Capítulo 1

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2017, tiempo actual

Micaela lo miró a los ojos en búsqueda de alguna pista de irónia. Él no podía estar hablando en serio, no Ignacio.
Ignacio nunca se tomaba nada en serio.
Levantó rápidamente la mano para sentir la frente de él y se estremeció por dentro

— ¿Estás borracho? — Ella susurró, inclinándose para estar más cerca.Todo el tiempo maldiciendo la cara loción post-barba que exhalaba de él
Ignacio le apartó la mano.

— Estoy hablando en serio, Mica. Es la única manera de convencer a las personas.

— ¿Tenes noción de que tus papás me conocen desde los tres años? Además estoy segura de que tu mamá se daría cuenta de todo. Y ni hablar de la abuela de ustedes dos. — La seriedad que Ignacio estaba teníendo hasta ese momento, se quebró en una sonrisa. — ¡No te rías! ¡Te estoy hablando en serio, Nacho! Tu abuela debe haber trabajado en el FBI

— Son los ojos de ella — Ignacio sacudió los hombros. — Ellos siempre me atrapan.Sacudió sus hombros de nuevo. — Pero te estás escapando del tema, Micaela. Estoy desesperado.

— Bueno, ya que estás hablando de esa manera, ¿cómo me podría negar? ¡Estás desesperado! Que romántico. No tengo idea de como te convertiste el soltero más codiciado, y a los 25 años, ¡que impresionante!—Ella sacudió la cabeza, sin creerlo.

— ¿De verdad que no lo sabes?—Él se inclinó para adelante.

Sus ojos la miraban, y ella no pudo encontrar fuerzas para desviar su mirada de los labios de Ignacio mientras él pasaba su lengua por ellos.

Ella estaba transpirando de verdad con solo mirarlo.
No ayudaba mucho el hecho de que esta era la primera vez que escuchaba hablar de él desde el incidente. No es que este fuese el momento de tocar el asunto.

— Perfecto — Micaela le mandó a su corazón dejar de latir tan rápido y cerró los ojos de nuevo.— Nacho, esto no va a funcionar nunca. ¿Por qué no le pedis a alguna de tus amigas strippers que te ayude? — (Y, por favor, por el amor de Dios, me dejas en paz)

Demasiadas memorias la encaraban a través de los ojos de él, y ella no tenía la seguridad de poder digerir todo. No después de saber que el restaurante que era propiedad de sus papás había abierto dos nuevas filiales, una de ellas en la ciudad de Buenos Aires.
La herida parecía haberse abierto nuevamente. Sacudió sus hombros y dejo que Ignacio defendiera su asunto.

— Hum, ¿tal vez porque ellas son strippers? — Ignacio levantó las manos y sacudió la cabeza.—¿Queres que mi abuela se muera? Porque te aseguro que eso solamente le va a provocar otro derrame.

Micaela hizo una pausa.

— ¿Otro derrame? ¿Queres decir que ella ya tuvo algunos?—("¿Fue por eso que la abuela Pilar no me escribió en el último mes?)

Ignacio se estremeció.

— Si, está empeorando — Pasó la mano por su pelo. — ¿Me vas a ayudar o no? Yo te pago.

— ¿Me vas a pagar? — Micaela bufó. — ¿De la misma manera que le pagas a tus strippers? ¿Por qué siento que no voy a conseguir nada bueno de toda esta historia?

Ignacio dio una risa forzada.

— Yo detesto jugar fuerte. Pero me lo debes.

— ¿Yo te lo debo? — Repitió Micaela. — Ah, por favor, decime cómo puede ser que le deba un favor al gran Ignacio Nayar. Me estoy muriendo de curiosidad, de verdad. — Ella erguió las sobrecejas y golpeó con la uña pintada en la cuchara de café frio.

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