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ETERNITY. AGOSTO 2016, VIERNES 26. ━━━━━━━━━━━━
CIUDAD GÓTICA, SAVANNAH THOMPSON:
Saqué mi arma del compartimiento en mi cinturón, poniéndole el cartucho. Christopher volteó a verme, acomodando su comunicador en su oreja.
—¿Cómo te sientes? —Me sonríe, al ver mi cara de completa indiferencia mientras prepara ba mi arma—. Ésta será tu última misión en un mes y pensé que estarías más emocionada.
Me encogí de hombros, esbozando una sonrisa con pesadez—. Estoy cansada, es todo. Y sé que ésta vez atraparemos a Woodrue. ¿Puedes creer que llevamos más de un año tras él? Es increíble.
El Doctor Jason Woodrue es algo así como un "científico loco", totalmente obsesionado con los mutantes y todo relacionado con ellos. El año pasado se le encontró robando en la torre Baxter, y Reed Richards solicitó nuestra presencia para encargarnos de ello. Descubrimos que Woodrue había robado también en lugares como el Complejo de Los Vengadores y Empresas Wayne. La verdad, no tengo idea de qué quería lograr, ya que al final terminó en el Asilo Arkham.
—Esperemos que sí. Ya se escapó de Arkham, así que habrá que encerrarlo en otro lugar con muchísima más seguridad. —Asiento lo que dijo el rubio-castaño, preparándome para salir del jet que nos había traído a Ciudad Gótica.
Al bajar con todo el equipo, sólo tuvimos que caminar algunos minutos, con los demás separándose según mis indicaciones para tener toda el área rodeada y tampoco alterar a los pocos civiles que quedaban en la calle debido a la madrugada.
—Equipo B, ¿logran verlo? —Les pregunto por el comunicador, pegada a la pared para que los vigilantes del edificio no lograran verme.
—Afirmativo —habla Christopher—. Está dentro. ¿Quiere que entremos?
—Entraré sola al apartamento para evitar otra explosión como la del año pasado. Quédense, el equipo A vendrá conmigo. —Respondí, volteándome a ver a los cuatro agentes que me acompañaban—. Dos de ustedes en la puerta y los otros dos en el pasillo. Sean lo más silencioso posible para no alarmar a los demás residentes. Andando. Los demás estén alerta.
Los cinco nos adentramos al edificio, y luego de enseñar nuestras placas de la CIA al vigilante del edificio, subimos los dos pisos por las escaleras.
Fui a paso lento hacia la puerta, con una de mis manos en el arma guardada en mi cinturón, por si era necesaria usarla.
Toqué repetidas veces la puerta, preparada para atacar. Al momento en que la puerta se abrió, pude ver al Dr. Woodrue, vistiendo su bata de laboradorio. De inmediato salté hacia él, cubriendo su boca con mi mano y cerrando la puerta con mi pie, tumbándolo al suelo, con mi rodilla presionando su garganta.
—Qué gusto verla, Agente 10. —Dice el castaño de aproximadamente cuarenta años con dificultad, sacando con rapidez un dispositivo de su bolsillo y apretando un botón, haciéndome recibir una descarga eléctrica por parte de los objetos que salieron del techo.
Sentí como el mayor se levantaba y quitaba mi comunicador, destruyéndolo. Intenté ponerme de pie, pero era inútil, ya estaba siendo arrastrada por el doctor, a un lugar del que yo desconocía.
—Te preguntarás qué he hecho todos éstos años. —Lo escuché a penas decir, mientras yo hacía débiles intentos para zafarme de su agarre—. Como ya sabes, ¡adoro a los mutantes! Son fantásticos en todos los aspectos, y de verdad que hubiera deseado ser uno de ellos.
Abrí mis ojos a duras penas, notando que me había metido en una cápsula cuadrada, bastante grande.
—¡Siempre quise permanecer a ellos! Y, al hacer unos estudios —lo vi sentarse con una manzana en la mano, sonriéndome cínico—, descubrí que todos los seres humanos poseemos células mutantes, sólo que en no todas las personas están activadas.
Me alarmé, al pensar en lo que está por hacerme.
—Obviamente no iba a probar en mí una vez que la fórmula ya estuviera lista. —Dice con un tono obvio, mordiendo su fruta para comer un pedazo—. Y ahora que tú estás aquí, ¡debo aprovecar la oportunidad! ¿No crees?
—¿Todo ésto para lograr un simple capricho? —comencé a golpear el vidrio, al verle hacer unos ajustes a la máquina.
—Yo lo llamaría: sueño. —Me corrige, ésta vez acercándose al vidrio—. En treinta segundos, el gas será expulsado, y averiguaremos qué clase de mutante deberías ser. La raza humana debe evolucionar.
—Van a venir por ti y se llevarán todo tu trabajo. Te llevarán a un lugar en donde jamás podrás escapar. —Las lágrimas se hicieron presentes en mi rostro, pensando en todas las personas que amaba—. ¡Pagarás por ésto! Y ni siquiera vas a lograr lo que deseas, ¿no lo entiendes?
Un gas verde se hizo presente en la cápsula en donde yo estaba, a lo que llené de aire mis pulmones y lo mantuve allí, deseando a que los demás entraran para detener esto.
—No te resistas. —Habla Woodrue con una sonrisa, sacando de su bata una jeringa con un contenido de color verde ácido—. De todos modos llegará —dicho eso, inyectó en su cuello el contenido, haciendo una mueca de molestia ante el acto—. Me lo agradecerás.
Caí al suelo al sentir débiles las piernas, debido al esfuerzo que hacía en no respirar del gas que ya casi llenaba el espacio cerrado en donde estaba metida. Segundos después, me vi obligada a respirar.
La puerta por donde había entrado hace unos momentos, se rompió por completo, con mis compañeros entrando al lugar para atrapar a Woodrue, quien soltaba gritos desgarradores al sentir cómo su piel se tornaba gris, con cabellos creciendo en ella.
Comencé a golpear lo más fuerte que mis brazos me permitían, mientras que detalles dorados comenzaban a aparecer en mis brazos. Mi cabello poco a poco se tornó de un color rojo potente, y a los segundos, mi cuerpo volvió a la normalidad al momento en que lo deseé. A mi alrededor habían aparecido alguna plantas, y al ver por el cristal, noté que las flores que adornaban el lugar, habían agrandado dos veces su tamaño.
Caí desmayada a los pocos segundos en que los demás notaron que estaba allí dentro, luchando por mantenerme despierta, pero ya había caído inconsciente, con mi último pensamiento siendo nadie más que Bucky.
