CAPÍTULO XVIII: FINAL

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Magnus no sabía cómo agarró la fuerza suficiente para correr y correr.
No sabía tampoco como logró pasar desapercibido entre aquellos pasillos llenos de sirvientes.
Solo tenía algo en mente.
Quería encontrar a Alexander.

–Encuentralo. Ordene que lo sacarán del laberinto y que se llevarán lejos al mounstro. Cuando lo veas, atacalo y clavale está espada en el pecho– escuchó una voz y rápidamente se ocultó detrás de una pared. Se asomó lo necesario para poder identificar al dueño de la voz.– Es un dios, no será fácil de eliminar, pero si lo matas con la misma espada que el recupero de debajo de la piedra, estoy seguro que morirá. Y luego iremos por los demás de su familia. Toda esa descendencia debe morir. Son una amenaza. 

–Pero Valentine... Meterse en esos asuntos es muy delicado –decía un hombre más bajito que el– Puedes quedar condenado se por vida.

–La ley dice que quien mate a un superior, se quedará con su lugar... En cuanto mate a ese chiquillo de Teseo, o... Alexander –dice con burla– Tendré el poder, y podré ascender a donde pertenezco... Al lugar de los dioses. Podré estar lejos de asquerosidades como el minotauro... –finalizó con desprecio.

Magnus se había quedado sin aire.
Debía advertirle a Alec.
Debían salir juntos.

Piensa, Magnus piensa se decía en su mente una y otra vez. Hasta que por fin todo se iluminó.
Si Alec era un dios.
Él era una criatura fantástica.
Si ambos se unían para defenderse y defender a la familia de Alec claro que triunfarian.

Todo estaba tan claro en ese momento.

Corrió y corrió. Por más indefenso que se viera, el no dejaba de ser Magnus. Hijo del gran Asmodeus.
Tenía el poder.
E iba a usarlo para defender al amor de su vida.

Porque esa era la única finalidad del poder y la fuerza.

Lo que Magnus no sabía es que, detrás de la puerta que estaba a punto de cruzar estaba el final...


🌚🔥🌚 ¿Presiento muerte?

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