EN CUANTO pulsó el botón de su contestador, ______ supo que había cometido un error.
Tras haber pasado la mitad del día agonizando por Justin, se había quedado a trabajar hasta
tarde para ponerse al día.
Después de pasar cinco horas a solas en Wintersoft, su corazón se había animado al entrar
en casa y ver que tenía un mensaje en el contestador. Alguien había pensado en ella.
¿Sería Justin? ¿La habría llamado para disculparse?
Se había ido del despacho en cuanto había terminado la reunión con los inversores,
cortando en seco cualquier oportunidad de continuar la conversación que habían dejado a medias
en el despacho de Lloyd. A pesar de todo, y por mucho que deseara verlo para hablar con él sobre
lo sucedido en Reno, sabía que debía ser él quien diera el primer paso.
—Por favor, por favor, que sea Justin —murmuró a la vez que pulsaba el botón.
Pero la voz que surgió del aparato tenía un marcado acento británico.
—¡______! Gracias por devolverme la llamada esta tarde. Ha sido maravilloso revisar mis
mensajes y escuchar tu voz en lugar de la de mis desquiciados contables. Sólo quería que supieras
que me encantará asistir a la cena de tu padre. Por supuesto, esperaba que pudiéramos salir a
cenar solos, pues creo que tendremos motivos de celebración. Pero estaré en Boston todo el fin
de semana, así que, ¿qué te parece si organizamos una cita para el sábado? Aunque estoy
deseando conocer a tu padre, por supuesto.
Una cita. Randall quería una cita. En aquella ocasión, ______ no podía atribuir sus palabras al
mero flirteo. Cerró los ojos mientras terminaba el mensaje.
—Llámame para que podamos charlar. Ya tienes mi teléfono de Nueva York.
En otras palabras, Randall quería saber qué terreno pisaba.
______ abrió los ojos, borró el mensaje y se quitó la chaqueta mientras se encaminaba con
paso cansino hacia su dormitorio.
—Años sin citas, excepto las que mi padre me organizaba, y ahora tengo que vérmelas con
dos hombres a la vez —murmuró en alto mientras se descalzaba.
Un hombre que la deseaba y otro al que ella deseaba con todo su corazón y toda su alma.
Invitar a Randall a la cena del viernes había sido un error. Le había dado una impresión
equivocada al invitarlo a algo tan personal como una cena en casa de su padre, aunque fuera a
haber otros cuarenta invitados y su padre la hubiera animado a hacerlo.
Randall debía de haber llegado a la conclusión de que estaba interesada en él. Pero, aunque
lo encontrara atractivo, lo único cierto era que, quisiera o no, su corazón pertenecía a Justin.
¿Pero qué podía hacer al respecto?
Justin dudó unos momentos en el sendero que llevaba hasta la puerta de la elegante casa de