CAPÍTULO XXIX: SOLSTICIO

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Los padres de Alec habían llegado. Habían estado en Atenas. Habían pedido a los Ancianos del Consejo de la ciudad que por favor se hiciera justicia para su hijo. Gracias a Simón y Clary, ellos estuvieron siempre al tanto de lo que pasó. Obviamente lloraron la muerte de Alec, pero desde que sus hijos habían nacido, ellos sabían de su descendencia divina. Sabían que Isabelle era la reencarnación de la diosa Perséfone y que Alec era la reencarnación de Poseidón.
También sabían que Jace era la reencarnación de Hércules y que Clary h Simón eran la reencarnación de aquellos sabios que se dedicaban a acompañar y guiar a los héroes.
Robert y Maryse sabían todo aquello. Por eso, no fue una gran sorpresa cuando al llegar a casa se encontraron con la noticia de que Alec se había comprometido con Magnus.

-Se deben casar ya mismo- declaró Robert una vez que escucho todo el relato de lo que había pasado- Luego de eso, iremos en busca de Valentine...

-¿Iremos?- había preguntando Isabelle desde la cocina- Es decir... ¿También tu y mamá?

-Sacaron su herencia de alguna parte ¿No?- Maryse le sonrió a sus hijos- Es hora de que ese maldito pague por sus crímenes... Y qué venguemos a Max.

Max. El menor de los Lightwood. Fue el primero en mostrar indicios de estirpe de los dioses... Y Valentine lo secuestro, experimento con el y lo mató. Todos sabían que Valentine era el culpable, pero nunca hubo pruebas. Cuando fue el juicio con el Consejo, lo declararon inocente.

Y así fue como Alec y Magnus se casaron ese mismo día. Una boda sencilla con la familia de Alec que ahora era la familia de Magnus.

Te juro amarte de aquí hasta que se nos acabe la vida, y en la siguiente reencarnación, y en la siguiente y en la siguiente... Te amaré.

Al anochecer, de fueron a la casita que Jace tenía para si solo. Jamás la usaba, había sido una herencia de sus difuntos padres, pero siempre había estado en casa de los Lightwood, así que la casita estaba intacta.
Alec y Magnus se amaron, se amaron como la primera vez, pero ahora siento algo más. Ya no eran el minotauro y el aldeano que se habían encontrado la primera vez. Alec era el amor de Magnus y Magnus era el amor de Alec.

Estaban juntos, y al día siguiente irían a terminar lo que habían empezado...

Ya sólo queda un capítulo y se acaba la historia. Voy a eliminarla tal vez. No lo sé.

EL RELATO ENCONTRADO EN ALEJANDRÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora