Capitulo 1

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Recuerdo Sarah De 5 Años

Mi madre llegaba de su trabajo, donde anteriormente la acompañaba; su aspecto está sin cambiar desde el día que dejó de llevarme con ella. Vista cansada, cuerpo demasiado débil y siempre con una tela en la cabeza, ¡hoy le preguntaré el porqué!

— ¡Mami! — Me abalancé a sus brazos, y con dificultad, me cargó y colocó un beso suave en mi mejilla.

— Mi Ruruh. — Expresa con aparente alegría, me revuelve el pelo y una sonrisa débil se planta en sus labios.

— Mami, ¿podría preguntarte algo? — Dije cabizbaja, jugando con mi pequeños dedos.

— Claro que sí. — Habla con cariño, agachándose para quedar a mi altura.

— ¿Porqué siempre llevas esa tela en la cabeza? — Al ver su cara, supe que no debí preguntar tal cosa, pero al momento de disculparme, ella niega que esté mal y se limpia las lágrimas que han resbalado por sus mejillas.

— Mira pequeña, esta tela, se llama pañolete, y me encanta usarlo especialmente, porque me lo regalaron ustedes, así que no debes de disculparte por algo sin importancia pequeña. — Lo dice con tanta calma, que decido asentir e irme a jugar al patio.

[...]

Había bajado a la cocina por un vaso de agua, los rayos del alba comenzaban a plagar el cielo de luz, eran aproximadamente las siete de la mañana. 

Al entrar al habitáculo, mis sentidos se paralizan al ver el cuerpo de mi madre ahí tirado.

— ¿Mami? — Digo al borde de las lágrimas, ella no se mueve ni reacciona. — ¡Despierta mami! — El agua salada que empapa mis cachetes, da paso al llanto, y oigo la puerta del cuarto de mis padres abrirse. — ¡Mami! 

Los apurados movimientos de mi padre me alertan, y al entrar en la cocina, su expresión lo denota todo.

— ¿Porqué...? — Habla con la voz cortada, las lágrimas no piden permiso para salir a montones, cae de rodillas ante el cuerpo de mi madre. — ¡SAVANNAH! — Suelta un alargado grito, abrazando su cuerpo.

La Nana Lidia marca con desesperación a la ambulancia, y no pasan más de tres minutos para que mi madre esté en una camilla, directo al hospital para intentar salvarla.

El permiso de acompañarlos me fue negado, no tuve otra opción más que irme a mi cuarto, a sentarme en el alféizer de mi ventana, esperando la llegada de ambos, tomados de la mano, a salvo.

Mis ojos empezaron a pesar al poco tiempo, ese día no asistiría al colegio, estaba demasiado triste como para presentarme en una aburrida aula a escribir todo lo que ponen en la enorme pizarra.


En el funeral asistió toda la familia, veía a mis tíos abrazando a mi padre dándole el pésame y a mi me abrazaban tratando de darme ánimos.

Lo que ellos no sabían eran que lo único que quería, era ver a mi madre cocinando, ver sus ojos azules como el mar viéndome, oír su voz cantando para mi cuando tenía una pesadilla, verla bailando con mi padre cada domingo,salir con ella a él parque y jugar con globos.

Verla en aquella caja, con sus ojos cerrados, su piel pálida y su pañoleta amarrada, en su delicada cabeza, me hacía recordar todas y cada unas de sus enseñanzas, los momentos con ella y sus abrazos con su calor, ese lindo calor que derrochaba cada vez que me veía llegar con papá de la escuela, cuando bailábamos y teníamos las reuniones familiares.

Después de aquel día todo cambio, mi padre se veía de la misma forma que mi madre. Se había vuelto mucho más cariñoso conmigo, me cuidaba y protegía para que nada me hiciese daño, cumpliendo la promesa de mi madre.

Pasaron meses después de su muerte y yo no hablaba con casi nadie, comía muy poco. Escuché en una conversación que tuvo mi padre con mi psicólogo, el Sr. Bart; que la mejor forma era mudarnos para hacer un poco menos pesada la muerte y visitar otros lugares para dejar atrás aquel dolor provocado por el suceso.

— Sarah, ¿puedo hablar contigo un momento? — Dejé de balancear el columpio.

— Si. — Pronuncié en un tono bajo

— ¿Recuerdas que mami te dijo que era un Ángel? — Asentí sin ganas. — ¿Y que tu venías de una ciudad llamada Los Ángeles? — Esa frase captó mi atención y lo miré, asintiendo muy rápido.
—¿Qué te parecería ir a vivir a esa ciudad? — Mi cara se formó en un dilema.

–¡Me gustaría mucho Papi! ¡Y puede que ahí encontremos a mi mami y la volvamos a ver! — Mi padre me vio con tristeza al decir aquella oración, ya que el sabía perfectamente que mi madre no volvería.

Los días pasaban lentos y grises, nada lograba alegrarme un poco, excepto el hecho de que nos mudaríamos a una nueva ciudad para poder empezar de nuevo, como una familia.

Al llegar el día de irnos, no nos despedimos de nadie de la familia de mi madre, ya que ellos decían que éramos los culpables de que muriera ella.

Al despedirnos de todos mis tíos por parte de mi papá, nos subimos al avión.

— ¿Estás lista para ir a Los Ángeles? — Habla mi padre acariciando mi mejilla, depositando un beso en mi frente.

— ¡Claro que si Papi! — Dije con emoción en mis palabras.

Y así es como empezó mi nueva vida, pero lo que me hacía sentir triste era que faltaba una persona para empezarla y esa era Mi Madre


Fin del Recuerdo.  



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Espero les guste el capítulo es un poco triste pero así se aclararán mejor las cosas
Como dicen «PARA QUE DEJAR AL ULTIMO, LO QUE PUEDES HACER HOY»
Si les gusto dejen su estrellita y su comentario, si es que quieren que mejore en algún aspecto
Las quiere

ANGIELICA✌✌✌✋💙💙

PD: LA CANCION PUEDEN PONERLA EN EL SEGUNDO RECUERDO 💙💙💓


Decidí no realizar cambios en la nota de la autora por respeto a su obra.

PARTE RETOCADA POR @LadyBitlk DE ILLUSTRATION EDITORS

Me Casare Con El Nerd [Actualizaciones Lentas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora