CAPÍTULO III: LOS SUEÑOS DE ATENAS

1.2K 168 33
                                    




Alec soñaba con ir a Atenas. Soñaba con aprender las cosas que solo los de la clase alta sabía. Él sabía que no todo era guerra como le enseñaban en la escuela. Él quería llegar a ser maestro. Quería poder leer y leer, un lujo que al ser pobre no tenía tan fácilmente. A veces iba a la biblioteca del pueblo y leía todo lo que podía. Aprendió las matemáticas de los babilonios, la contabilidad de los sumerios y la arquitectura de los egipcios. En sus ratos libres, Clary (las veces que Jace se acercaba a ella), les enseñaba a dibujar.

-¿Qué crees que sean esos rayones en el libro gris que Izzy encontró?-preguntó una vez pintando en un jarrón de cerámica.

-No lo sé-respondió Jace mientras le trenzaba el cabello rojo-Pero me encanta la que está en la tercera página.

-¿Esta?-Clary alzó el libro-Es muy bonita, parece algún trazo de unión ¿no creen?- se quedó pensando un momento y sacó el estuche de tinta china que su padre comerciante le había regalado-Vengan acá-dijo y sin previo aviso les alzó la camiseta a ambos.

-¡Clary!-se escandalizó Alec mientras Jace sonreía satisfecho.

-Solo denme un momento-dijo y empezó a trazar líneas en la piel de ambos-Listo-finalizó después de un rato.

Jace y Alec en sus costillas tenían dibujada la imagen del libro Gris.

-Es perfecta-exclamaron los tres al unísono.

Alec recordaba todo eso mientras era llevado a su casa escoltado por vigilantes. Le darían solo diez minutos para despedirse.
Su hermana salió primero. No había necesidad de explicaciones. En sus ojos negros se notaba la tristeza. En ese momento empezó a llover. Llovía como si al cielo le hubieran roto el corazón. Como si el cielo supiera lo rotos que ahora estaban Alec e Izzy. A pesar de la lluvia, Izzy, seguida por Marice y Robert corrieron a abrazar a Alec. Un año atrás habían perdido a Max en un fatal incendio, y ahora el miedo de perder a otro hijo estaba ahí latente.

-Dijiste que no te elegirían-dijo Izzy con lágrimas en los ojos-Te voy a aniquila Teseo.

-Lo harás en cuanto salga de ahí-respondió el aludido con un nudo en la garganta.

-¿Por qué la levantaste?-pregunto Robert con pesar.

-La señora Imagen me obligó...Aun no entiendo como lo logre.

Robert suspiró. Las arrugas en su frente se hicieron más notorias.

-Solo...trata de salir vivo-pidió dándole una cariñosa palmada en la espada.

Marice que había estado callada hasta ese momento alzó la mirada hacía su hijo.

-Vuelve a casa-fue lo único que dijo antes de los vigilantes tomaran del brazo a Alec y lo alejaran de lo familia. Lo último que alcanzó a ver fue el largo cabello de su hermana chorrear por la lluvia. Ambos eran como gemelos. Solo que Izzy era la noche y Alec el día. Tenía el verde primavera en sus ojos. Un verde que hacía juego con el ébano de su cabello. Parecía obsidiana. Esa piedra negra con reflejos verdes.
Jace en cambio era oro. Cuando los ojos dorados se encontraron con los verdes después de las palabras de Imogen, ambos tocaron instintivamente sus costillas. La imagen seguía ahí.

Alec haría todo lo posible por volver a casa.

-Bien chico-dijo uno de esos hombres tendiéndole un poco de ropa y una espada-Eso será lo único con lo que entrarás al laberinto. A media noche entrarás y tienes un mes-sonrió un poco-Pero sabemos que no llegarás ni a las dos semanas.

Alec apretó los labios. Estaba furioso por la burla de ese sujeto.

-Quiero llevar mi arco y flechas-dijo después de un rato con voz firme-Es lo único que pido.

-Concédele el capricho al niño-dijo otro de los hombres-De todos modos morirá ahí.

Y así fue como Alec tuvo en sus manos su arco, con el cual entrenaba en sus ratos libres.

Las horas pasaban, a pesar de que Alec no dejaba de repetirse de que no existía tal criatura, sentía un dolor en el estómago. Quizás hubiera algo peor ahí abajo. Idris era controlada por Minos, un ser despiadado que no tenía problemas en matar al pueblo. Isabelle y Clary le llamaban Valentine, ya que decían que Minos sonaba muy amable para él.

Alec sonrió sin notarlo al pensar en eso. Tenía nervios.

-Es hora-anunció un tercer hombre-Date prisa.

Alec salió y los siguió. Las escaleras por las que iban bajando parecían interminables. El lugar estaba alumbrado por el fuego de las antorchas en la pared. Los nervios volvieron a abordarlo y las preguntas inundaron su mente; ¿Enserio moriré? ¿Será cierto que el monstro mata de un solo golpe?

Todas esas dudas taladraban la mente de Alec hasta que una voz lo trajo de vuelta a la realidad.

-Listo chico... ahora estas solo-dijeron al dejarlo al inicio del laberinto y salir de ahí.

Con una bocanada de aire, Alec se adentró. Vago por horas, siempre a la expectativa, hasta que por el rabillo del ojo vio un reflejo ámbar. Tomó la espada y se puso en posición de defensa.

¿Quién anda ahí?-escuchó decir y, al voltearse vio los ojos más bonitos que había visto nunca.

El ámbar y la obsidiana se habían encontrado.







¿Les gusto? Espero que sí :D

Gracias por leer, te ganaste un gatito bebé e.e

No te olvides de votar, comentar y pasar la historia.



EL RELATO ENCONTRADO EN ALEJANDRÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora