Capítulo 16

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Florencia lo estaba arruinando todo.

Primero, ella le pidió a Nacho que le prometiera que no se casara de verdad con esa chica con cual supuestamente él estaba de novio. Después cuando él le dijo que estaba pensando en eso, ella lo golpeó. Increible.

No es que él fuese a dejarla ni nada así. Él sería perfectamente feliz teniendo una esposa y una amante al lado.

Después que Nacho le terminó de explicar todo, Florencia se calmó un poco. Pero eso destruyó lo que pudo haber sido una noche perfectamente buena de sexo enloquecedor y bebidas.

Él terminó manejando para volver a su casa a la una de la madrugada. No valía la pena dormir con ella ya que estaba tan rara.

Nacho tanteó la cerradura y entró en silencio. ¿Dónde estaba exactamente durmiendo Micaela? Él se olvidó de preguntar. Terminó de subir la escalera, de a dos escalones, y se chocó con Ramiro, que estaba saliendo de uno de los cuartos de huespedes.

—¿Qué estabas haciendo?—Preguntaron los dos al mismo tiempo.

Ramiro se golpeó la cabeza y miró al cuarto del cual había acabado de salir.

— Ehh, Micaela tomó demasiado vino y yo la acompañé hasta su cuarto.

Nacho no le creyó. Él no era idiota.

— Entonces, ¿vos muy gentilmente la ayudaste a subir las escaleras y luchaste contra los monstruos y dragones para defender tu honra?

Ramiro rodó los ojos.

— ¿Ya terminaste? Estoy cansado y necesito dormir. Pero no la molestes, ¿está bien?

— Ella no es una preocupación tuya, Rama. Yo la molesto cuando quiera y ese no es un problema tuyo. No estás envuelto en esto.

Ramiro lo tiró a Nacho contra la pared.

— Si te atreves a tocarla, yo te juro que te mato.

— ¿Tocarla? — "¿Desde cuándo Ramiro se volvió tan puritano?"—Si yo quiero la voy a tocar. Y una vez más, ese no es un problema tuyo.

— ¿Cuál es tu problema?—Ramiro lo soltó.

— Nada. — Nacho se acomodó la campera de cuero. — Relajate, ¿está bien? Yo ya superé, ella ya superó, nosotros dos ya superamos. Pero hermano, parece que la única persona que está encerrada en el pasado sos vos.

Eso debía callarlo a Ramiro. Nacho lo miró con desprecio y golpeó en la puerta de Micaela. Después entró en silencio, dejandolo a Ramiro con rabia en el pasillo.

— Querida, ya volví. — Nacho besó su frente. Micaela no parecía estar borracha ni confundida. Como máximo, estaba colorada y con los labios hinchados. Él se había olvidado de lo linda que era ella. Su pelo estaba esparcido en la almohada. Ella suspiró y giró para verlo.

— ¿Todo bien en el trabajo?—Murmuró Micaela.

— Todo. — La voz de Nacho se puso ronca, y él no pudo concentrarse en nada más que no fuera la sensación de la piel de ella cuando acarició su cara.—Todo está bien.

Y entonces él no se controló. Había prometido que no iba a tocarla más, pero él era hombre. Y era normal la estupidez de no dominar el buen sentido. Sus labios rozaron los de ella, lentamente, y después con más fuerza cuando él la empujó para la cama.

Ramiro entró furioso al cuarto, como un temeroso caballero de armadura e insultó cuando lo vio a Nacho sobre Micaela.

— Hermano, ¿te puedo ayudar en algo? Estamos medio ocupados.

Los ojos de Ramiro se posar en Micaela, que parecía esconderse debajo de las sabanas, y después volvió a mirarlo Nacho.

— Tenes razón. No es de mi incumbencia lo que ustedes hacen, no me interesa. Buenas noches. — Y salió golpeando la puerta.

Nacho creía que su hermano necesitaba algún tratamiento contra la rabia. ¿Por qué le importaba si Micaela y él todavía tenían algo?

Micaela lo codeó.

— Tenes que irte. — La cara de Micaela estaba mojada de lágrimas. ¿Ella estaba llorando?

— ¿Por qué estás llorando? ¿Pasó algo malo? — Todas las preguntas salieron de prisa.

— N-nada. — Tartamudeó Micaela. — Perdóname, Nacho. Yo tomé demasiado vino. No quería besarte. — Ella giró la cabeza y cerró los ojos.

— Está bien. — Pero no lo estaba. En realidad, todo hubiera sido diferente si Ramiro no los hubiese visto.

Tal vez fue mejor así. Al final, él sabía que eso solamente lo llevaría a lastimarla de nuevo. Nacho no era el tipo de chico que estaba con una sola chica. Pero Micaela tenía algo tan tentador que a él le dificultaba alejarse de ella. Tal vez eran los recuerdos de su amistad. O la manera en la que ella le sonría y lo provocaba.

Nacho la besó a Micaela en la frente por última vez y salió del cuarto, sonríendo de forma soberbia cuando lo vió a su hermano en el pasillo. Aparentemente, Ramiro iba a hacer el papel de guardaespaldas. Todo bien, por él.

Nacho se detuvo antes de entrar a su propio cuarto.

— Mica está durmiendo. Estoy seguro que después de tanta emoción quedo exhausta.—Nacho entró a su cuarto y cerró la puerta, adorando el sonido de los insultos de su hermano.

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