CAPÍTULO XXIV: SOÑANDO EN REGRESAR

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El cielo estaba estrellado. El cielo tenía pecas. Ese pensamiento rondaba en la mente de Alec cuando alzó la mirada para ver el manto que los cubría.

"–¿Qué se supone que debo ver?– preguntó Alec tomando el libro y posando sus ojos en la página. Una página con un cielo estrellado. En la pintura se veía el Partenón en primer plano, pero de fondo, era un cielo brillante por la luna y bañado de estrellas.

–El cielo –respondió Magnus y, en un acto de atrevimiento acarició la mejilla de Alec– No tienes la cara la sucia, tienes la cara como el cielo. Ya que el cielo también tiene pecas."

Al recordar eso, Alec no pudo evitar sentir un nudo en su garganta. Bajo la mirada para ver al hombre en sus brazos. Generalmente la piel de Magnus era cálida. Era como acariciar el fuego sin llegar a quemarte. Ahora en cambio estaba fría.
Alec, sin dudarlo, lo apretó contra si mismo, sabía que no podía calentarlo pero necesitaba abrazarlo. Necesitaba seguir creyendo que podría tenerlo de vuelta.

–El estará bien– le dijo Clary que había notado el acto de Alec– Sabes, tuve varios sueños hace tiempo. Soñaba con un chico con ojos dorados como el ámbar. En mis sueños, el vivía, así que estoy segura que podrás tenerlo de regreso.

–Lo último que le dije fue pedirle que se casara conmigo– confesó Alec– No pensé que íbamos a acabar así...

–Ya pronto llegaremos... Alec, si vamos a enfrentar a mi padre, necesitamos armas. Y lo único que tenemos es el látigo de Izzy y la fuerza de Jace...¿Qué pasó con tu arco?

–El desgraciado guardia se lo llevó... No sé dónde conseguiremos otro, pero no importa. Encontraré a ese maldito de Valentine y con mis propias manos lo mataré... Sin ofender.

–Tranquilo– Clary rió levemente– Yo misma te ayudaré a encontrarlo –al decir eso Helio empezó a descender– Ya llegamos Alec.

Una vez que pisaron tierra, Alec dejo a Magnus en la tierra y se arrodilló a su lado.

–¿Qué se supone que debo hacer ahora?– decía empezando a desesperarse– Si su alma está siendo protegida por los dioses, debería ya estar con vida de nuevo, estamos en el territorio divino.

–Pídeselos– dijo Simón a una prudente distancia– Pide por el alma y la vida de Magnus... Solo espero que tu amor sea suficiente para revivirlo– añadió en voz baja.

Alec decidió no contestar. Se concentró en el cuerpo que tenía frente a él. Recordó cuando se dió cuenta que estaba enamorado de él. Recordó la primera risa, el primer contacto... El primer beso. La primera vez que lo hizo suyo y el fue suyo a su vez. Recordó las promesas que se hicieron. Recordó sus besos, sus caricias. La manera en que Magnus lo veía con esos ojos dorados. Esos ojos que parecían haber Sido tocados por el sol.
Magnus era el sol. Magnus era su calor. Era su vida, era lo que me daba sentido a su existencia y estaba dispuesto a rogar por años, por décadas, por siglos para que la vida volviera a ese sol. Porque Magnus era un astro. Era incluso más que un dios. Era algo irreal, algo que no pertenecía a este mundo y Alec tenía la dicha de poder amarlo.

Traíganlo de vuelta. Por favor, el murió por mi. Él me salvó. El merece vivir más que yo, porque una vida sin él no vale nada. Porque el es como la música de las ninfas. Yo sé que su alma está con ustedes. Por favor, denmelo de vuelta. Peleare por ustedes, peleare por defender el honor de ustedes contra Valentine. Pero lo necesito conmigo, porque sin el yo simplemente no puedo vivir.

Alec pidió tan fervertemente. Pero nada pasó. El aire empezó a enfriar cada vez más y empezaron a caer las primeras gotas de lluvia.

–No funciona– dijo Alec perdiendo los estribos– NO FUNCIONA.

–Alec, por favor cálmate... Vayamos a casa, por favor– pedía Isabelle acercándose un poco.

–NO– rugió Alec– No puedo estar sin el, no puedo, el... –y se derrumbó. Cuando la primer lágrima cayó, fue inevitable que las demás le siguieran. Gruesas gotas caían de sus ojos, combinándose con la lluvia que los atacaba a todos.

–Mi cielo... ¿Por qué lloras?– dijo una voz algo rasposa– El cielo pecoso como tú también está llorando.

Alec volteó y al ver a Magnus, medio levantado y viéndolo fue el único empujón que necesitaba para lanzarse encima suyo y besarlo con desesperación. Magnus correspondió igual de ansioso. Una mano de Magnus se enredo en el cabello mojado de Alec y lo atrajo más cerca de el mientras Alec se agarraba de su cintura, sin dejar de llorar.  El beso sabía a sal por las lágrimas y estaba frío por las frías lágrimas del cielo.
Pero no importaba. Alec tenía agarrado a Magnus como si quisiera fusionarse con el y jamás, jamás irse de su lado.

Los demás observaban la escena a distancia, no pudiendo evitar la alegría que les causaba ver que había funcionado. Que Alec y Magnus estaban juntos de nuevo...

♥️🙊 Los amo, espero les haya gustado.

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