin rió un poco —No lo dije de esa forma, pero en verdad te ves fatal.
—¿Qué esperabas? No de dormido nada.
—Nadie te obligo a ir —suspiró pesado y siguió acomodando esos papeles hasta que uno llamó su atención. — ¿"Sugar daddy / baby"? —leyó en voz alta. Al escuchar aquello Leroy rápidamente se levantó de su asiento y fue hasta Otabek intentando arrebatarle el papel.
—¡DAME ESO!
Éste ignoró a su socio y continuó con la lectura —¿Estás son tus "reglas"? —preguntó entre risas mientras le entregaba el papel a JJ.
—Cállate, metiche...
—Pero no entiendo la última regla, ¿le tienes miedo al amor?
—No —afirmó mientras doblaba la hoja para después meterla en su bolsillo —Pero no quiero ningún compromiso, el chico es hermoso pero tomaré esto como un pasatiempo solamente.
—Muy bien, Jean ¿entonces qué es para ti Yuri Plisetsky?
—El muñeco más hermoso que he tenido.
—Ya veo, lo quieres solo como un trofeo...
—Si quieres verlo de esa forma.
Otabek miró a su amigo y dio una palmada en su hombro. —Esperemos que ese "muñeco" no sea el que terminé jugando con el rey.
—Nunca nadie jugará conmigo, tenlo por seguro.

Sugar Daddy 🍭(Pliroy)Where stories live. Discover now