Capítulo 3.

55 3 4
                                    

─Te siguen gustando las entradas dramáticas, ¿eh? ─preguntó Sawyer mientras paseaba su mirada de Jaden y Mao a ella de nuevo.

No podía creer que volviera ahí luego de dos años fuera. Sola.

Sawyer cruzó los brazos por encima del pecho y Zarina vio como este subía y bajaba lentamente a causa de sus respiraciones tranquilas. Siempre tranquilas. Zarina volvió a sentir envidia de su tranquilidad. Desde que lo conocía él irradiaba ese halo mientras que ella era la que explotaba fácilmente y él era el calmado.

─Sabes que adoro las entradas dramáticas, Sawyer ─respondió Zarina con una sonrisa ladina cuando terminó de girarse y jugaba con el cuchillo en sus dedos.

─Escapó de mis brazos, General, creímos que estaba dormida ─se defendió Mao a lado de su linda pareja Jaden. Hacían una pareja formidablemente patética. El musculoso y el lame botas.

La voz de Mao cubrió toda la habitación pero Sawyer ni siquiera le miró y ella se preguntó si siquiera lo había escuchado o puesto atención. La mirada bicolor suya se fue a encontrar con la mirada color zafiro que poseía él, por enésima vez, y en sus ojos vio reflejado muchas de las veces que habían entrenado juntos. Él también lo recordaba.

─Sí. Lo sé, Kaelyn ─Hubo algo en la forma en la que dijo aquello le dio un escalofrío por la espalda y le hizo punzar de nuevo la espalda─. Te sientan bien las cadenas.

Mierda. Casi había olvidado que dentro del castillo ella no era Zarina Windeis, sino que era Kaelyn Noxclara. Ahí la historia falsa de su identidad falsa había nacido. Ahí se creó la historia de ser una cazadora, la última de los Noxclara y todos la conocían así. Dentro del castillo, Zarina era solo una perra asesina estúpida ─según algunos─ que estaba en sus prioridades por atrapar y encarcelar. Nadie jamás se había enterado de su doble vida siendo una perra mercenaria por las noches y cazadora guardia por los días.

─¿Hay algo en este mundo que no me siente bien? ─retó con su tono de voz.

Aiden estaba callado, sólo escuchando pero vigilando al mismo tiempo. El que estuvieran en un lugar que conocían no significaba que había que tener baja la guardia y ella tenía a alguien bajo la manga. Con su ojo conectado a Aiden podía ver como él se dedicaba a viajar de un lado a otro en la habitación. Deteniéndose en el enorme librero de Sawyer de extremo a extremo de la pared, repletos de libros. Ningún volumen repetido. Él adoraba la lectura. Zarina rezó internamente porque Aiden no comenzara con sus jodas y comenzara a tirar los libros sólo por joderlo.

─Hay demasiadas cosas que no te quedan, Kaelyn, sinceramente, lamento decirlo ─Sawyer le devolvió la respuesta con una de esas sonrisas ladinas que casi siempre iban dedicadas cuando quería derretir unas cuántas bragas a su paso.

─Creo que tu concepto de cuidar está muy distinto al mío ─dijo finalmente mientras alzaba las manos y las cadenas que las unían repiqueteaban para darse a notar.

─Oh, bueno, siempre hay que estar precavidos, ¿no? ─Otra de esas sonrisas y ella se le lanzaría encima pero no por sus bragas sino para golpearlo.

─No es que sea una de tus putas para que tengas que encadenarme.

─¿Estás diciendo que quieres serlo? ¿Una de mis putas? ─la voz de Sawyer de pronto de coloreó y apretó las manos aún más provocando que los músculos de sus brazos resaltaran aún más.

Tendrá que unirse a la fila, comentó Aiden de nuevo y así como lo dijo de rápido, volvió a callarse. Ella sólo apretó los ojos un poco, reprimiendo las ganas de callarlo.

─No creo que me merezca el honor ─Llevó una mano a su pecho y la dejó ahí como si en verdad aquello le hubiera conmovido aunque fuera un poco.

Crónicas de Dreyma I. Estrella de Mediodía © #PunicornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora