Capítulo 12.

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Luego de que por estar saltando se cayera de culo al suelo, Zarina se había dignado a dormir, sólo había tirado de la colcha que cubría la cama y se tapó con ella en el suelo, mirando al techo, de nuevo con el balcón abierto y había dejado Crónicas de Dreyma sobre su mesa de lectura. Aiden había seguido parloteando sobre lo estúpida que había sido por haberle besado aun cuando le estaba dando un precio a su cabeza y ella solo decía que tenía la razón.

Mileen amablemente la despertó con humo saliendo por la puerta del baño: su baño estaba listo para recibirla.

El sol por el cielo marcaba que serían apenas las siete de la mañana, por lo que su entrenamiento comenzaba a las ocho. Su estómago gruñó y cuando se incorporó del suelo se encontró con una bandeja con un jugo de naranja, fruta picada y pan tostado con mantequilla y mermelada. Apenas había recordaba que el día anterior no había tocado o pensado en comida.

Esas tostadas se ven exquisitas, señaló Aiden con su tono de voz normal.

Por lo general, los enojos de ambos no solían durar mucho, no más de un día, ya que se habían dicho que no había punto en estar molestos si a final de cuentas sólo se tenían el uno a la otra.

Así que Zarina le hizo caso y tomó una rebanada, la mordió y saboreó el sabor de la mantequilla y mermelada de moras.

─Mía ─replicó ella a modo de propiedad con respecto a su pan y volvió a morderlo.

A veces eres una insensata, bufó.

─Tu baño está listo ─dijo Mileen con una toalla en sus manos desde la puerta del baño.

Zarina entró e hizo lo mismo que el día anterior. Se desnudó y metió al agua, comenzando a jugar y bromear con Aiden de nuevo, replicando nuevamente sobre su beso con Sawyer, pero ahora en broma, dejando de lado la tensión de la noche anterior.

Había llevado su trozo de tostada, así que seguía comiendo de esta mientras con otra mano se encargaba de lavar su cabello y luego soplar las burbujas en su mano.

Finalmente salió de su momento limpio del día y se dirigió al espejo donde se miraría y desenredaría el cabello para que Mileen le hiciera el favor de hacerle una trenza.

─No hablas mucho, ¿verdad? ─preguntó Zarina mirándola por el espejo.

Mileen soltó una pequeña risa y encajó otro pasador para atrapar el cabello. Vio sus ojos brillar cada que tomaba su cabello, como admirándolo.

─Yo sólo estoy aquí para servirte ─dijo finalmente con cierto tono de indignación.

─¿Y? Podemos bien entablar al menos una conversación.

Volvió a agacharse para tomar otro pasador y volvió a ver sus orejas de hada entre su peinado.

─No soy alguien de muchas palabras, en realidad ─se defendió guardando la cajita cuando tomó el último que necesitaba.

─Podrías comenzar contándome de ti. Cosas triviales, quizá hobbies, fetiches extraños ─Zarina se encogió de hombros y admiraba la obra de su dama de compañía.

Las mejillas de la chica se colorearon de otro tono distinto al que tenían siempre, más rojo en pena por sus palabras. Lo que hizo a Zarina y Aiden soltar una pequeña risa por lo bajo, no en burla, sino por la incomodidad que Mileen derrochaba.

─En realidad no hablo mucho porque todos parecen saber de mí incluso antes de mí misma ─dijo jugando con la orilla de su mandil mientras salía.

Crónicas de Dreyma I. Estrella de Mediodía © #PunicornDonde viven las historias. Descúbrelo ahora