CAPÍTULO XXV: PAN Y VINO

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Clary, Izzy, Jace, Simón, Alec y Magnus partieron del monte Olimpo ya bastante entrada la noche.

–Hace frío– dijo Magnus abrazándose a la cintura de Alec.

Este volteó la cabeza lo necesario para poder besarle el lóbulo de la oreja– ¿Quieres que te caliente?– susurró contra su oído.

Estaban montados en Helia, quien era jineteada por Simón.

–Chicos... Sé que acaban de volver a la vida y que tienen que ponerse al corriente pero ya casi llegamos... Y por más que ame verlos juntos, sus sonidos me perturban.

–Delicado– respondió Magnus riendo levemente y sintiendo una gran felicidad al ver el rostro sonrojado de Alec.

Iban camino a la casa Lightwood.
Se podía decir que eran más o menos las dos de la madrugada. Aún faltaban unas cuatro o cinco horas para que amaneciera cuando aterrizaron frente al patio de la casa Lightwood.

–Listo– exclamó Clary bajando de Helio– Estirense, desdoblense, ha sido un viaje muy largo– dijo para luego acariciar a su pegaso con cariño.

–Mamá y papá no están– hizo notar Jace al asomarse– Quizás estén con mi abuela... Es lo más seguro.

–Debemos descansar, Alec, Magnus, duerman bien y por favor... Traten de no volver a morir– les dijo la pelinegra viéndolos con las manos en la cintura.

–Morir es aburrido– declaró Alec, seguido de las risas de todos.

[♥️]

Simón había vuelto a casa, con Clary junto con el. La madre de Clary y la madre de Simón eran amigas y, cuando ambos les explicaron lo que habían pasado, acordaron no volver a la casa con Valentine. Sabían que tenían que enfrentarlo pronto pero esa noche, esa noche iban a tratar de dormir bien.

Clary esperaba que Jace pudiera dormir bien. Simón esperaba que Izzy pudiera dormir bien.
Y vaya que lo hacían.
A kilómetros de ahí, Jace e Izzy dormían profundamente como no lo habían hecho desde que Alec entró a ese laberinto.

Alec, por su parte, cuando se despidió y les dió las buenas noches a sus hermanos, se ocupó de su asunto más importante.
Tomo la mano de Magnus y lo dirigió hacia el río que cruzaba por el monte donde se encontraba su casa.

Y ahí se encontraban ahora...

–El agua está muy tibia– Magnus había entrado algo dudoso pero ahora parecía una sirena, disfrutando del agua caliente y quitándose de su cuerpo los restos de sangre que delataban que había estado herido.

–Es porque proviene de una cantera– explicó Alec acercándose a él luego de haber limpiado su propio cabello– Por eso siempre hay agua caliente en este río.

Magnus lo miró sonriendo y se pegó a él. Se afianzó a él, entrelazando sus piernas por detrás de su cadera y tomándolo del cuello– Alexander... ¿Debes enserio ir a enfrentar a Valentine? Tú... No tienes una idea de lo que fue verte morir... Ver esa espada atravesar tu cuerpo, yo... –la voz empezó a cortársele– No quiero perderte de nuevo... No lo soportaría... Y se que tus hermanos tampoco.

–Shh– dijo como respuesta Alec que lo tenía abrazado de la cintura– No pienses en eso. No hoy, no ahorita que hemos vuelto a estar juntos. Magnus... ¿Recuerdas lo que te dije? ¿Lo que te dije que haríamos cuando saliéramos de aquel maldito laberinto?

–Dijiste que veríamos el mar, y que me llevarías a comer ese pan y vino que venden en la plaza.

–Si, pero además de eso... Dijimos algo más. Lo más importante que haríamos.

Magnus se quedó en silencio. En su interior sabía la respuesta, pero le aterraba decirla. No sabía si Alec hablaba enserio en aquella ocasión. Temía equivocarse. Temía que Alec fuera solo un espejismo frente a él y que cuando saliera de la realidad, viera su cuerpo sin vida de nuevo.
En un acto de inercia, puso una mano en la mejilla de Alec y la acarició. Gracias a los dioses era real.

–Lo más importante– continuó Alec recargando su cara en la palma del moreno– Casémonos en la mañana...


Uy si, actualización hasta nuevo aviso :v ni yo me lo creo xd
Espero les haya gustado ♥️




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