Capítulo 18

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Algo estaba seriamente mal cuando la abuela usaba ropa mucho mejor que la de ella.(Nota mental: Analizar el ropero más tarde)

Fascinada, Micaela observó como la abuela le golpeaba la puerta al vecino. Ella se abrió totalmente y la abuela fue llevada adentro.

Las cortinas estaban cerradas. Gracias Dios, por esos pequeños favores.

Micaela entró a la casa más aturdida que cualquier otra cosa. La abuela no estaba enferma. La abuela sabía que Nacho y ella no estaban de novios, ¿pero a qué la estaba incentivando a hacer? ¿A encontrarse? ¿Por qué ella tenía que ir al lugar que estaba repleto de los recuerdos de su infancia?

La única casa, la única familia que estaba más cerca de ella que su propia familia.

Cuando ella y Nacho terminaron era como si todo el mundo hubiese cambiado. Ella dejo de pasar todas los feriados en la casa de él y pasó a dar excusas relacionadas a compromisos de trabajo. Todo por culpa de una noche idiota. Una noche descuidada, en la cual ella llegó a pensar que podía ser más que una amiga para él.

Ah, ella fue su novia un año antes de que los dos hicieran algo, pero era más como un acuerdo. Era una manera de que él la protegiera de los chicos raros, del último año de secundaria hasta el primer año de facultad.

Nunca había significado nada.

Ellos nunca hicieron nada.

Ella derramó otras lágrimas, recordando el aroma del dormitorio en el cual ellos estuvieron, después de que volvieron de la fiesta de aquella noche.

Nacho se estaba ríendo de un chico que se cayó a la pileta y Micaela tomaba agua como si no hubiese un mañana. Nunca habían ido a una fiesta sin el otro, y siempre se hidrataban y se quedaban al margen de las confusiones. Ellos fueron a la fiesta por motivos sociales, solamente eso.

Pero cuando Nacho la dejo en el departamento aquella noche, él le pidió dormir en el sofá. Él se quedo y, después de un tiempo, los dos empezaron a besarse.

Micaela no tenía mucha certeza de quien inició los besos. ¿Ella se inclinó primero? ¿O fue él? ¿Eso importaba, ahora? Entonces, la ropa ya no estaba y todo lo que ella se acordaba era de pensar que finalmente estaría con el hombre que amaba. El hombre que estuvo a su lado toda la vida.

En su mente inocente, ella creía que entregarse a él significaba... Para siempre.

En la mente de Nacho, había significafo... Un momento.

Un momento horrible y sin gracia que terminó con lágrimas de frustración.

Para decir como minimo, que fue extraño. Nacho se sentó en un rincón de la cama, con la cabeza entre las manos, repitiendo varias y varias veces:

— Dios mio, ¿qué hicimos? ¿Qué acabamos de hacer?

Y Micaela se quedó sentada, vulnerable, sin ser más virgen, y luchó para impedir que las lágrimas no corrieran por su cara. Si fuese cualquier otro chico, ella lo hubiese echado y llamarlo a Nacho para que la cuidara.

¿Pero a quién llamas cuando tuviste sexo con tu mejor amigo?
¿Cuándo la única persona que te entiende es aquella que ni puede mirarte?

— Necesito irme. — Dijo él, sin preocuparse en preguntarle si estaba bien ni nada. El ruido de la puerta fue como un golpe en su cuerpo.

Ella se quedo sentada en silencio, tratando de calmar la respiración. Sin entender porqué la experiencia no fue mágica como ella lo había escuchado, y sin saber si debía contarle a alguien o simplemente quedarse acostada ahí.

Sus papás estaban en un viaje de vacaciones, sabía que si los llamaba, ellos no la atenderían de cualquier forma. Fue la misma noche en la que ellos murieron en un accidente de auto volviendo del aeropuerto.

Una semana después, Nacho le murmuró un pedido de disculpas. Después dijo que estaría muy ocupado con las clases por algún tiempo.

Él comenzó a llamarla apenas una vez por semana, después una vez por mes, hasta que finalmente ella solamente recibía tarjetas de él y de su familia en las fiestas.

El dolor la transformó en una nueva persona. Ella no lo había percibido hasta ahora, que perdió a todos los que amaba en una misma fatidica noche.

Sus papás, Nacho, a la abuela Pilar y a la familia de él. Le sacaron a todo el mundo en un instante. Y, de repente, ella se preguntó cómo pudo llegar hasta ahí sin haber tenido un colapso nervioso.

Con la respiración tremula, ella subió las escaleras corríendo. Tendría tiempo para reflexionar y sentir autopiedad más tarde, pero ahora... Ahora ella necesitaba arreglarse para andar de la mano de Nacho, a pesar de que fuera el último lugar en el que quería estar.

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